lunes, 30 de mayo de 2011

Lo que la gente quiere

Suele pasar que por hacer lo que la gente quiere termina uno haciendo lo que no quiere.

A alguien se le ocurre que lo que la gente quiere es Shakira y se tapa de dinero. Otros creen que lo que la gente quiere es Los comediantes de la noche, y telenovelas, y el Barcelona, y comedias románticas, y la fe católica, y la sobreinformación de cualquier suceso de la vida, pero lo que hacen es alimentarnos con basura.

Pero eso es porque la gente está sobrevalorada. Este mundo es producto de lo que la gente quiere y por eso tenemos 25.000 personas muertas de hambre al día, una brecha de 22 millones de kilómetros cuadrados en la capa de ozono (aunque ya nadie hable de ella), al único hijo de Dios crucificado, a los peores seres humanos dirigiéndonos, a los osos polares al borde de la extinción, rebeliones en Libia, guerra en Afganistán y siete millones de hectáreas robadas en Colombia.

El negocio de la pobreza va divinamente también: 44 millones de nuevos pobres en los últimos nueve meses. Podrían hacer una red social, competirle a Mark Zuckerberg y salir de la pobreza, pero tienen la cabeza ocupada en no caer en las estadísticas de los que mueren de hambre.

Los supermercados y las aerolíneas saben lo que la gente quiere comer y a dónde quiere viajar. Los canales privados, los programas académicos, iTunes y el edil del barrio creen conocernos a la perfección y por eso juegan a consentirnos.

La gente quiere que el noticiero abra con muertes y cierre con farándula, quiere bailar reggaetón y beberse el sueldo, quiere La cosa política solo si Vicky Dávila la presenta con tirantas y quiere las ollas que prometieron los de Ricostilla; pero quiere, sobre todo, que Ricostilla le cancele el contrato a Carlos Calero.

La gente quiere que uno finja felicidad cuando dice que se va a casar y le diga lo bonitos que son sus hijos. Casarse está tan sobrevalorado y los bebés son tan poco agraciados.

La gente quiere cagar en paz y rodar por calles bien pavimentadas, quiere no tener que empezar a trabajar un 3 de enero por miserias mientras Usain Bolt gana millonadas por correr su primera carrera del año el 26 de mayo.

Yo he creído saber lo que quiero y por eso tengo en mi casa un Playstation 2 guardado, un reproductor de DVD que no uso hace seis meses, un juego de ollas con el que no cocino (es bueno no depender de Ricostilla), un comedor donde no como, una sala donde no socializo, cuatro audífonos en la mesa de noche y tres potes de champú en la última gaveta del baño.

El riesgo de darle a la gente lo que quiere es que ni nosotros mismos sabemos lo que queremos. A esta altura ya deberíamos saber que el problema del mundo es que la gente es una idiota.

martes, 24 de mayo de 2011

A mi nadie me preguntó nada

Ver encuestas no sirve para enterarse de qué piensan los demás, sino para descubrir que a uno nunca le han preguntado nada.

No sé de dónde sacan que el nivel de prestigio de Samuel Moreno es del tanto por ciento, que la mayor intención de voto para las próximas elecciones es por tal candidato o que el rating de la novela del prime time está por los cielos (o por los suelos), si a mí nadie se me ha acercado a consultarme nada de nada.

No averiguaron si quería venir al mundo, que no es poca cosa; de ahí en adelante, se tomaron todo tipo de decisiones sin que yo participara en ellas.

Nunca me importó no haber tenido la oportunidad de elegir hasta que recordé que mi madre me escogía la ropa para ir al colegio, que era de curas. Los curas elegían qué debía estudiar, cómo cortarme el pelo y decidieron también que en mi primera comunión usaría un traje de paño color habano con un corbatín morado de terciopelo, muy adecuado para el clima de sábado a las once de la mañana en Barranquilla.

Creí que me sentiría valorado cuando votara, pero votar no sirve. La única vez que lo hice mi candidato no ganó, y fue un alivio porque desde entonces siento que no tengo la culpa de nada. Pese a todo, votar te da valía social; en cambio, si no votas, es mejor mantenerlo escondido y afirmar que vas sin falta a las urnas para evitar miradas de reprobación.

Todos te hacen sentir mal si no votas: el sistema, la Registraduría, los medios de comunicación, tus padres. Si votas regularmente, un día abres el periódico para descubrir que el candidato que elegiste tiene vínculos con paramilitares y terminas odiándote por el resto de la vida. No hay salida: si votas, no te perdonas nada; si no votas, la sociedad te hace sentir mal en la misma medida en la que los casados hacen sentir mal a los solteros en un baby shower.

Los que definieron que el 37% de los colombianos prefieren el celular al televisor y que al 51% de la gente de este país no le gusta hacerle sexo oral a su pareja nunca pasaron por mi casa. Yo me hago matar por el Playstation y pocas cosas disfruto más que el sexo anal (hacerlo, no que me lo hagan, se entiende), pero nada de lo que yo piense parece sumar en las encuestas.

¿Cómo hace el Dane para dar una cifra de desempleo confiable si a mí nunca me preguntaron (ni cuando lo tenía, ni cuando no) si tenía trabajo? ¿De dónde sacaron los canales privados que la gente quiere cuatro horas seguidas de telenovelas y noticieros con secciones de farándula de cuarenta y cinco minutos? ¿Consultaron a un adivino o les bastó con pasar por un barrio popular de una ciudad intermedia para hacer una proyección nacional?

Ahora resulta que una reciente encuesta revela que La Brasa Roja es la compañía de comida rápida preferida por los colombianos. Y es raro que una encuesta tan banal me haga sentir tan ajeno a mi país, porque yo nunca he pisado un local de La Brasa Roja en la vida.

En las próximas elecciones no saldré de la casa para no votar. Pediré domicilio a Domino’s Pizza, que es lo que me gusta, y moriré de un infarto mientras veo un documental de Discovery Channel. Seguro que ni así apareceré en las encuestas que miden cuánta gente muere frente al televisor y su cuerpo es descubierto días después, inflado y en avance estado de descomposición. Si me equivoco y salgo reportado, mándenme un tweet.

Publicado en

http://www.cartelurbano.com/

domingo, 22 de mayo de 2011

El salvador

Dominique Strauss-Kahn iba a ser presidente de Francia, lo cual habla mal de la política. Y no deja de ser raro, porque con la clase dirigente colombiana se podría pensar que la política no necesita que nadie más la desacredite.

Si no hubiera tenido ese pequeño desliz, si la camarera de hotel no hubiera abierto su boca, el tipo seguiría en su puesto, hasta le habrían aumentado el sueldo. Habría llegado incluso a presidente de Francia, como estaba planeado.

Le hubieran dicho su excelencia, abierto todas las puertas (las simbólicas y las de verdad) le habrían asignado una caravana de escoltas y en todos los lugares del mundo lo habrían recibido con actos reservados para jefes de estado.

Hubiera decidido el futuro de un país y salido en televisión diciendo lo que era conveniente y lo que no. Habría inaugurado un nuevo colegio, por decir algo, y cientos de niños lo hubieran recibido con canciones y flores rojas en una mañana de primavera. Él les habría sobado la cabeza a unos cuantos y habría posado para la foto con un par de ellos. Hubiera subido sus índices de popularidad y habría aspirado –con éxito- a la reelección (en caso de que en Francia exista reelección, que no tengo idea).

Lo que quiero decir es que el mundo está dirigido por personas como Dominique Strauss-Kahn que no han pelado el cobre. No tienen cargos en su contra, pero están ahí, en las presidencias de los países y las multinacionales, en el senado y la Unesco. Esa gente, que debería estar salvando el mundo, lo está usando para su beneficio.

El ex novio de mi ex novia era así. Adicto a la buena vida, al golf y al Country Club, pero con aspiraciones presidenciales desde los 18 años. Yo no lo soportaba porque representaba buena parte de los males de Colombia, pero ella creía que era por celos. A cualquiera de mis ex novias se la puede follar el equipo de rugby de Nueva Zelanda, una detrás de otro, que no me importa; lo pasado es pasado.

Strauss-Kahn no es el único ni el peor de estos seres, solo se descuidó. La política y el poder están llenos de personajes nefastos porque no se llega a un puesto tan alto siendo decente, sino jugando con la esperanza de nunca ser pescado.

Y para que a uno no lo pesquen es clave vestir bien en lugar ser honrado, decir una cosa mientras se hace la otra, abrazar niños y ancianos mientras se gasta en la guerra y se cierran colegios y ancianatos.

Solemos olvidar que ha muerto más gente en nombre de Dios que en el del Nazismo. Sin embargo, un político dice que es católico y sube en las encuestas, mientras que un director de cine afirma sentir simpatía por Hitler y se le viene el mundo encima.

Quién sabe, de golpe Lars von Trier quiso decir que lo que admiraba de Hitler no era su racismo, sino el empuje que le dio a los ferrocarriles y a la industria, a las obras civiles y a la fabricación del carro más popular de la historia. No lo estoy justificando, simplemente quiero hallar razones para no pensar que un buen director de cine es un ultraderechista.

Resulta entonces que quienes íbamos a cine a ver las películas de von Trier estábamos celebrando la obra de un extremista, y los que esperaban que Strauss-Kahn salvara la economía mundial no sabían que no habría sido capaz ni de salvar la cabaña de Héctor Abad del incendio que la consumió el viernes pasado.

sábado, 21 de mayo de 2011

Hoy, 21 de mayo

Hoy, 21 de mayo de 2011,

China prometió entregar a Pakistán 50 bombarderos JF-17 Thunder, que no se sabe qué tienen, pero suenan peligrosos.

Aplazaron una vez más la audiencia contra el teniente del Ejército investigado por el asesinato de tres niños en Tame, mientras que en Pereira detuvieron a un Policía por abusar de un menor de edad.


Murió en un accidente de tráfico en Florida el famoso luchador 'Macho Man'.


En España, a un hombre llamado Francisco perdió por segunda vez un empleo por tener sida.


La Coca-Cola mini costó $4500 en Andrés Carne de Res.


Uruguay ratificó la Ley de Amnistía para la dictadura. Algo así como perdón y olvido para funcionaros de estado que violaron derechos humanos.


Se anunció que se deforestaron 1.848 kilómetros cuadrados de la Amazonía durante los últimos nueve meses.


Mi madre vino a almorzar a casa sin avisar.


Los pobres siguieron siendo pobres y los equipos chicos siguieron siendo chicos: Duisburgo perdió la final de la Copa Alemania contra el Schalke.


Iván Moreno se inventó una diverticulitis con la esperanza de dilatar lo inevitable.


La policía de Siria acabó con la vida de 44 manifestantes.


Lady Gaga sacó nuevo disco.


Tembló en Japón.

Los líderes de Estados Unidos e Israel no tuvieron éxito en un nuevo intento por lograr la paz en Oriente Medio.


Un niño y cinco militares fueron heridos en ataque de las Farc en el sur de Colombia.


El 1% de la población mundial siguió poseyendo el 40% de la riqueza.


Alex Ferguson afirmó que Twitter "es una pérdida de tiempo", pero nadie le hizo caso.


Las comunidades indígenas siguieron haciendo el papel de carne de cañón en la guerra interna que vive Colombia.


Álvaro Uribe se mantuvo en que aquí no hay guerra.


El Deportivo La Coruña de Bebeto y Djukic, de Rivaldo y Valerón, se fue a la B luego de un título de liga, una semifinal de Champions y 20 años en primera división.


Un hombre fue hallado descuartizado en el Distrito de Aguablanca, oriente de Cali.


La banda de guerra del Gimnasio Moderno ensayó todo la mañana.


En Nueva York, sede terrenal del Infierno (y también del Cielo) un hombre fue capturado por utilizar su carro como oficina para vender explosivos caseros.


En un colegio de Barranquilla amenazaron de muerte a una profesora de educación física por exigirle a sus alumnos que fueran a clase con el uniforme en buen estado.


Benedicto XVI habló vía satélite con unos astronautas, pero no cambió su posición con respecto al condón y los homosexuales
.

Harold Camping, el líder religioso de 89 años que anunció que hoy se acabaría el planeta, se acostó a dormir en su casa de Oakland, California, como si nada.


Hoy no se produjo el fin del mundo, aunque muchos nos esmeramos para que así fuera.

miércoles, 18 de mayo de 2011

La gente sola es mayoría

Las personas solas son mayoría, pero están escondidas. No dan las unas con las otras porque les da miedo reconocer que desayunan, de pie y en soledad, una taza de chocolate con maní antes de salir al trabajo. Yo esta mañana desayuné dos chorizos, medio litro de helado y un vaso de Coca-Cola. Sé que algo no anda bien, empezando por mi colon.

Y es un malestar instintivo. No es que a esta altura la felicidad sea tener esposa, perro y dos hijos, que hay mil maneras de vivir en paz, pero hay algo adentro de uno que le dice que a la vida le está faltando algo.

Las personas pasan solas las vacaciones y el Halloween, Navidad y el Día de la madre. No siempre por necesidad, sino porque así les nace. Quisieran ser más sociables, en parte para que los demás no los miraran con esa cara de pobrecitos, pero no pueden.

Por eso nos la pasamos buscándonos. Uno se busca en todos los lugares, menos en uno mismo. Las redes sociales, los aparatos tecnológicos, la lectura y la escritura, los sicólogos y las fiestas electrónicas no son otra cosa que un medio para buscarnos mientras hacemos otras cosas.

Tengo amigos que se buscan en clases de yoga y de pilates, en las urnas el día de elecciones, en la forma en que arreglan su puesto de trabajo, y no dan. Adornan su oficina como adornan su vida, pero en el fondo, detrás de los accesorios, no hay nada; sus vidas y sus cubículos carecen de contenido.

Y el problema puede ser que tenemos las necesidades básicas aseguradas (pese a vivir en Colombia, digo). Como ya sabemos dónde comer, dónde coger el bus, cómo abrir una cuenta de ahorros, ocupamos la cabeza en cuestiones metafísicas. ¿Quién soy? ¿Qué hago acá? El lío es que no nacimos con la capacidad de contestar tales preguntas, por eso en la búsqueda de respuestas hay quien termina volviéndose loco, y hay quien termina montando una agencia de publicidad. La publicidad, como la vida misma, carece de sentido, así que mejor no buscárselo.

Ahora existe Foursquare, una red social que revela en qué lugar del planeta estamos y a qué nos dedicamos. Yo no acabo de entenderla, pero sospecho que ante la imposibilidad de encontrarnos por medio de plegarias, la mejor opción es que otros den con uno gracias a un computador.

Pero Foursquare no resuelve nada. Sabemos que estamos en algún lado, pero ignoramos dónde. Mientras usted está sentado frente al computador de su oficina, trabajando, en realidad está en sus ocho años porque cree que a esa edad era feliz.

Esta semana David García, un vigilante de 27 años, se buscó a sí mismo en lo más alto de una torre de comunicaciones y se estrelló contra el mundo. El presidente del FMI pensó que podría encontrarse en los brazos de una aseadora de hotel, pero terminó en la primera plana de todos los periódicos. Yo, al igual que ellos, creí que me hallaría en tus besos. Fueron de lo mejor, pero no le dieron sentido a mi vida.

domingo, 15 de mayo de 2011

Todo aburre

Todo aburre. Las rosas rojas y las manzanas verdes. Ser cajero de McDonald´s y preguntar enemil veces a alguien si quiere el combo agrandado, o de Carulla y hacer lo mismo con el número de la tarjeta puntos.

Aburre el matrimonio y que le digan a uno doctor. Rendirle cuentas al jefe y preocuparse por el bienestar de los empleados. El helado de chocolate, las superproducciones de Hollywood, el retraso mental de Lady Gaga, actualizar un blog.

Pensar en el suicido sin ser capaz de cometerlo, es aburrido. El periódico y Bob Dylan; los goles de Messi y las noticias sobre Falcao, también.

El sexo oral con final feliz, los viajes transoceánicos, las fiestas sorpesa, los asados de domingo, la farándula nacional, las noticias de última hora, los aplausos, los elogios, las críticas constructivas (las destructivas también). Los buenos días al portero, esperar a que el semáforo cambie a verde, las frases ocurrentes. Todo cansa hasta el hartazgo.

Tu culo diminuto, decir te quiero, desayunar solo, alimentar al gato, regar las plantas, almorzar de afán, beber hasta perder el conocimiento, tener sexo a cambio de nada (o de todo) son cosas que pueden matar de tedio.

Todo, hasta los besos de los hijos que te dio la mujer que amas, aburre si ocurre a diario.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Fusión corporativa

Un día sonó el teléfono en las oficinas de Skype. Eran los de Microsoft, querían comprarlos por ocho mil quinientos millones de dólares.

Yo sueño con que me compren, con que mis defectos pasen desapercibidos y alguien pague una millonada por mí, pero nadie muerde. Por eso siempre estoy pendiente del celular más allá de la plata que me saca en facturas y el tiempo que me roba en centros de atención al cliente. Lo contesto ansioso, esperando esa llamada que nunca va a llegar.

De niño nunca me buscaron de un equipo de fútbol, ahora de adulto las editoriales me ignoran. Acertaron, porque al primero lo hubiera mandado al descenso mientras que a las segundas les haría perder una fortuna. A cambio llaman viejos amigos de colegio, ex compañeros de trabajo, mi madre, mi jefe, los de Telmex y Codensa a cobrar. Todas son conversaciones sin gracia, inoportunas, accidentes que pasan mientras se produce esa llamada definitiva.

Avianca compra a Aces, Nike a Umbro, Adidas a Reebok, Procter a Gillette, Mars a Wrigley´s, Intel a McAfee, Microsoft a Skype. A nosotros, en cambio, no nos adquiere ni el vecino.

Y hace bien porque lo de uno son sueños de grandeza sin fundamento. Yo no soy negocio, no soy rentable. Al corto plazo puedo ser encantador, pero al largo produzco pérdidas. A una mujer, por ejemplo, puedo ofrecerle quince minutos de conversación agradable y tres chistes prestados que la van a hacer reír, o no; a partir de allí todo irá en decadencia. Si no sale corriendo al minuto dieciséis corre el riesgo de ser infeliz por el resto de su vida.

Hay quien se pasa la vida esperando una llamada improbable. En este momento media humanidad hace fila en la sede de su operador celular, que certifica que las llamadas tendrán cobertura nacional, pero no garantiza que alguna de ellas lo salve a uno del tedio de esta tarde. Las personas están aburridas, a la espera de algo que ni ellas mismas saben qué es, por eso hay tantas que llegan a un restaurante y lo primero que hacen es poner sobre la mesa un celular que no es la respuesta a nada.

Nuestro problema es creer que tenemos que ser salvados, cuando la verdad es que nadie necesita ser salvado de nada. Por eso Dios, los príncipes azules y Movistar son tan inútiles.

domingo, 8 de mayo de 2011

Manitas destructivas

Un amigo está buscando guardería para su hija, que no llega al año y medio de edad. Mi amigo no es millonario, pero quiere lo mejor para ella y por eso está dispuesto a pagar un millón doscientos mil pesos mensuales.

Millón doscientos mil pesos, más de dos salarios mínimos, para que su adorable hija cague pañales sin saber en qué clase de país le tocó nacer.

Yo tengo serios problemas con la educación de Colombia. Primero que todo por escasa; segundo, por elitista, y tercero porque los dos colegios a los que fui eran de hombres y hoy son mixtos. Las toneladas de sexo con compañeras que yo hubiera tenido de haber estudiado en colegios mixtos.

Mi hermana vive en Estados Unidos y sus tres hijos estudian en el colegio más cercano a la casa. Mal educados no están, porque uno podrá decir lo que sea de ese país, menos que no hay educación para todos. Acá, en cambio, un colegio decente cobra bono, como si los niños fueran mercancía o acciones, que de alguna manera lo son.

Y en un buen colegio el bono puede costar treinta millones de pesos. Treinta millones, no sé cuántos salarios mínimos, y al niño no se le ha pagado la primera mensualidad, el primer libro. No le regalan ni una gaseosa por todo ese dinero.

Y luego está el cuento de la estimulación temprana. A los padres les meten miedo con eso de que un niño que no se encarrila desde la primera infancia va a ser un fracasado para siempre. Ellos muerden el anzuelo y empiezan a pagar mensualidades de escándalo y a reforzarlas con Pequeño Einstein, Pequeño Mozart. Mamá, papá, si su hijo nació sin aptitudes, ni comprando Harvard para él van a lograr que haga algo con su vida. A lo sumo será un pequeño Andrés López.

Volviendo a mi amigo, antes de matricular a su hija en la guardería del millón de pesos (millón doscientos mil), estuvo en una llamada BaBidiBu, que dicen es la más exclusiva del país. Una vez pasé por ahí a la hora de la salida de los niños, y sí, me dieron ganas de acostarme con todas las mamás así como me hubiera acostado con todas las compañeras de salón que nunca tuve.

Me cuenta que en el formulario de ingreso había una casilla donde se preguntaba al aplicante quién lo recomendaba. Mi amigo no la llenó porque no iba recomendado, y como su bebé era hija de un don nadie, no la aceptaron.

No importa que no haya entrado, ese no es el punto. El asunto es que desde los dieciocho meses estamos clasificando a la gente no por lo que es sino por dónde nació; el derecho universal a la educación convertido en un privilegio. "Mi bebé es una tapia, pero yo soy socio del Country y tengo amigos en Presidencia". "Siga, Por favor".

Me gusta creer que por los centros de educación elitistas Colombia está condenado a ser un país pobre, bruto, violento, desigual. Barack Obama dijo tras la muerte de Bin Laden que el mundo era un lugar mejor, pero yo le diría que no se desgaste. En BaBidiBu, que curiosamente tiene por lema “Descubre tu mundo”, están haciendo lo posible para que esta cloaca asquee cada día más.

viernes, 6 de mayo de 2011

La madre

A Natalia París, que nunca supo a qué se dedicaba el padre de su única hija. A Amparo Grisales, que nunca será mamá. A la solterona histérica que odia en secreto a sus sobrinos porque no son sus hijos. A María Eugenia Rojas de Moreno, que parió a Iván y a Samuel para compartirlos con el mundo. A las que siempre quisieron ser madres jóvenes y las agarraron los 40 con cuatro gatos y nada más. A ti, con quien iba a tener dos hijos (José María y Fiona) hasta que lo estropeamos todo. A la Madre Teresa de Calcuta y a las reinas que tanto la invocan. A las que aman tanto a sus hijos que terminan estropeándolos. A las que aun no son mamás pero ensayan como locas con el novio de turno. A las que parieron por cesárea y quedaron marcadas para siempre. A las que trajeron al mundo a un ser humano por su vagina, como Dios manda, pero producto de una violación y quedaron también marcadas, aunque de una forma más compleja. Al compañero de salón que decía que a mí me habían parido por el culo. A las que quedaron embarazadas pese a que media docena de médicos aseguraba que era imposible. A las madres que han visto morir a un hijo. A la mamá de Álvaro Uribe, que a veces actúa como si no tuviera una. A la madre en Alemania que sorprendió a su hijo masturbándose y en castigo le echó picante en las manos y lo mandó así al colegio. A Rocío Hernández, una mexicana que prendió fuego a sus dos hijos para luego inmolarse ella con el mismo galón de gasolina. Hay un cielo especial para esos niños y no sé si un infierno exclusivo para ella.

A las madres, buenas o malas. A mi madre, que tiene un poco de todas, un feliz día sin ánimo de ofender.

martes, 3 de mayo de 2011

Guerra santa

Asistimos en menos de un mes a cuatro versiones del mejor partido que el fútbol puede ofrecer. Nos sentamos frente al televisor esperando una fiesta, y salvo ráfagas, lo que encontramos fue una guerra. Miles de millones invertidos para que 22 hombres se molieran a patadas y lloraran porque el árbitro pitó o dejó de pitar.

A mí lo que me dejó esta racha de Real Madrid-Barcelona es que todos están enojados entre sí, como si unos se hubieran acostado con las esposas de los otros, y viceversa. Ahora entiendo que cuando alguien afirma que el fútbol es como la vida quiere decir que el ser humano es fanático de invertir tiempo, conocimiento y recursos para agredirse.

Todo es una guerra, no importa si se adelanta en el paseo de la Castellana o en el desierto de Afganistán. ¿Cuanto dinero y vida ha invertido Estados Unidos en guerras? ¿Cuántas de ellas ha perdido? ¿Cuantos de sus hombres han muerto, han sido mutilados, han terminado drogadictos, se han desnaturalizado al punto de torturar a otro ser humano por placer? ¿Cuánto dinero, pero sobre todo cuánta dignidad le costó al país más poderoso del planeta dar con Bin Laden luego de diez años de cacería?

Pero ahí sigue, de primero en el escalafón de naciones, diciéndonos qué hacer y que no, respetado y respetable pese a Guantánamo, hasta que China ajuste ciertas tuercas y lo pase por delante.

Pero hasta su poder palidece ante las tropas de Dios, capaces de opacar al imperio más grande la tierra porque se trata de un ejército divino, eterno e incorruptible. Sus efectivos son difíciles de identificar porque aunque sean muchos no van de camuflado. Casi siempre usan sotanas y en vez de gritar órdenes marciales hablan de amor con voz cálida. Y uno les responde “bendición padre” con más temor que si dijera “señor, sí, señor”. Es una paradoja que una de las reglas de su ejército prohíba matar, pero que sea en simultánea el que más muertos tiene encima. Los misterios del Señor todo lo encubren y todo lo pueden.

Así que un jugador de fútbol que le da una patada a un rival no tiene nada que temer así lo insulte todo un estadio. En lo que lo expulsan, su rival se pone de pie y sigue jugando como si nada. Los crímenes que se cometen en nombre del Real Madrid son televisados al mundo entero y son condenados por la opinión pública. Los crímenes de Dios, en cambio, se hacen a la sombra y no reciben castigo alguno.

Es tanto lo que se ha dicho de una persona del común como Pepe que no lo dejaríamos entrar a nuestras casas así fuera a regalarnos dinero, pero entregaríamos a nuestro primogénito en sacrificio si el alma de Escrivá de Balaguer nos lo pidiera.

domingo, 1 de mayo de 2011

Infraestructura

Los posgrados, las especializaciones y los masters; los sicarios, las vacunas, los iPads y todo lo que Steve Jobs fabrica. Las discotecas, los abiertos de tenis, los cables transoceánicos y las antenas repetidoras, el wi-fi, los Ferrari, la ropa de diseñador (y los muebles y las joyas), las clases sociales, las fincas de recreo, el aguardiente, las peluquerías, la televisión por cable, las iniciativas individuales que se vuelven multinacionales, los subsidios del gobierno, el ranking de millonarios de la Forbes, la pestañina, los billetes de cincuenta mil, los clubes sociales, la droga, las revistas de estilo de vida, Mtv, los paseos en yate, los restaurantes de lujo, el vino, los reinados de belleza, el Blackberry, Facebook, las elecciones presidenciales, los tacones, las excursiones de colegio, las semanas de receso, el Vaticano, los libros de sexualidad, Nueva York, tu disfraz de diabla en Hallowen, los premios literarios, la música, las cartas de amor de los poetas, la ONU, las ideologías, el sistema financiero, las fiestas de quince, las exposiciones de arte, la fama, los ascensos laborales, los perfumes, los fines de semana, la industria cinematográfica, el tráfico de diamantes, los intercambios estudiantiles, la depilación con láser, los sueldos con siete ceros a la derecha, la publicidad (en especial la publicidad). Las rosas rojas y los condones, por supuesto.

Toda la infraestructura del mundo es solo una excusa para que follarnos los unos a los otros sea cada vez más fácil.