jueves, 13 de febrero de 2014

El último soltero

El lunes pasado salí a almorzar y terminé comprando un anillo de compromiso.

A ver.

Hace tres años salí con una prima (prima segunda en realidad). Dejamos de hacerlo para evitar el escándalo familiar y porque se iba a vivir a China, así que no valía la pena enredarse demasiado. Durante ese tiempo hablamos poco y no volvimos a vernos hasta el pasado diciembre. De carambola me enteré de que andaba por Colombia así que decidimos ir a almorzar. Almorzar es el mejor plan porque se trata de un encuentro inocente a mitad del día con un tiempo de duración limitado. Si la cita sale mal, a las dos de la tarde dice uno adiós y listo, pero si las cosas van bien se acuerda otra, usualmente en la noche.

Pues mi prima y yo decidimos vernos esa misma noche para tomar y comer porque aunque no nos lo dijéramos entonces, no queríamos separarnos.

Para resumir, diré que ella llevaba dos años viviendo con un novio inglés que vino a finales del año pasado a Colombia. Lo llevaron de paseo a la costa, conoció a la familia y se metió a todo el mundo al bolsillo; en parte porque hablaba español, en parte porque aquí vemos a un extranjero y nos abrimos de piernas.

Para el día en que mi prima y yo nos reencontramos, su novio ya había regresado a China, feliz de haber dado un paso decisivo en la relación y esperando a que su novia volviera al hogar en cuestión de días.

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