jueves, 27 de febrero de 2014

Un saludo a los papás

Un amigo que organiza excursiones de colegio me dijo la semana pasada que los niños son la verga pero los papás los estropean. Me contaba que cuando los padres le dejan a los pequeños antes de salir de viaje los cohiben de tal manera que se comportan como unos imbéciles, pero luego, solos y en libertad, vuelven a ser personas.

Pues eso, que somos una desgracia por culpa de nuestros padres, ellos lo son por los suyos, y así hasta llegar al Génesis. Ustedes porque no me conocieron de niño, pero es un milagro que ahora de adulto yo trabaje, baile, juegue fútbol, tenga amigos y hasta haya tenido sexo.

Es que era un desastre. Estoy convencido de que durante mi adolescencia mi papá pensaba que yo era un idiota. Es que no daba. Todo tartamudo, me refugiaba en un walkman para evitar a las personas. No hablaba con nadie, perdía años en el colegio con al menos 11 materias reprobadas y luego en la universidad perdía cinco de siete. No me interesaba nada, andaba por ahí como un idiota sin dar señales de vida. Mi abuela, que vivía con nosotros, les decía a las empleadas que pobrecito yo; mi papá callaba, pero seguro se preocupaba.

Una amiga que es más tarada que yo me confesó que de joven su padre le decía que ella iba a ser todo lo que él no había podido. Qué manera de cagarse a la gente. Digo, ¿por qué mejor no le pegó un tiro? Mi amiga es brillante y mal no le va, pero qué herencia la que carga.

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jueves, 20 de febrero de 2014

La gente pila

Veo la cuenta de Twitter de Hollman Morris y está llena de tuits donde se da autobombo, con fotos de premios que ha recibido, y otros donde lucha por causas sociales para hacer de este mundo un lugar mejor. Yo no sé lo que pasa con ese señor, entiendo que unos lo critican y otros lo alaban, pero ni idea. A mí lo que me incomoda es que presuma de lo pilo que es. Seguro no lo es, fijo es pura rosca.

Qué jartera la gente pila, la que vive afanada por encontrar rápido su lugar en el mundo, la que en el colegio participa en simulacros de la ONU y luego entra a la universidad a estudiar dos carreras porque una sola no le alcanza.

Me aburren los exitosos, los que por talento o por cuna viven recolectando reconocimientos y tienen la vida arreglada antes de los 30. El amigo de una amiga tiene 25 años y se gana una millonada en la OEA. Posa de pilo, como Morris, pero llegó ahí porque su papá está bien conectado. Mientras, su hermano mayor sueña con ser Presidente de Colombia desde los 18. ¿Conoce usted seres más aburridos?

Tengo otro amigo que se ganó una beca en el exterior para hacer una maestría y encima le pagan sueldo por cursarla (podría ser un doctorado, pero quién sabe). A veces me da envidia y me gustaría ser como él, pero luego pienso que qué desgaste tener que dar la talla siempre. Mejor estar apenas por encima del promedio. No se comprará uno una casa de descanso en tierra caliente, pero se vive en paz y no se muere de hambre.

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lunes, 17 de febrero de 2014

Réquiem virtual

A comienzos de enero me llamó mi hermana menor a decirme que creía que la otra, la media, la mayor, la que llevaba décadas viviendo en Estados Unidos, había muerto porque la gente estaba poniendo en su muro de Facebook frases de despedida. 

Yo quise no creerle porque era 9 apenas y no había acabado de recuperarme del 2013 como para enfrentarme al 2014. Así que entré a su perfil de Facebook y, en efecto, la gente posteaba fotos viejas de ella y le decía cuánto la iba a extrañar. Entonces llamé de vuelta a la hermana que aún me quedaba viva a confirmarle que sí. Que no es que lo necesitara, porque la verdad es que me lo estaba confirmando a mí.

Terco como soy, quise asegurarme y le hablé por Whatsapp, por donde siempre nos comunicábamos. Le escribí un mensaje sabiendo que nunca lo iba a contestar, pero ahí se volvió todo más confuso porque quedó con doble chulo, lo que según la leyenda urbana significa que el destinatario lo vio. Luego, para despejar toda duda, le puse un DM por Twitter, los cuales solía contestar al instante, generalmente para reclamarme que nunca le retuiteaba nada de lo que escribía.

¿Qué pasa con las cuentas de internet de alguien que se muere? He leído que cuando Facebook recibe el reporte de que un usuario ha muerto le crea una cuenta tributo que restringe el perfil y la privacidad solo a los amigos, pero lo deja activo para que personas cercanas puedan publicar posts en su memoria.

Es deplorable ver el muro de Facebook de un muerto, lleno de frases de amor para un fallecido. En el de mi hermana aún hoy le están poniendo lo mucho que la quieren y la taguean en fotos viejas que parecen que se las hubieran tomado ayer. Todo es tan doloroso que quisiera sacarla de mis amigos, pero no soy capaz. En parte porque el día que la quiera sumar de nuevo no me va a aceptar, en parte porque quiero saber qué cosas le escriben quienes la extrañan. 

Inquietante lo de mi hermana mayor porque era una persona muy activa que deja tres hijos, y también porque el mismo día de su muerte comentó por la mañana un artículo mío en internet con la siguiente frase: "They sell baby formula and they sell coffins. You literally buy everything you need from birth to death."

La cita pertenece a un programa de televisión, pero no deja de inquietar por el hecho de que tiene las palabras ‘Ataúdes’ y ‘Muerte’. Puede ser coincidencia, puede ser también que a esa hora ya hubiera tomado la decisión de suicidarse más tarde ese día, lo cual es improbable porque parecía estar llena de razones para vivir, aunque uno nunca sabe. Jamás lo sabré y eso es lo bonito que tiene su muerte, porque nada más bello que la incertidumbre.

A veces entro al perfil de Facebook de Tata Cifuentes, el tipo al que asesinó David Manotas Char. Me gusta ver unas fotos donde aparece disfrazado de cavernícola en el último Halloween porque hacen parte de una felicidad que ya no existe. También me meto cada tanto a la cuenta de Twitter de un amigo que murió el pasado diciembre cuando iba por carretera de Bogotá a Medellín. A diferencia de Cifuentes, lo que me gusta de él es que ya no puede darme unfollow.

Igual ocurre con mi hermana, a quien nunca dejaré de seguir porque deseo en secreto que algún día vuelva a tuitear, a ver si esta vez sí le doy RT. 

Publicada en la edición de febrero de la revista Enter. www.enter.co 

jueves, 13 de febrero de 2014

El último soltero

El lunes pasado salí a almorzar y terminé comprando un anillo de compromiso.

A ver.

Hace tres años salí con una prima (prima segunda en realidad). Dejamos de hacerlo para evitar el escándalo familiar y porque se iba a vivir a China, así que no valía la pena enredarse demasiado. Durante ese tiempo hablamos poco y no volvimos a vernos hasta el pasado diciembre. De carambola me enteré de que andaba por Colombia así que decidimos ir a almorzar. Almorzar es el mejor plan porque se trata de un encuentro inocente a mitad del día con un tiempo de duración limitado. Si la cita sale mal, a las dos de la tarde dice uno adiós y listo, pero si las cosas van bien se acuerda otra, usualmente en la noche.

Pues mi prima y yo decidimos vernos esa misma noche para tomar y comer porque aunque no nos lo dijéramos entonces, no queríamos separarnos.

Para resumir, diré que ella llevaba dos años viviendo con un novio inglés que vino a finales del año pasado a Colombia. Lo llevaron de paseo a la costa, conoció a la familia y se metió a todo el mundo al bolsillo; en parte porque hablaba español, en parte porque aquí vemos a un extranjero y nos abrimos de piernas.

Para el día en que mi prima y yo nos reencontramos, su novio ya había regresado a China, feliz de haber dado un paso decisivo en la relación y esperando a que su novia volviera al hogar en cuestión de días.

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jueves, 6 de febrero de 2014

Algún día alguien vendrá por mí

Algún día alguien vendrá a buscarme porque me necesita y yo le voy a decir que no. Ese es mi sueño: castigarlo con mi rechazo por no darse cuenta antes de que yo era especial.

Ocurre que desde niño me siento subvalorado y que nunca he ocupado el lugar que debería. Ahora de adulto me pasa con las mujeres, los premios, las entrevistas; con las clases que he querido dar para tener sexo con mis alumnas, no para enseñarles, que lo único que yo podría enseñar es a escribir, y eso no se enseña.

Me siento tan despreciado, tan echado a un lado que lo único que quiero es revancha. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío y yo llevo décadas añejándola, pero aún hierve en mí como si hubiese empezado ayer.

Me da envidia cuando nombran a los ganadores del Simón Bolívar de periodismo y no estoy entre ellos, por ejemplo. Luego recuerdo que soy un flojazo y además no estoy en la rosca, y para ganar un premio de esos no se puede ser ambas: o empiezas de cero y no paras de trabajar hasta ganarte uno, o eres un vago con apellidos y amigos.

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