miércoles, 27 de julio de 2011

Hablar por hablar

En medio de las noticias del día suelen aparecer artículos de relleno. No es que unos sean serios y otros no, porque que el ministro de un país vaya a la cárcel es tan ridículo como que el perfume de Lady Gaga contenga sangre y semen.

Semen. El otro día leí que las mujeres que estaban en contacto con él son más felices y tienen menos propensión al suicidio. Semanas atrás me había enterado por internet que mirar tetas alarga la vida.

Son notas tontas, escritas tontamente para gente tonta, empezando porque en la noticia de las tetas se referían a ellas como "senos". El español es un lenguaje amplio y preciso que se ha formado durante milenios para que ahora nosotros lo usemos como no es. No entiendo por qué hay que llamar gays a los maricas, afrodescendientes a los negros, cola al culo, pene a la verga y falsos positivos al asesinato por parte del Estado de civiles inocentes.

No es que dude de los estudios científicos que determinaron las bondades del semen y las tetas, yo soy un hombre de ciencia antes que de religión así en el colegio haya aprobado física y química copiándome en los exámenes. Lo que cuestiono es la forma en que el lector final recibe la noticia.

Son reseñas llenas de eufemismos que por tratar de ser chistosas y respetuosas rayan en lo ridículo. Las señoritas leen una noticia curiosa de sexo y se sonrojan, las mujeres maduras se ríen con malicia y las presentadoras de farándula de los noticieros ponen cara pícara cuando la anuncian al televidente, como si no supieran que medio país se las quiere comer y evitarles así una posible propensión al suicidio. Los enfermos como yo, en cambio, las leemos con la seriedad de un cónclave papal.

Puesto en la prensa, el sexo es un tema curioso, simpático, cándido, cuando en realidad es espinoso; se vuelve sucio y bajo una vez la gente llega a su casa y cierra la puerta. El olor de un bar swinger después de que 60 personas han tenido relaciones en simultánea, eso es el sexo.

Celebro que la Corte Constitucional haya reconocido que las parejas del mismo sexo puedan formar una familia, no por la diversidad, ni la tolerancia, ni la igualdad entre individuos y todas esas poses políticamente correctas, sino porque creo que cada persona tiene derecho a elegir quién quiere que le rompa el orto.