miércoles, 1 de octubre de 2014

El sombrerito hipster

Ahora ando con un sombrero hipster, de esos que se parecen a los que usaban los detectives de las series policíacas gringas. Lo hago no por gusto sino porque me toca: me hice una operación en la cabeza, no me puede dar el sol durante un mes y las gorras de beisbolistas no me sirven porque son muy ajustadas al cráneo.

El punto es que me siento ridículo y vivo explicándole a todo el que se me cruza la razón de mi nuevo atuendo. Mi sicóloga me dice que yo soy inseguro y que me la paso justificando todo lo que digo y hago. Es cierto, me puede la culpa y con cada acto siento que la estoy cagando. Es un infierno vivir así, flagelándose por los errores reales, los imaginarios y los ajenos, excusándose hasta por respirar. Yo me disculpo con el mundo entero por tomar gaseosa en una reunión donde los demás toman vino y por usar un sombrero hipster por necesidad.

Pero no solo por el sombrerito ese es que me avergüenzo. Es que además este es un país conservador, y no lo digo porque se escandalice cuando dos personas del mismo sexo quieren casarse o porque censuren una exposición de vaginas; no voy tan lejos. Los amigos, los suyos y los míos, son tremendamente derechistas así quieran aparentar lo contrario. Acá miran feo a la madre soltera, o peor, a la mujer que no se ha casado a los 35. Salga a la calle con un pantalón anaranjado, peluquéese raro, muestre cierta simpatía por alguna de las medidas tomadas por Gustavo Petro, diga que no cree en Dios o que Andrés Carne de Res es una porquería y lo tacharan de comunista, irreverente, loco y hasta marica (por lo del pantalón naranja).

Por eso lo del sombrerito hipster me tiene jodido y para evitar el bochorno trato de salir a la calle cuando el día está nublado o después de seis. Pero hablando de hipsters, quiero decir que yo los admiro por tener el temple de andar como se les da la gana. Los odio y deseo que se mueran, pero les envidio la personalidad, la delgadez y las hembras con las que andan. Lo que no entiendo es que usen el mismo tipo de sombrero que estoy usando yo, pero por voluntad propia.

Tienen tintes de secta los hipsters, con sus bigotes tipo Dalí (pero sin una pizca de su genialidad), rellenos de productos Apple, montados en bicicletas tipo panadero que les costaron una fortuna porque están engalladas, sus gafas de marco grueso para dárselas de intelectual, todos originales, sensibles y creativos, todos artistas o publicistas. Los hipsters locales creen que esto es Nueva York, oyen música exótica y usan cosas artesanales, no porque les guste sino por dárselas de contraculturales, y así se bañen todos los días lucen como si nunca pasaran por la ducha. Parece que se vistieran con los que a los demás les sobra pero la verdad es que invierten mucho tiempo y una fortuna en lucir descomplicados.

Muy alternativos y lo que sea, pero va mucho hipster a Alimentarte, Estéreo Picnic y Las puertas del cielo, tres eventos masivos diseñados para idiotas, así el primero de ellos sea por una buena causa. En Barranquilla, de donde vengo, no hay hipsters porque no se puede ser hipster y vivir en tierra caliente. Y si existen son segregados, porque si Bogotá se las da de cosmopolita y es en realidad un pueblo del siglo XIX, qué decir de la capital del Atlántico, donde miran raro al que no oye vallenato, no toma whisky y tiene una sola mujer. Allá no me la montarían por andar con cachucha de beisbolista, por ejemplo.

Estoy esperando a que cicatrice mi cabeza para poder retomar mi vida, ya que estos días de convaleciente los vivo como si fueran un espejismo. Tengo siempre el sombrerito hipster  a mano por si me toca salir de urgencia. La última vez  que pisé la calle me crucé con un tipo de sombrero, bigote y cicla de panadero que me saludó alzando las cejas, como si yo fuera uno de ellos. Debe ser una seña secreta que usan los hipsters. Lo dicho, son una secta. 

lunes, 15 de septiembre de 2014

Los estudios científicos

Cada tanto sale en el mundo un estudio científico que nos trae nuevas revelaciones. Y ni siquiera cada tanto, los oye uno con tal frecuencia que dan la impresión de que fueran revelados de a diez por día. ¿Dónde están estos científicos? ¿Quién los financia? ¿Por qué estudian tanto? Yo a veces creo que son mentira porque en vez de ver en la calle los avances de los que hablan en los medios, lo que ve uno son más televisores pantalla plana y teléfonos inteligentes con más funciones.

Siempre hay uno contra la comida de McDonald’s, como si los estudios científicos fueran promovidos por el castrochavismo antiyanqui, una corriente tan o más falsa que los mismos estudios científicos de los que nos nutrimos. Sobre la comida de McDonald’s he oído todo tipo de basura (aunque mejor oírla que comérsela, supongo).

Los estudios científicos han diseccionado los ingredientes de las papas de la cadena norteamericana de comida rápida, otros aseguran que sus hamburguesas no son aptas para el consumo humano y que están tan llenas de componentes artificiales que nunca se descomponen, mientras que después de quemarse las cejas, unos científicos de Noruega, que suena a país serio, aseguraron que el lugar más limpio de los McDonald’s es el baño.

El asunto da para tanto, que en medio de tanto detractor hay un defensor: un científico de la universidad de Iowa adelgazó 16 kilos y bajó los niveles de colesterol en su sangre a punta de comer comida de McDonald’s durante 90 días, entre otros rituales. Lo cierto es que, a favor o en contra, a McDonald’s no ha podido tumbarla ningún hombre de ciencia. La marca es tan fuerte que vende 75 hamburguesas por segundo en todo el mundo y hasta hay un indicador económico que lleva el nombre de su producto más famoso: el Índice Big Mac.

Pero de vuelta a los estudios científicos, que es lo que nos convoca. La gente habla de ellos con la misma pasión con la que se refiere a la muerte de un conocido, al clima o a un partido de la selección Colombia, todos temas diseñados para amenizar nuestras horas de aburrimiento. Sirven también para que los periodistas radiales sin material cojan un cable de agencia con algún estudio hecho en la Universidad de Oxford y lo digan al aire para justificar el sueldo. Parece que hacen muchos estudios científicos en la universidades, menos en la mía. Yo, con todo respeto, nunca he oído que un estudio hecho por la Javeriana afirme tal o cual cosa.

Sacan cada conclusión los estudios científicos: que todo da cáncer y que todo engorda, más que todo; pero también que los hermanos mayores son más inteligentes que los menores, que hacer abdominales no ayuda a reducir el estómago, o que entre más selfies se tome una persona es porque menos sexo tiene. Parece que si eres científico, tu tarea no es ayudar a la gente sino desbaratarle aquello en lo que ha creído toda la vida. Y nosotros caemos: damos por irrefutable lo que dicen los científicos y no nos damos cuenta de que, desde la ciencia, las leyes y la religión, la Humanidad se la ha pasado rectificándose a sí misma.

Hace unos meses salió un estudio científico que revelaba la existencia de la llamada ‘mujer sapiosexual’, la cual siente atracción hacia un hombre por su inteligencia. Lo chistoso del asunto es que hablaban de ella no como si hubiese estado siempre entre nosotros, sino como si fuera una especie rara y novedosa hallada en el interior de una caverna, una clase de neardental de los sentimientos. Aunque cada vez haya más científicos y más estudios, yo soy un clásico que me quedo con la teoría de Freud, la cual tiene su buen tiempo ya. Sapiosexuales o no, para repetir la experiencia o hacer las paces con él, las mujeres buscan siempre la misma cosa: a su padre.

Publicada en la edición de septiembre de la revista Enter. www.enter.co

jueves, 28 de agosto de 2014

Reto

 “¿Quién sería el retrasado de lo del balde de agua?”, me preguntó una amiga la semana pasada. Se refería al ‘Ice bucket challenge’, por supuesto, algo que se volvió sensación en redes sociales en cuestión de horas, lo cual no tiene mérito alguno porque hoy cualquier cosa es furor en internet por nada.

Un día el ‘Ice bucket challenge’ no existía y al siguiente estaba entre nosotros para quedarse. Igual ocurre con muchas de las cosas malas que tiene el mundo, como el Ébola, una enfermedad de la que no sabíamos nada y que cuando oímos de ella por primera vez ya se había cargado a miles de personas. Lo de la cubeta lo empezó a practicar la gente sin saber bien su mecánica, solo porque unos famosos comenzaron a hacerlo. Yo al primero que vi fue a Cristiano Ronaldo, y como ese señor es un tremendo jugador de fútbol pero también un imbécil muy grande, se me hizo una huevonada.

Luego, leyendo sobre el tema, descubrí que eso de echarse un baldado de agua fría encima se lo inventaron para recolectar dinero para la gente que sufre de una enfermedad degenerativa llamada Esclerosis Lateral Amiotrófica. Y buscando un poco más di con que Corey Griffin, uno de sus impulsores, murió ahogado tras lanzarse a un lago poco después de que la campaña iniciara. Al momento de su muerte se habían recolectado 100.000 dólares, hoy el chiste va ya en 50 millones.

Lea aquí la entrada completa

lunes, 25 de agosto de 2014

El dinero plástico

Yo quiero que alguien me explique por qué es más práctico usar tarjeta que efectivo para pagar las cosas, porque la verdad es que no lo entiendo. Es claro que uno no compra una casa con fajos de billetes, pero es que no hablo de eso, sino de la manía de usar dinero plástico hasta para la transacción más insignificante.

Me parecen desconsideradas las personas que pagan el mercado con la débito porque son unas flojas que no piensan en los demás: en lugar de hacer fila en el cajero para retirar efectivo y luego hacer la fila en el supermercado, hacen solo la segunda y retrasan al resto del mundo. Porque el sistema financiero y los usuarios pueden decir misa, pero pagar con tarjeta complica las cosas en vez de simplificarlas.

Tengo analizada la fila del supermercado al que voy, y las personas que pagan con tarjeta detienen todo. Acá en Colombia la línea suele irse cada tanto, lo que hace que todo se demore. Y así funcione, mientras que pasan la tarjeta, meten la clave, le imprimen el recibo, lo firman, lo devuelven y reciben lo factura pasan millones de años. Por lo general, las que más se toman su tiempo en ese tipo de transacciones son las señoras ricas que cargan más dinero plástico del que pueden gastar y hacen mercado un martes a las 10 de la mañana porque no tienen nada más que hacer en esta vida. Y si no están ellas, nunca falta el que paga una gaseosa y un brownie con la débito, todo un escupitajo a la cara.

En teoría es más seguro y limpio usar dinero plástico, yo digo que son bobadas, como si cargar con unos billetes y un puñado de monedas fuera lo más engorroso del mundo. “El efectivo es sucio porque ha pasado por muchas manos”, suelen decir, como si las transacciones bancarias virtuales estuvieran exentas de porquerías morales, que son peores.

También argumentan que por usar las tarjetas devuelven no se cuántos puntos del IVA y regalan millas para volar gratis. ¿De verdad? ¿No conocen el sistema financiero? ¿Ustedes de verdad creen que los bancos regalan algo porque sí? Y después nos quejamos porque las entidades financieras nos tienen de los testículos.

Es que con la plata de verdad no hay pierde, los billetes son bienvenidos en todos lados, no hay sistema caído ni banda magnética desgastada que lo detenga. Trate usted de sobornar a un policía o de contratar a una prostituta de la calle con tarjeta débito, a ver qué le dicen.

Por eso yo tengo una relación íntima con el efectivo. Escondo en mi casa una caleta con billetes de baja denominación y siempre cargo con efectivo, parezco narco pobre. Y lo hago es de tacaño, para no gastar más de la cuenta. Soy tan amarrado que cuando sé que voy a coger taxi dejo la tarjeta débito en la casa, aunque muchas veces haya oído que si a uno le hacen el paseo millonario y no tiene plata, corre el riesgo de que los delincuentes lo maten. Prefiero que me maten a que me roben, así de tacaño soy.

Aunque peor que yo están los que guardan las nuevas monedas de mil. No se encuentran en la calle aunque el Banco de la República haya sacado a circulación 175 millones de ellas, y no se encuentran es porque la gente las acapara por bonitas y para llenar la alcancía de la casa. Gran contraste: se la dan de cosmopolitas haciendo transacciones con dinero virtual para no ensuciarse las manos, pero llenan un marrano como si aún les dieran mesada para el colegio. Abra los ojos, que si usted tiene más de 30 años y su forma de ahorro es guardar monedas de mil, ya viene siendo hora de preocuparse.

Publicada en la edición de agosto de la revista Enter. www.enter.co

jueves, 21 de agosto de 2014

La clase media

El fin de semana pasado fui a hacer compras para la casa y luego a almorzar y había filas en todo: para parquear en el centro comercial, para almorzar en El Corral, para comprar en la Panamericana. Fue un asco, todo estaba lleno de personas de clase media. Dicen que la clase media sostiene la economía mundial, lo que más o menos quiere decir que el planeta entero está cimentado en la mediocridad, lo que sirve para entender el origen de muchos de los males que nos aquejan. Porque es una plaga la clase media, se debería llamar clase mediocre: gente con la habilidad suficiente para no morirse de hambre, pero llena de limitaciones y miedos para dar un salto de calidad.

La clase media está loca y compra todo a plazos: pasa la tarjeta de crédito para viajar y paga en cuotas mensuales un carro que vale 20 veces su sueldo porque cree que un carro, así sea el de más baja gama, le sube el estrato. Gracias a la clase media el mundo se mueve, pero también por culpa de ella es que hay sobrepoblación y trancones. Un clase media empeñaría a la mamá si fuera necesario con tal de obtener el último computador. Tener iPhone 5 pero montar en bus, eso es ser clase media.

La clase media compra en Zara y similares porque quiere lucir bien pero no tiene la plata para entrar a un Hugo Boss. Su casa está armada con cosas de Tugó y Homecenter, que son hasta bonitas, pero de calidad regular. En general, un clase media está lleno de bienes que parecen finos pero que son todos desechables. La clase media aspira a todo de lo de la clase alta, pero chiviado: carros asiáticos con diseño europeo y viajes a Cartagena, donde se hospeda en las cabañas de la caja de compensación familiar a la que está afiliada. Para hacer un plan así, que incluye hasta recreacionista, es mejor quedarse en la casa y no conocer el mar.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 14 de agosto de 2014

El primer mercado de mi vida

No espero compasión ni lástima al decir que el fin de semana pasado hice el primer mercado de mi vida. El primero en serio, digo. De niño fui muchas veces con mi madre al supermercado, pero era un mercado ajeno; yo era un parásito que consumía lo que mi papá producía y ella preparaba. Tampoco hablo de las compras de soltero que hice durante los más de quince años que viví solo y que consistían en salchichas, chocolatinas, carne y, en ocasiones, lechuga; todo pensado para ser preparado en no más de diez minutos. Una de las cosas de ser soltero es que comer no es un acto social sino de supervivencia, puro trámite.

Ahora que estoy ensayando para el matrimonio, lo que hice fue un mercado de verdad. Mercado de casa, de familia, de esos de carro lleno que odian encontrarse por delante los solteros cuando llegan a la caja a pagar los pocos insumos que llevan en la canasta.

Me estresó el valor de la compra, siete veces superior a lo que me gastaba cuando vivía solo, pero es que llevamos de todo: cuatro tipos de carne legumbres, frutas, verduras, comida enlatada, para hornear, golosinas y hasta especias. Cuando de especias se trata, un soltero apenas compra sal, y a veces, pimienta.

Hacer mercado de verdad es una cadena, no de gastos, sino de consumo, donde uno adquiere más de lo que puede comer. Ahora tengo la nevera llena por primera vez en mi vida, y la despensa también. Estoy tan desacostumbrado a la abundancia que el otro día no salí de la casa y pasé hambre porque no se me ocurrió ver que el congelador estaba repleto y que en la despensa había todo tipo de granos y enlatados. Es que antes en mi nevera había solo hielo (y eso).

Lea la entrada completa aquí

lunes, 28 de julio de 2014

¿Ustedes me quieren?

Un amigo de Facebook que ni siquiera es amigo, de esos que ve uno en la calle y no reconoce y con el que nunca se ha interactuado ni para el saludo, me escribe por el chat. Dice hola y luego me manda un link para que le dé like a la foto a ver si se gana un concurso. Yo no entiendo a esa gente que no habla nunca y cuando da la cara es para pedir un like, es peor que la que solo aparece para pedir plata prestada.

Culpa del sistema, que es imperfecto. Las redes sociales están llenas de concursos que los ganan los que obtienen más likes o retuits. Cuando eso pasa, los participantes se ponen a mover la maquinaria para ganar así no sean los mejores, justo como los políticos en época de elecciones. Y lo peor es que toca darles me gusta a unas cosas horrendas que a uno ni le agradan, y luego esos likes quedan en el timeline para que todo el mundo lo vea: “A nosequiencito le gusta la foto de fulanito”.

Es un infierno eso de buscar ser aceptado en el mundo digital. Yo me mato por el like y el retuit cada vez que escribo un artículo. En parte porque necesito subirme el ego como sea, en parte porque así es como miden los medios a los periodistas que contratan para que les produzcan contenidos.

Cada vez que comparto una de mis columnas en redes sociales empiezo el conteo. Sueño con llenarme de likes, favs, retuits y comentarios de manera inmediata, y la verdad es que me ocurre con frecuencia. Cuando no, se me viene el mundo al piso. ¿Usted me quiere joder? No le dé like a un artículo mío. Estoy como esas mujeres que montan una foto a Facebook para que las llenen de me gusta y comentarios morbosos, y ni así se les sube la autoestima.

Me calibro y me calibran por los likes así el artículo sea una porquería, porque en el periodismo de internet la calidad se ha vuelto plato de segunda mano. O más bien, popularidad y calidad no van necesariamente de la mano. Es desmoralizante ver que la red está repleta de reportajes y artículos impopulares y de pendejadas adoradas por millones. Además que es una incógnita, nunca se sabe qué de lo que publique va a ser un hit y qué, una porquería en términos de rating. 

Hay medios en los que me han sugerido la forma en que debo escribir para atraer más lectores y me han revelado incluso la cifra mínima necesaria para que mis publicaciones sean consideradas exitosas. ¿Cómo no vivir sugestionado así? Por eso es que me la paso metido a las redes sociales a ver el estado de mis publicaciones y entro a Klout para ver lo influyente que en teoría me he vuelto. Klout es el banco de los pobres, cuando alguien entra y el índice ha subido, se pone feliz. Así deben sentir los ricos cuando la cuenta corriente engorda un puñado de millones de un día para otro.

Hace unos meses leí un artículo que aseguraba que un like valía 1741 dólares. Supongo que será para las empresas, porque yo de ese dinero no he visto un centavo. Por estos días no escribo para buscarme en mis entrañas, ni para contar el mundo, ni para encontrar la paz mental tan necesaria, sino para que me den likes y así me sigan contratando. Pasé de probarme que soy bueno a demostrarles a otros que soy rentable, qué porquería.

Publicada en la edición de julio de la revista Enter. www.enter.co

lunes, 21 de julio de 2014

19 razones para no leer una columna de opinión

El título es una mentira. Ni voy a dar 19 razones ni les voy a decir que no lean una columna de opinión. El nombre del artículo lo puse de gancho para que entraran, porque eso es lo que está mandando la parada en internet.

Nos gustan las listas, siempre lo supimos; lo que nunca sospechamos es que estos se fueran a tomar las redes y que un método tan sencillo fuera a tener buenos resultados. Hoy los medios digitales están llenos de listados para todo, y ahora son con números no redondos. Entre mas raros (63, 11, 23), más rápido entra la gente porque ya no la sorprenden los listados con 5, 10 ó 20 numerales.

Le pregunté por el fenómeno a un amigo que trabaja en una página de internet y me dijo que lo hacían por los clicks, las páginas vistas y los visitantes únicos, que son las estadísticas que mandan la parada a la hora de vender pauta publicitaria, que es lo que permite que los medios digitales sobrevivan.

Pues a esto hemos llegado por la plata, a hacer listados a la loca. Yo los veía todos hasta que descubrí la trampa. Al primero que entré se llamaba ’10 razones por las que en 2013 dejarás tu trabajo’. Se me hizo novedosísimo y además me venía como anillo al dedo porque estaba cansado de ser empleado. Luego vinieron en fila recuentos tipo ’11 motivos para dormir con tu bebé’, ’22 lugares que no vas a creer que realmente existen’, ’29 sentimientos que son mejores que el sexo’ y ‘Las 31 piscinas más exóticas del mundo’.Todos, rankings con poco o ningún tipo de interés.

Pero el peor es uno que dizque fue “furor en las redes sociales” (ahora, hasta un moco pegado en la pared causa furor en redes sociales) que se llamaba ‘Razones por las que enamorarse de una mujer periodista es maravilloso’. Kilos de mierda, uno encima de otro, tenía ese artículo.

Para empezar, las periodistas no son maravillosas, son una jartera. Las que son hembras son también unas tapias, ex reinas que pasan de los desfiles a presentar farándula o a hacer relaciones públicas. También están las que se meten a publicidad, gremio al que no le cabe un idiota más. Por último están las periodistas que escriben, que además de feas son unas mamertas que se creen la verga porque saben juntar tres palabras. Eso, y encima son superinteligentes, supercríticas y no pierden una discusión porque todo lo analizan y todo lo saben.

Pero volviendo a los medios, también han cogido la maña de presentar las noticias incompletas para que uno entre a verlas. Ejemplos: ‘María Luisa Piraquive, la polémica pastora del MIRA, protagoniza un nuevo escándalo. Aquí los detalles’; o ‘Uno de los técnicos de los equipos bogotanos renunció hoy a su cargo. Conoce de quien se trata’.

También se pasan de abusivos al titular piezas tipo ‘20 chistes que solo los intelectuales entienden’ para que la mitad mire a ver si los entiende, o ‘35 cortes de pelo chistosos’; luego subtitulan "El 17 esta de no creer" para que uno entre y busque ansioso el 17, solo para descubrir que es una huevonada.

Cada vez que veo una noticia así, me muero de curiosidad por saber cuál fue el técnico que renunció, descubrir qué tan intelectual soy, o ver el peinado 17. Pero no cedo. No les voy a regalar mi click, por manipuladores.

En el caso de esta columna, muchos van a entrar a leerla por el nombre y la van a abandonar al primer párrafo porque no cumple con lo prometido en el título. Luego se irán en busca de 14 razones para casarse después de los 30 años, o de las 36 formas de hacer sonreír a una mujer. Para entonces será muy tarde porque ya me habrán dado su click, que era lo que necesitaba. Cayeron, zoquetes.

Publicada en la edición de junio de la revista Enter. www.enter.co

lunes, 14 de julio de 2014

Los adoradores de MisterChip

Me aburrí de MisterChip, el tipo de Twitter que da estadísticas todo el tiempo. Empecé a seguirlo en el mundial de 2010 porque era novedad y tiraba cada dato que lo dejaba a uno descrestado, pero le di unfollow antes de que empezara este de Brasil porque descubrí que no decía nada relevante. Mister Chip fue la sensación en Sudáfrica y su nombre se fue esparciendo entre periodistas, deportistas y aficionados al fútbol. De hecho, sus datos empezaron a ser usados en las transmisiones de los partidos, costumbre que se extendió, una vez finalizado el torneo, a más competiciones y a otros deportes.

Y está bien, tiene su gracia. Al español Alexis Martín Tamayo (así se llama) se le abona su dedicación y su profesionalismo. En entrevistas ha confesado que empezó a juntar datos a los 8 años a manera de pasatiempo porque sentía que a las transmisiones de fútbol les faltaba algo, y la verdad es que a sus 41 años puede decir que ha dedicado su vida a ello. Y está bien, pocas personas han sido capaces de convertir su obsesión en un estilo de vida y una forma de sustento.

Pero una cosa son su esfuerzo, seriedad y exactitud, y otra su inutilidad. Uno lee bien, y salvo uno que otro dato relevante esparcido por ahí, MisterChip no dice nada importante. Más de 70 mil tuits redactados a lo largo de cinco años, casi todos llenos de datos que no importan. Basta con meterse a su timeline para leer cosas como que Schurrle es el primer jugador del Chelsea que hace un pase gol en la final de un mundial, o que hasta la final contra Alemania, Argentina nunca había perdido un partido usando el uniforme azul. ¿En serio? ¿De verdad importa eso?

Lea la entrada completa aquí


jueves, 10 de julio de 2014

Corre, que ahí viene Bora

En el diccionario ilustrado del fútbol, junto a la palabra ‘Leyenda’ sale una foto de Velibor Milutinovic, que es el señor canoso, de gafas, saco lila y bufanda gris que ve usted rodeado de gente. El Serbio nació hace 69 años en la antigua Yugoslavia y el mundo lo conoce por haber dirigido a cinco selecciones diferentes durante cinco mundiales consecutivos. Con México en el 86, Costa Rica en el 90, Estados Unidos en 94 y Nigeria en el 98 superó al menos la primera fase. Luego con China en el 2002 se quedó en la ronda de grupos, pero en aquel país es recordado por haber logrado la hazaña de clasificarlos a un mundial, cosa que no habían logrado antes y que no han vuelto a conseguir desde entonces.

Anda en el mundial Milutinovic, porque el mundial es lo suyo. Es tan conocido y tan querido que el mundo entero le llama ‘Bora’. Uno le dice “Bora” para llamarlo y el tipo voltea de inmediato, siempre con una sonrisa. A donde llega es rodeado de hinchas, periodistas y colegas, y él los atiende a todos. El otro día estuvo hora y media en la sala de prensa del Maracaná sin poder pasar de la puerta porque se le fueron encima nigerianos, chinos, indios, paquistaníes, españoles, latinos, dos tipos de la FIFA, todos a saludarlo, y él los atendió a todos sin perder la compostura.

Es tan amable Bora que yo me le acerqué a decirle en tono de chiste que no lo dejaban entrar y él me respondió que no había problema. Incluso me dio la mano sin yo extendérsela. Luego pensé que con razón ha dirigido a tantos equipos, si no le dice que no a nadie. De hecho, luego de China estuvo al frente de Honduras, Jamaica e Irak, y hoy trabaja como embajador del mundial de Qatar 2022. Milutinovic encarna en su ser la ONU del fútbol, raro que no haya pasado por Colombia.

Lea la entrada completa aquí

lunes, 7 de julio de 2014

Un árbitro y dos mentiras

Yo no sé si el árbitro del Brasil – Colombia estaba comprado, lo que sí sé es que el equipo de Pekerman no perdió por culpa de él. Durante el partido, y después también, hubo avalancha de comentarios contra el español Carlos Velasco por su desempeño, casi todos acusándolo de la eliminación de Colombia en cuartos de final.

Para empezar, el fútbol es una actividad corrupta y se sabe, así como también se sabe que a Brasil lo iban a meter a semifinales como fuera, así que no hay por qué sorprenderse. Indignarse, de golpe, pero cero sorpresas. Y está lo otro, y es que Velasco pitó mal para ambos lados. Si perjudicó a Colombia, lo hizo tan bien, o tan mal, que ni se notó.

Si Brasil compró al árbitro, le pegaron una tumbada de antología: le pitaron un penalti en contra, le sacaron amarilla a su capitán (que por esa tarjeta no podrá estar en la semifinal contra Alemania), y al tipo que sacó de la copa a su principal figura no le pusieron ni amarilla. En el primer tiempo, antes de la entrada a Neymar, Zúñiga le dio una patada en la rodilla a Hulk por la que tampoco fue amonestado. De haber estado ladeado Velasco, Colombia habría terminado el partido con diez jugadores.

Y no creo que la intención de Zúñiga fuera lesionar a Neymar como lo hizo, pero tampoco fue un accidente ni un choque fortuito. Uno no le entra de espaldas a alguien con la rodilla arriba porque sí.

Pero bueno, el punto es que estamos acostumbrados a culpar a los demás de nuestras desgracias. Las cosas malas que nos ocurren son siempre por terceros, nunca por nosotros, pobres víctimas. Por eso es más fácil decir que Colombia no está en semifinales por el árbitro y no porque fue inferior al compromiso. Porque eso fue, Colombia no se creyó el cuento de que estaba ante la oportunidad histórica de eliminar en su casa al pentacampeón del mundo. Tocados en su orgullo después del susto contra Chile, los brasileños entraron a arrollar y se encontraron con un gol rápido que fue todo culpa de Colombia: en el primer palo había cuatro colombianos marcando a dos brasileños, Ospina dejó pasear el balón en el área chica y, en el segundo poste, Thiago Silva le madrugó a Sánchez.

lea la entrada completa aquí

viernes, 4 de julio de 2014

No vengan a Brasil

No vengan a Brasil, de corazón. No se dejen descrestar por la foto de apertura, que aunque bonita, lo cierto este país no tiene nada que ofrecer. Todo lo que acá se pueda encontrar (playas, gente, naturaleza, fiesta, hoteles de lujo), existe también en cualquier otro lugar del mundo, pero a mitad de precio. Porque este país es ridículamente caro. Y no solo a mitad de precio, sino limpio y seguro, porque este país, en especial Río de Janeiro, también es ridículamente inseguro y huele a orines.

Con lo que me costó el pasaje a Río me iba dos veces a Europa, y con lo que pagamos por cinco semanas de apartamento se puede adquirir un carro. Acá, salir a comer a la calle es como ir todos los días a un restaurante de los hermanos Rausch y las cosas son terriblemente lentas, nada anda. Hay filas en todas las cajas de Río de Janeiro porque acá hasta pagar unos chicles es un trámite burocrático. No hay caja de droguería, supermercado, almacén o restaurante que no esté congestionada el día entero. Y el embotellamiento también se ve en las calles. La movilidad es peor que la de Bogotá aunque, hay que decirlo, no se ve una sola calle rota. 

No vengan a Brasil, de verdad, que acá hay peores ladrones que en Colombia. El restaurante al que siempre iba a almorzar subió los precios durante la segunda semana del mundial. Pedí hablar con el dueño al respecto y me dijo que lo había hecho porque había más demanda que de costumbre. Es una ley de la economía que cualquiera aplica, pero no deja ser ofensivo que se la hagan a uno en la cara. Brasil es un lugar con 200 millones de costeños, y eso es insufrible. Yo me aguanto Barranquilla porque allí nací y son solo dos millones.

Lea aquí la entrada completa

martes, 1 de julio de 2014

El rector del colegio

La sanción a Suárez por el mordisco a Chiellini es exagerada, populista, e incoherente. Exagerada porque darle nueve fechas es dejarlo sin mundial y un poco más. Populista porque qué es eso de cuatro meses sin poder entrar a ningún estadio del mundo y la obligación de abandonar Brasil, como si fuera un delincuente internacional y no una persona enferma que además de un castigo necesita ayuda sicológica. E incoherente porque no se entiende la política ni los estándares morales de este deporte.

En un torneo lleno de cochinadas, Luis Suárez es una especie de Lee Harvey Oswald, el pendejo que hay que colgar y exhibir para mandar un mensaje. Dijeron que su conducta era intolerable (y lo fue) y que era preocupante el impacto de las imágenes de Suárez mordiendo a un rival en los hinchas en todo el mundo, incluidos los niños. Supongo a la gente del fútbol le importa mucho las repercusiones que una agresión física pueda tener en las futuras generaciones, pero le tiene sin cuidado que las autoridades brasileñas hayan desalojado a la fuerza a 600 familias de la favela Metrô-Mangueira, vecina del Maracaná.

Lea la entrada completa aquí

viernes, 27 de junio de 2014

Teníamos tan poco

Teníamos tan poco que esta es la mejor actuación de Colombia en un mundial.

Teníamos tan poco que tocó que llegara un extranjero a ponerle orden a esto. Porque muy James y muy Cuadrado y my récord de Mondragón, el mayor responsable. Sin él, ni al mundial habrían ido.

Teníamos tan poco que el día que Colombia le ganó a Costa de Marfil se convirtió en la mejor selección de toda la historia de este país. Bastaron dos juegos para romper todos los récords.

Teníamos tan poco que antes de ese día en Brasilia, nunca antes había ganado dos partidos en un mismo mundial.

Teníamos tan poco que Valderrama dijo luego de la victoria contra Costa de Marfil que este equipo no era mejor que el que él condujo en los 90, porque el suyo había ido a tres mundiales y clasificado en octavos de final una vez. Estaba equivocado, porque su Colombia nunca ganó su grupo, ni siquiera quedó segunda. En Italia 90 clasificó como mejor tercero, mientras que en 94 y 98 el tercer lugar en el bolsillo, se quedó en primera fase.

miércoles, 25 de junio de 2014

El inquilinato

Dos tipos de periodistas vienen a cubrir el mundial, dos estratos: el seis y el Sisbén. Al primer grupo pertenecen los de televisión, principalmente. Vienen en combo, grupos numerosos de técnicos, camarógrafos, asistentes, presentadores, narradores y comentaristas. Sus empresas les dan los tiquetes aéreos, viáticos, carros, les alquilan buenos apartamentos o los hospedan en hoteles de cuatro estrellas para arriba. Las cadenas de televisión son las que más facturan por publicidad y además tienen los derechos de transmisión, por eso se dan el lujo de traer un ejército. Univisión, por ejemplo, llegó a Brasil con 300 personas.

Luego estamos los que escribimos, que venimos al mundial y vemos los partidos desde el estadio igual, pero no nos sobran los lujos. No es que nos estemos muriendo de hambre, pero lo que no hacemos por nosotros mismos no nos lo hace nadie. Al mundial asistimos por gomosos y porque el director del medio nos sigue la cuerda, pero salvo excepciones (El Tiempo), toca rebuscársela para aguantar el mes entero.

Nos hospedamos en apartamentos modestos, nos medimos en los gastos, no vamos a restaurantes de lujo y andamos con un morral a toda hora. Porque eso sí, viajero de combate que se respete anda siempre con un morral, una especie de kit portátil por si se presenta cualquier emergencia. Repito, no nos estamos muriendo de hambre, pero si nos podemos ahorrar un real por este lado y dos por el otro, regio.

En mi caso, por ejemplo, estamos diez en un apartamento para seis. Es como un inquilinato: tres cuartos, dos baños, aunque en realidad es uno, porque el segundo es de emergencia. Es estrecho, queda al lado de la cocina y tiene la ducha encima del inodoro. Pagamos por un mes de arriendo lo que costaría en Bogotá un apartamento estrato seis, y dormimos de a tres en cuartos hechos para dos. Al principio de nuestra estadía, había que cerrar la entrada de gas de la estufa para que saliera agua caliente en la ducha, pero al tercer día el calentador sacó la mano. Llamamos a la dueña para que lo arreglará, pero no volvió a contestar el teléfono, así que ya nos resignamos y nos estamos bañando con agua fría.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 19 de junio de 2014

Tu arquero es malo

A Gustavo Poyet me lo crucé el otro día en la sala de prensa. No lo abordé de inmediato porque estaba hablando por celular, así que esperé 15 minutos a que colgara, como quien no quiere la cosa, para que no se me fuera a ir.

Pasado el tiempo me le acerqué y le dije “Gustavo”, como si lo conociera. Él volteó, me presenté, y empezamos a hablar. Por si no sabe, Poyet es el actual entrenador del Sunderland de Inglaterra. Yo lo admiro por el jugador que fue, pero también porque en esta temporada que acaba de terminar evitó el descenso cuando tenía todo para irse a la B. Llevaba las de perder porque su equipo acumulaba cinco derrotas consecutivas y en las últimas fechas tenía que enfrentarse a Manchester United, Manchester City y Chelsea, todos como visitante. Y pasó lo increíble: no perdió. Le ganó al United y el Chelsea y empató contra el City. Al final, su hazaña mandó a segunda división al Norwich.

En Europa, Poyet jugó en el Real Zaragoza, Chelsea y Tottenham Hotspur, y con los dos primeros ganó la Recopa de Europa. Poyet estaba emocionado, tanto como yo, porque era su primer mundial. Increíble que un jugador como él nunca hubiera disputado uno, pero así son las cosas. Cuando estaba activo, su país, Uruguay, tuvo un bache de 12 años sin mundiales. En 1990 aún no alcanzaba su pico máximo de rendimiento, y para 2002 ya contaba con 35 años.

jueves, 12 de junio de 2014

Las notas de color

Ya no basta con analizar el 4-4-2 con líbero alternado y volante trescuartista, como hace el profe Vélez en radio y televisión. Ahora, desde hace rato en realidad, a los periodistas nos piden que hagamos ‘notas de color’ cuando venimos a un evento como el mundial de fútbol.

‘Notas de color’, qué nombre tan marica para una actividad que consiste en hacerles preguntas idiotas a personajes aún más idiotas. Como yo no soy Carlos Antonio Vélez ni Javier Hernández Bonnett, que viven de analizar partidos y dárselas de que saben más que el técnico (pero suéltenles un equipo para que vean cómo lo mandan a la B en un semestre), la gente espera que yo haga unas notas de color con cuanto fanático me encuentre, y yo me niego, porque el que queda en ridículo no es solo el entrevistado, sino el reportero que se puso a hacer la nota. Para hacer notas de color, supongo, acá está también Jota Mario Valencia, a quien ayer me encontré en el IBC, el centro de medios del torneo. Él y yo estamos en las mismas: diciendo desde acá las bobadas que podríamos decir en Bogotá.

Precisamente ayer, 12 horas después de haber aterrizado en Río de Janeiro, me encontré con Jorge Alfredo Vargas, a quien ve uno muy formal de traje y corbata presentando noticias como para que esté en la playa de Copacabana haciendo preguntas a los transeúntes.

Lea la entrada completa aquí


jueves, 5 de junio de 2014

Me caso

Mientras escribo estas líneas, una mujer está cogiendo un avión en China para venir a casarse conmigo. Qué bello, pero qué responsabilidad también. Y aunque ya no hay vuelta atrás y la decisión fue anunciada hace meses, de mi hermana para abajo aún hay gente que no me cree (la mitad porque no me conoce, la otra mitad porque me conoce muy bien). Para que me entiendan, y porque se lo prometí a la que viene en el avión, va este listado. Sabrán perdonar lo cursi.

Lea la entrada completa aquí


jueves, 29 de mayo de 2014

Ni un documental más

Discovery Channel está sobrevalorado. Discovery y similares, digo, porque en ese paquete puede uno meter a History, Nat Geo y Animal Planet.

Ese tipo de canales dan una falsa sensación de cultura, porque después de ver uno de sus programas se pueden decir tres comentarios tramadores en una reunión de amigos, pero la verdad es que no aportan demasiado. Dan contexto, no conocimiento. No culturizan, sino que documentan. A la fecha no se han inventado nada mejor para aprender que los libros.

Para empezar, los programas pocas veces cumplen sus promesas. Anuncian una serie sobre el asesinato de Kennedy y se gastan dos capítulos de dos horas durante cuatro semanas para al final no contar ni quien lo mató. Y en los programas de espantos nunca muestra uno. Un equipo de diez personas se va con cámaras infrarrojas, sensores de movimiento y medidores térmicos a una cárcel del siglo XIX abandonada donde supuestamente se ven y se sienten fantasmas todo el tiempo, y nunca captan uno.

Para esos canales que posan de culturales la única guerra que se peleó fue la Segunda, y llevan décadas haciendo documentales al respecto. A la Alemania Nazi no se le puede hacer un especial más porque ya se ha contado todo de todas las formas posibles.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 22 de mayo de 2014

Te escribo desde un café

No suelo escribir en lugares que no sean mi casa, pero la semana pasada se cayó el internet el día que tenía que mandar un artículo, así que me fui al café más cercano a terminarlo. Y el más cercano era un Juan Valdez.

Muy deprimente ir a un sitio de esos, llámese Juan Valdez o como sea. Para empezar, lugares así tienen un ambiente todo cool con su musiquita y su decorado que termina siendo es culo. Hacen todo para que los clientes nos sintamos cómodos, como si estuviéramos en Nueva York, cuando en realidad esta ciudad es Kabul. Los cajeros tratan de ser todos amables, y por esa amabilidad, que además se nota que es falsa porque muy bien no deben ganar y les debe saber a mierda atender a un cretino detrás de otro, se demoran de 15 minutos por cliente. Encima le preguntan a uno que si tiene la tarjeta Club de amigos. ¿Qué carajos es eso?, si en este mundo nadie es amigo de nadie, y menos de una gran corporación que factura millones. Yo acabo de montar una empresa y lo que quiero es clientes, plata. Mis amigos ya los hice hace rato.

Cuando llegó mi turno pedí un pastel de pollo, fruta picada y una botella de agua (porque qué oso marica tomar agua de la llave) y me preguntaron que si con gas o sin gas. Nuevamente, qué es esa maricada de pedir agua con gas, si el agua con gas es para idiotas. En sitios tipo yupie –hipster la tendencia es tomar agua con gas, llega alguien a pedirla sin gas y lo miran como si le faltara mundo.

Lea la entrada completa aquí

martes, 20 de mayo de 2014

HD o no HD

Caracol y RCN están buscando plata extra, por eso bajaron sus señales HD de las compañías operadoras de cable. Y resulta lógico, es tanto el dinero que le han metido a embrutecernos con novelas, realities y noticieros que ahora quieren su inversión de vuelta.

Yo no los critico, los entiendo, encima porque no hay nada que entender: detrás de toda decisión ilógica o arbitraria hay siempre razones de dinero o poder. Además, nadie se va a morir por no ver a Jota Mario Valencia en HD, que ya es suficiente con aguantárselo en la señal análoga. Además, si uno mira bien, las señales HD de los canales privados no es que sean tan HD. La definición es ahí y suelen ponerle a ambos lados unas barras verticales que cortan la imagen.

Los que pierden son Caracol y RCN, nadie los va a llorar. Así perdió en su día DirecTV cuando compró el fútbol colombiano por una millonada, pensando que los suscriptores iban a abandonar la competencia en desbandada. Cuando el producto que se tiene para la venta no es bueno, puede uno hacer como mico, que los resultados no serán los esperados.

Rara la televisión. O raras las personas, más bien, que nos volvemos adictas a lo que nos perjudica. Yo vivo pegado al televisor, pero no por RCN ni Caracol. Y sé que me hace daño porque cada día soy más idiota, pero no puedo hacer nada para remediarlo. Vivo en un apartamento de dos ambientes y tengo dos aparatos y tres conexiones al cable porque en algún momento puse dos televisores juntos para ver dos partidos de fútbol en simultánea. No estoy orgulloso de ello, lo digo con vergüenza más bien porque la verdad quisiera ser un hombre de lectura.

De niño mi madre me compraba libros con ilustraciones para que me entretuviera y me culturizara, y no me dejaba tener televisión en el cuarto. Debí ser un lector voraz, pero algo se torció en el camino porque de leer a los clásicos a temprana edad pase a convertirme en ese hombre que no se duerme si no deja la televisión prendida y luego se despierta a las 4 a.m. a apagarla para seguir durmiendo. Mal durmiendo, más bien.

El otro día un guionista de una famosa serie gringa (podría ser ‘House of cards’, pero ni idea) dijo que las series de televisión eran las novelas de nuestra época, pero yo difiero. La televisión dopa, los libros abren la mente, y no lo digo por ser cliché. Uno se acuerda de los libros que leyó pero no necesariamente de las cosas que vio, porque leer implica hacer un esfuerzo por pintarse la escena, mientras que en la TV lo dan todo digerido y así no tiene gracia.

Pero no puedo hacer nada, soy adicto hasta a esas películas que vienen dobladas en español y que constituyen una falta de respeto a los televidentes fieles. Doblada al español hasta ‘El Padrino’ parece hecha por Dago García. Una vez le pregunté al ejecutivo de un canal extranjero por qué las doblaban en vez de ponerlas con subtítulos y me dijo que porque el nivel de alfabetización en Latinoamérica era muy bajo, pero también porque la gente veía películas mientras comía, y que resultaba más fácil comer y oír que comer y ver. Lo dicho, somos unos adictos y nos tratan como tal.

Lo bueno es que me voy a casar (a la fecha sigue firme el compromiso) y he acordado con quien será mi esposa que no tendremos televisión en el cuarto. No es necesaria, la verdad. Se duerme mejor y se lee más, también se habla más y eso es clave, en especial ahora que está tan en boga eso de hablar con la pareja para no matar la relación. Y yo quiero que mi matrimonio dure, de corazón; quiero hijos, nietos, una mascota, todo el paquete, y ningún Jota Mario Valencia en HD me va a romper ese sueño.

Publicada en la edición de mayo de la revista Enter. www.enter.co

jueves, 8 de mayo de 2014

Todas las mujeres están locas

Una amiga me cuenta vía chat sobre su última decepción amorosa. Yo, que la conozco bien, le pregunto qué le pasa, porque la noto realmente mal. Es como si se estuviera auto-saboteando, pienso, no en vano lleva, le calculo, 30 de sus 37 años de vida con el corazón roto. “Yo no voy a parar hasta enamorarme de verdad”, me contesta.

Pues eso, que no va a parar hasta acabarse aún sabiendo que a los hombres de su vida los ha escogido mal a propósito. A todos, menos a su padre porque no tuvo la oportunidad de elegirlo. Ya sea por lo que les dieron o por lo que no, las mujeres suelen buscar a su padre en otros hombres.

Mi amiga se está auto-saboteando, y auto-sabotearse no es otra cosa que un placebo para no suicidarse. El suicidio es bueno, funciona, debería ser visto como un descanso y no como una tragedia. El suicidio es también una venganza, porque la muerte es el único abandono y la única mudanza. Uno puede cambiar de casa mil veces, pero morir es la única manera de trastearse de verdad y para siempre a otro vecindario. Volviendo a lo de auto-sabotearse, todos lo hacemos, pero en especial las mujeres, no en vano son más propensas a sufrir de depresión que nosotros.

En el amor funcionan más o menos así: miran el menú de hombres y escogen al que saben que no va a funcionar para poder decir que lo intentaron y preguntarse luego por qué a ellas les tocan siempre esos cafres. Pero ellas lo saben, tienen claro que van saltando de hijueputa en hijueputa porque han aprendido a reconocer a uno a kilómetros. Y saben también que no es les toque sino que así lo buscan. No se cansan de probarnos y probarse si son capaces de cambiarnos. Ellas, proveedoras de amor, bondad y otras virtudes, esperan contagiarnos con el ejemplo y hacer un hombre digno de esa piltrafa en la que se fijaron. Entre más buscan la felicidad y fallan, más tristes quedan. Las mujeres son cactus, enredadas, llenas de espinas, y nadie sale bien librado después de lidiar con un cactus.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 1 de mayo de 2014

Cualquiera escribe un libro

Cualquier hijueputa escribe un libro. Yo tengo dos, para empezar. Ninguno bueno, eso sí, ambos muy mediocres. Es que los saqué por mi cuenta, sin editorial ni diseñador, sin corrector de estilo ni mercadeo, y así es muy jodido. Es que cuando toqué la puerta de una editorial pusieron cara de drama y me dijeron que solo podían darme el 10% de las ganancias porque en los libros no hay plata. No entiendo a esas empresas; si el negocio en el que están no es rentable, dedíquense a otra cosa y dejen de morirse y matar de hambre a los escritores.

Ahora, yo no soy escritor; yo escribo, que es diferente. Escritores Borges y Dostoievski, García Márquez y Dios, pare. Yo no tengo el nivel para ser publicado por una editorial, y ese es el problema del mercado del libro, que cualquier hijueputa se cree con madera para escribir uno.

A mí lo que me aterra es el poco prestigio que tenemos los blogueros y el mucho que tienen los que publican un libro, si ambos hacemos lo mismo. Alguien lanza libro, así sea la mierda, y empiezan a llamarlo “Escritor”. Lo sacan en la prensa, lo invitan a dar conferencias y a dictar clase en una universidad. A un bloguero no le pone atención ni la mamá. A un escritor de libros, en cambio, no se lo soporta ni la mamá.

No entiendo esa idolatría, si ser un autor publicado no es ningún mérito. Vea usted a Catalina Gómez, por ejemplo, que de la noche a la mañana se convirtió en gurú de los consejos hogareños y sacó un libro llamado ‘Los apuntes de Cata’. Se trata de una vaina muy pedorra donde da consejos tipo “Una pasta hecha con agua y bicarbonato puede calmar la molestia de las picaduras de insectos”. Listo, imprímase. La pieza es éxito en ventas, sale en reseñas de prensa y las amas de casa le piden a la autora sugerencias sobre limpiar paredes, conservar alfombras, endurecer las uñas y hacer durar los pañales del bebé. Todos consejos que se encuentran en internet o que los podría dar una tía.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 24 de abril de 2014

La figurita más difícil

Yo hacía el álbum del mundial de fútbol hasta que fue útil, es decir, 1994. Los dos primeros, 1978 y 1982, me los llenó mi madre porque yo no tenía edad para andar en esas; de los del 86, 90 y 94 me encargué personalmente. Los guardaba en el cajón de la mesa de noche y los miraba cada tanto porque, repito, entonces eran útiles. Se aprendía uno la cara del jugador, fecha y lugar de nacimiento, y el equipo y la posición donde jugaba y quedaba dateado. Y si uno era juicioso y se memorizaba todo, podía ganar las discusiones de fútbol de cada cuatro años con los amigos.

Pero llegaron la televisión por cable y el internet y putearon todo. Para Francia 98, llenar el álbum carecía de sentido. Primero, no tenía un centavo porque mis padres habían quebrado y yo de vainas podía ir a la universidad. Entonces no me iba a gastar la plata de las fotocopias en unas laminitas bobas (mentira, nunca saqué fotocopias en la universidad). 

Además, tenía remordimiento por lo hecho con el Panini de Estados Unidos 94, que no me lo gocé porque lo llené en tres días luego de comprarme caja y media de un solo viaje. Una vez los Zableh Durán quebramos, año y medio después, yo pensaba que de no haber botado esa plata hubiéramos tenido para pagar al menos un recibo de servicio público.

Lea aquí la entrada completa

lunes, 21 de abril de 2014

De la autofoto a la selfie

Ahora las autofotos se llaman ‘Selfies’, otra de esas cosas que cambian de nombre mientras que uno nace y se vuelve adulto. Hoy las personas no toman agua sino que se hidratan, a eso me refiero.

La gente está perdiendo la cabeza por culpa de las selfies. Fue la palabra del 2013 según el diccionario Oxford, que aclaró que su uso aumentó en un 17.000% el año pasado (ya quisiera cualquier banco manejar esa cifra). El término le ganó la batalla a ‘Twerk’ (el baile sexy de Miley Cyrus), lo que prueba que no solo estamos acabando con el mundo; el lenguaje articulado también se está yendo a la basura.

En tiempos donde tenemos casi todas nuestras necesidades básicas resueltas, tomarse una selfie parece haberse convertido en cuestión de vida o muerte. En la prensa salen manuales de cómo hacerse una, lo que parece una pérdida de tinta y espacio. Es que cada vez filosofamos más sobre cosas idiotas. Están los miles de programas de análisis de fútbol, por ejemplo, que diseccionan un partido hasta más no poder, pero también el actor que habla de su personaje en una telenovela como si de eso dependiera el orden de la galaxia.

Dicen que el mundo avanza, pero yo creo que vamos de para atrás. En Estados Unidos, un hombre llamado Dupree Johnson terminó en la cárcel, acusado de haber cometido casi 150 delitos. La policía no daba con él y el tipo seguía haciendo de las suyas. ¿Sabe cómo lo encontró? Por las selfies que había colgado en su cuenta de Instagram.

Yo he visto personas hacerse selfies en el hospital. Salen en la foto con máscara de oxígeno, cuello ortopédico, bolsa de suero, catéter y yeso en el brazo y se les hace lo máximo. Están en Facebook e Instagram y la gente les da like. Si se fija bien, las mujeres son fanáticas de hacerse este tipo de selfie.

Jodidos es que estamos. La selfie que se tomó Ellen DeGeneres en los Premios Oscar se convirtió en la imagen más tuiteada de la historia y no entiende uno por qué, si existen reporteros que se juegan la vida tomando fotos de guerra y retratistas de puta madre. Hay quien se va de vacaciones y se la pasa compartiendo sus fotos en redes sociales. En primer lugar, si a alguien no le alcanza con estar pasándola bien sino que tiene que reafirmarlo subiendo fotos a internet, algo anda mal. Segundo, parecen Quico, que cuando tenía un juguete nuevo se lo restregaba en la cara a El Chavo para que se antojara.

Hace poco leí que la obsesión por las selfies podía causar depresión y paranoia por no obtener el reconocimiento público que se esperaba, y luego encontré la historia de un joven que llegó a perder 10 kilos en un mes y trató de suicidarse por no poder obtener la selfie perfecta (se tomaba cerca de 80 al día).

Pero nadie alcanza el nivel de demencia de los que postearon sus selfies con el certificado de votación el pasado 9 de marzo. No solo es el límite de la ridiculez, sino que la gente que se toma una foto con el certificado de votación y luego la sube a internet no tiene la madurez para votar. A ver si aprenden a votar más bien, que por andar más preocupados por la foto que por el voto es que Bogotá lleva más de una década sin un alcalde decente.

Publicada en la edición de abril de la revista Enter. www.enter.co

jueves, 10 de abril de 2014

Me llegó

Ayer en la mañana me llegó un mail de la FIFA diciéndome que sí. Que sí a mi solicitud de acreditación como periodista para el mundial de Brasil, quiero decir.

Llevaba dos meses esperando y la verdad es que no podía dormir. Cuando la FIFA te escribe, por lo general incluye en el asunto del mail la leyenda ‘No lo conteste’ porque, al igual que a nosotros, no le gusta el spam. Intenso como soy, ya había mandado dos mails preguntando por mi acreditación, ya que todos los periodistas que conozco la habían recibido y solo yo faltaba por confirmación. De vuelta recibí dos correos por parte del comité organizador diciendo que tuviera paciencia, que las confirmaciones aún se estaban enviando. El primero fue cordial, el segundo ya fue en tono de “Te dijimos que esperaras, o te calmas o te dejamos sin mundial”.

Pero es que la FIFA no entiende lo que puede gustarle a uno el fútbol. Sí, es una actividad de trogloditas, una forma de adormecernos, la religión de nuestros días. También es cierto que no hay ser humano más imbécil que un hincha de fútbol y que esa famosa frase de Camus que dice “Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol” está llena de mierda. Sí, todo eso, pero qué le voy a hacer. Yo he dejado de ir a viajes y a fiestas por un partido. Pero no solo eso. La plata y los hijos que no tengo es por culpa del fútbol, me resulta imposible levantarme de la cama para ir a buscar dinero y mujeres, ¿no ven que por ESPN y FOX no dejan de pasar partidos? Yo he renunciado a tener sexo, y no les miento, por ver o jugar un partido. Los que dicen que el sexo es el mejor plan del mundo es porque nunca han pateado un balón. Pura lógica: no hay orgasmo que dure 90 minutos.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 3 de abril de 2014

Talla L

El otro día me puse a buscar una buena pinta para una foto importante que me iban a tomar. Un retrato, mejor dicho, que no es cualquier cosa. Un retrato es una especie de homenaje hecho por un fotógrafo profesional que se dedica a eso y que trabaja con una cámara que vale lo mismo que un carro. Hay fotógrafos que se dedican a hacer imágenes de paisajes, otros solo toman fotos de producto para publicidad. Un retratista, en cambio, se pasa la vida captando caras y es capaz de coger a un hombre común y hacerlo ver como Jared Leto.

Me medí para la ocasión tres camisas blancas y ninguna me sirvió. Una estaba percudida, la otra me quedaba apretada y la última tenía las mangas cortas. Pensé que se habían encogido en alguna lavada, pero la verdad es que ya no me quedan. He engordado tanto que no me muevo dentro de ellas con la libertad de hace tres años. Igual pasó con los pantalones. Jeans que antes me quedaban perfectos ahora no me los puedo abotonar y cuando me siento me hacen ver la raya del culo, que es de lo desagradable que hay.

Es duro verse en el espejo por estos días. Esa mañana me miraba en él y decía “no puede ser que yo haya comprado esta camisa”. Pero qué iba a saber, si me veía y no me reconocía. Luego acepté que lo que no me gustaba no era la ropa que llevaba puesta, sino yo mismo. No me gusta en lo que me he convertido por fuera; en cambio, tampoco me deja muy conforme lo que hay por dentro, pero ese es otro tema.

Lea aquí la entrada completa

jueves, 27 de marzo de 2014

Sudacas

Yo no entiendo nada del Medio Oriente, y eso que vengo de allá. El otro día comí con una amiga y su novio, nacido en Irán. Todo iba bien hasta que dije que él era árabe. Su expresión cambió y pasó de la jovialidad a la rabia. Conteniéndola, me dijo que no le volviera a llamar así, que él era persa. Yo traté de explicarle que en los noticieros no hacían la diferencia y que a toda persona que venga de un país desértico con algo de petróleo entre Marruecos y Afganistán la llaman así. Hasta hice la comparación con nosotros, que nos llaman ‘Latinos’ así hayamos nacido en Puerto Rico o Argentina, pero fue inútil, había arruinado la velada.

Pues eso, que no entendemos nada del Medio Oriente aunque los noticieros estén llenos de noticias de allá. Todos los días sale información del conflicto Árabe-Israelí y no sabemos diferenciar Cisjordania de la Franja de Gaza. Bashar al-Asad, Al Qaeda, Mahmud Ahmadineyad, Chiitas y Sunitas; oímos de ellos a diario pero como por chulear la obligación de estar informados, que viene siendo como casarse sin estar enamorado. Estar informado no tiene nada que ver con entender el mundo.

Pero es que si no sabemos que pasa con Petro y desconocemos el porcentaje real de intención de voto por Peñalosa, que son asuntos que tenemos en la jeta, menos vamos a comprender qué ocurre más allá del canal del Suez. En Siria mataron a seis mil personas en un solo mes y ya van 140.000 desde que empezó la guerra civil. Los medios nos martillan la cabeza con eso y seguimos perdidos. Murieron tres personas en el atentado de la Maratón de Boston y #PrayforBoston se volvió viral, mientas que en Medio Oriente llevan décadas de carnicería y ni un hashtag le hemos sacado. No digo que no haya sido un episodio duro, pero pareciera que no miramos las cosas en perspectiva. ¿Cómo funciona la moneda de cambio racial? ¿Cuántos árabes equivalen a un norteamericano? ¿A cómo esta el cambio de indios por ingleses hoy?

Lea la entrada completa aquí

viernes, 21 de marzo de 2014

No me cambio

Quiero decirle a la gente que DirecTV que me dañó la vida. Compró la exclusividad de la liga inglesa y me dejó desparchado los fines de semana. Porque a mí ni el sexo, ni viajar, ni comer, ni dormir, ni leer, ni escribir me hacen tan feliz como el fútbol. También tiene las ligas de España y Colombia, pero esas sí se las regalo. La española es aburridísima, con dos equipos goleando a todo el mundo, mientras que la de acá es invendible. ¿Quién quiere ver un torneo con Envigado, Itagüí, Patriotas, La Equidad, Fortaleza, Alianza Petrolera y Uniautónoma?

También se compraron el Mundial y la Eurocopa, obligándonos a quienes no estamos suscritos a su servicio a ver los juegos por los canales nacionales, que bien malos que son. La Euro del 2008, por ejemplo, la transmitió FOX y fue una belleza, llena de comentarios acertados y medidos, mientras que la del 2012 se vio por Caracol y RCN, donde tuvimos que soportar a Hernández Bonnet, al ‘Cantante del gol’, a William Vinasco y a Adolfo Pérez, que después de Hitler y Zableh es el peor Adolfo que ha conocido el mundo.

Detrás de la operación hay una danza de millones que a los usuarios rasos de la televisión cerrada no nos cabe en la cabeza y la única opción es acatarla y quedarnos con el operador que tenemos ahora, o cambiarnos a DirecTV para dejar de llorar.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 20 de marzo de 2014

La corrección política

Ser políticamente correcto es lo que más hace daño al mundo. Digo, andar con cuidado por la vida, viendo a quién se ofende y a quién no, midiendo los pasos y las palabras no es vivir.

La semana pasada el noticiero abrió con la noticia de que unos caballos se iban a morir de hambre y la periodista empezó la nota preguntándole al encargado de cuidarlos que cómo iban a hacer para salvar esos caballos.  ¿De verdad? ¿Unos caballos? ¿Qué nos creemos como para andar decidiendo a quién salvamos y a quién condenamos? ¿Han visto cómo está Colombia como para ponerse a mirar qué se hace con un animal que no está ni cerca de extinguirse?

La siguiente nota trataba de un tipo al que habían matado a puñal al sur de Bogotá y cuando entrevistaron a una testigo esta dijo que ella se había asustado mucho por los niños que estaban alrededor. ¿Los niños? ¿En serio? ¿Y el señor al que habían picado a cuchillo qué, que se lo coma el burro? No entiendo la obsesión con los niños: cuidar a los niños, querer  a los niños, pensar en los niños, proteger a los niños. ¿En qué momento nos volvimos tan culos? Entiendo que uno se vuelva así si tiene hijos, pero eso es otra cosa porque se trata del instinto natural de proteger la propiedad privada; lo que me desconcierta es el afán por proteger a la niñez del mundo en general. Pa qué, si cuando esos niños crezcan se van a convertir en adultos desastrosos.

¿Han visto a esos que dicen que chatear en el teléfono delante de otras personas es de mala educación? ¿Qué les pasa, desde cuándo tan correctos? Ocurre que entre más políticamente correcta es la gente más hecho mierda está el mundo, así que alguna relación debe haber. Un día de estos alguien se va a ofender porque otro diga “Pásame ese saco negro”. Ese día nos van a obligar a llamarlo “saco afrodescendiente” y ahí sí nos vamos a ir a la mierda.

¿Vieron a todos los que participaron en la Teletón de hace unas semanas?  Fueron 27 horas non stop con gente feliz y jovial y lastimera y preocupada por salvar al mundo. A cuenta de qué, si estar feliz todo el tiempo es igual de enfermo que vivir amargado. Yo sueño con que la gente pueda caminar, pero también con una Teletón que fracase.

Pero lo que confirmó que en estos tiempos hay que andar con cuidado para no ofender a cualquier imbécil fue el tema del comercial de Poker donde una persona se decepciona porque le regalan un libro en vez de una cerveza.

Para empezar, se metieron dos gremios que se tienen en muy alta estima: los literatos y los publicistas; no se sabe cuál de los dos es más ridículo. Los primeros se indignaron y pidieron cosas como retirar el comercial del aire y una carta donde la empresa se disculpara por la pieza publicitaria.

La propaganda no dice ninguna mentira: al colombiano le gusta más tomar que leer. Hay una estadística que dice que un adulto se bebe unas 200 cervezas anuales y lee apenas dos libros. Ambas cosas sirven para evadir la realidad, que duele, pero con el licor se logra más fácil. Y que no vengan a decir que Colombia está mal porque la gente bebe más que lo que lee, porque es una verdad a medias, y una verdad a medias es una mentira. ¿Quién ha dicho que leer sea una actividad noble, superior a las demás? ¿Ha visto a los literatos? Son aburridos, insoportables, excluyentes. Se toman demasiado en serio y se sienten orgullosos de los libros que han leído y no son capaces de escribir. De milagro no se han ahogado en su propia flema.

Para cerrar el tema diré que cualquier hijueputa escribe un libro (yo tengo dos) y que cualquier hijueputa más grande lo lee. 

Indignados por doquier. En Twitter están Vladdo y Gustavo Bolívar, adalides de la moral y las causas justas. El primero es un caricaturista extraordinario (menos cuando hace Aleida, que es una porquería); el segundo, excelente libretista  (digan lo que quieran, que escribir libretos para televisión es putamente difícil). Eso sí, cuando les entra la bobada de defender a los débiles se ven ridículos, porque es que no se puede ser tan bobo en esta vida. A ambos les encanta indignarse primero y preguntar después. Si alguien habla con Vladdo cuéntele lo que pienso de él; y que por favor me desbloquee.

martes, 18 de marzo de 2014

Los inventos inútiles

El mundo está lleno de cosas y la mitad de ellas no sirven para nada. La última vez que me cambié de casa boté once bolsas de basura de tamaño industrial con objetos que había guardado durante cinco años. Uno vive guardando cosas por si algún día las necesita y resulta que ese día nunca llega. Entre lo desechado había recibos, papeles varios, colecciones de revistas que nunca leí, anuarios, libretas de teléfonos y bolígrafos con la tinta seca. Imagine usted once bolsas de 100 x 80 cms llenas de chucherías. 

Pero no me refiero a chucherías cuando digo que el mundo está lleno de cosas inútiles. Al revés, hablo de elementos que vemos a diario, objetos que estaban destinados a cambiar el curso de la historia y no quedaron en nada. Empiezo con el CD, tremenda invención. Parecía perfecto porque era más funcional, pequeño y resistente que el disco de vinilo y el casete, pero llegó la música digital y se lo llevó por delante, de vainas alcanzó a estar dos décadas en el mercado. ¿Quién guarda hoy en casa 500 discos compactos cuando puede tener un iPod? (que ya está de salida también por culpa de tanto iPhone y tanto iPad). No me crean a mí, créanle a todas las tiendas de Tower Records que cerraron en un suspiro.

Claro que el CD es la excepción, ya que nos vivimos inventando cada cosa. El 3D, por ejemplo, qué invento inútil, pensado más en descrestar bobos que en otra cosa, por eso nunca ha pegado ni en cine ni en televisión. ¿Quieres ver objetos tridimensionales? Sal a la calle y pégale una ojeada a la vida real. Es más barato y no te ves como un idiota con esas gafas que parece que se las hubieras robado a Karl Lagerfeld. Otra invención improductiva: las Google Glass. Primero, se ve uno muy corroncho con eso puesto. Segundo, las funciones que tiene se pueden suplir de mil maneras: un celular, una cámara, un computador, un mapa, un libro o simplemente preguntando, que es el mejor GPS que existe.

Las cosas sobran porque están mal hechas. El control del televisor es una maravilla, pero uno no usa más de cinco botones: el ON/OFF, el de cambiar el canal, el de subir o bajar el volumen y el de volver al último canal que estaba viendo. Tengo a mi lado el control del decodificador del tv cable y viene con 55 botones, todo un desperdicio de espacio, materiales e ingenio.

Hay un capítulo de ‘Seinfeld’ donde George Costanza dice que de todos los inventos del mundo, el papel higiénico es el único que nunca va a cambiar: siempre va a ser un rollo con equis cantidad de metros envuelto en un tubo hueco de cartón. Yo pensaba que era así porque soy fanático de la serie (dejó de hacerse en 1998 y aún hoy es lo mejor que dan en televisión) y porque Costanza es un genio, pero el otro día estuve en el supermercado y vi un rollo que tumbó su teoría por completo.

Se trata de un triple hoja que en vez de tener el tubo de cartón hueco aprovecha ese espacio para almacenar unos metros extras de papel. Me pareció tan brillante y a la vez tan obvio que es increíble que no se le hubiera ocurrido a nadie antes. Es perfecto porque las mujeres podrán ser grandes consumidoras de papel higiénico, pañitos húmedos, pañuelos desechables y similares, lo que garantiza que en sus casas y carteras nunca falte, pero uno de hombre compra papel es cuando se le acaba, y por cuestiones de Ley de Murphy se da uno cuenta ya en el inodoro.

El producto se llama Elite Dúo, lo que es chistoso porque los productores de papel higiénico siempre se han esforzado en ponerle nombres ampulosos a un producto que lo que sirve es para limpiarse el culo: Ultra Gold, Super Soft, Extra Care, Elegante Plus. Pero bueno, el tema es que el minirollo cabe en cualquier lado y no tiene cara de papel higiénico, lo que es perfecto porque uno no se boletea.

Hace siglos, la gente se limpiaba con hojas de lechuga, calcule usted, así que es mucho lo que se ha avanzado en el tema. Fueron los chinos, en el siglo II Antes de Cristo o algo así, los primeros que pensaron que al asunto se le podía meter algo de decencia usando papel. Parece mentira, pero mientras la tecnología del papel higiénico va en alza, los chinos, que se inventaron la brújula, la pólvora, la porcelana, la seda, el papel y la imprenta, ya no inventan nada sino que copian a menor precio los objetos inútiles que nos craneamos en occidente.

Publicada en la edición de marzo de la revista Enter. www.enter.co

jueves, 13 de marzo de 2014

No hay humor

Somos un país sin humor que creció viendo Sábados Felices. Muy bueno sí era porque hacía giras por los pueblos de Colombia con su equipo de fútbol y tenía una campaña llamada ‘Lleva una escuelita en tu corazón’, pero salvo ‘Los roquetas’ y la sección de Tontoniel, ese programa no le arrancaba una risa a nadie.

Crecimos con los cuentachistes, que era una cosa muy triste porque el chiste es el último recurso de la retórica: se echa uno cuando no se tiene nada más que decir. Acá seguimos creyendo que son chistosas las historias que empiezan con “Mamá, mamá, en el colegio me dicen…”. Un tipo que vivió del humor como Andy Kaufman decía que él nunca en su vida había contado un chiste, y esa es la clave: para ser chistoso hay que no echar chistes.

No tenemos humor. Para empezar, no sabemos reírnos de nosotros mismos. Acá todo es solemne, grave e importante. Cuando Alejandra Azcárate sacó un artículo sobre las gordas se le fueron encima y la tacharon de ofensiva. Claro, ofensiva contra el sentido del humor, no contra las gordas, que nada, ni la vida misma, es sagrado y todo es susceptible de ser chistoso si se le encuentra la curva. Alejandra Azcárate no es chistosa, pero eso usted ya lo sabía.

Vea usted una cosa como ‘La Tele’, que se acabó hace casi 20 años y todavía no ha salido nada de su calibre porque acá no damos. El otro día vi ‘Comediantes de la noche’ y lo quité cuando el tipo que se presentaba dijo que se sentía “como aguacate en ensalada de fruta" y el público se dobló de la risa. Eso somos.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 6 de marzo de 2014

No lo merecemos

La semana pasada hubo júbilo porque a los colombianos nos van a quitar la visa Schengen y no entiende uno por qué. No está mal que eso pase, pero no es un gran cambio. Digo, lo que eliminaron fue la visa de turismo para estar hasta por 90 días consecutivos en los 28 países de la Comunidad Europea. Es decir, estamos felices porque nos ahorraron doscientos mil pesos, una montaña de papeles y una mañana de fila. Además, ¿cuántos colombianos pueden ir de paseo a Europa?

Yo digo que Europa se equivocó y por mucho (523 votos a favor, 41 en contra), pero allá ellos. No contentos con la Peste Negra y dos guerras mundiales, ahora nos abren las puertas a los nacionales.

Virtud del Presidente, seguramente, que se volvió un abanderado de la causa. Claro, Santos nació en Colombia pero no es colombiano, al menos no del promedio; ni él ni su familia. El colombiano promedio en cambio es una cosa muy brava: cálido y bacán, pero artero cuando se lo propone. Tantos años de comemierdería han hecho que ante cualquier dosis de libertad perdamos los cabales.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 27 de febrero de 2014

Un saludo a los papás

Un amigo que organiza excursiones de colegio me dijo la semana pasada que los niños son la verga pero los papás los estropean. Me contaba que cuando los padres le dejan a los pequeños antes de salir de viaje los cohiben de tal manera que se comportan como unos imbéciles, pero luego, solos y en libertad, vuelven a ser personas.

Pues eso, que somos una desgracia por culpa de nuestros padres, ellos lo son por los suyos, y así hasta llegar al Génesis. Ustedes porque no me conocieron de niño, pero es un milagro que ahora de adulto yo trabaje, baile, juegue fútbol, tenga amigos y hasta haya tenido sexo.

Es que era un desastre. Estoy convencido de que durante mi adolescencia mi papá pensaba que yo era un idiota. Es que no daba. Todo tartamudo, me refugiaba en un walkman para evitar a las personas. No hablaba con nadie, perdía años en el colegio con al menos 11 materias reprobadas y luego en la universidad perdía cinco de siete. No me interesaba nada, andaba por ahí como un idiota sin dar señales de vida. Mi abuela, que vivía con nosotros, les decía a las empleadas que pobrecito yo; mi papá callaba, pero seguro se preocupaba.

Una amiga que es más tarada que yo me confesó que de joven su padre le decía que ella iba a ser todo lo que él no había podido. Qué manera de cagarse a la gente. Digo, ¿por qué mejor no le pegó un tiro? Mi amiga es brillante y mal no le va, pero qué herencia la que carga.

Lea la entrada completa aquí

jueves, 20 de febrero de 2014

La gente pila

Veo la cuenta de Twitter de Hollman Morris y está llena de tuits donde se da autobombo, con fotos de premios que ha recibido, y otros donde lucha por causas sociales para hacer de este mundo un lugar mejor. Yo no sé lo que pasa con ese señor, entiendo que unos lo critican y otros lo alaban, pero ni idea. A mí lo que me incomoda es que presuma de lo pilo que es. Seguro no lo es, fijo es pura rosca.

Qué jartera la gente pila, la que vive afanada por encontrar rápido su lugar en el mundo, la que en el colegio participa en simulacros de la ONU y luego entra a la universidad a estudiar dos carreras porque una sola no le alcanza.

Me aburren los exitosos, los que por talento o por cuna viven recolectando reconocimientos y tienen la vida arreglada antes de los 30. El amigo de una amiga tiene 25 años y se gana una millonada en la OEA. Posa de pilo, como Morris, pero llegó ahí porque su papá está bien conectado. Mientras, su hermano mayor sueña con ser Presidente de Colombia desde los 18. ¿Conoce usted seres más aburridos?

Tengo otro amigo que se ganó una beca en el exterior para hacer una maestría y encima le pagan sueldo por cursarla (podría ser un doctorado, pero quién sabe). A veces me da envidia y me gustaría ser como él, pero luego pienso que qué desgaste tener que dar la talla siempre. Mejor estar apenas por encima del promedio. No se comprará uno una casa de descanso en tierra caliente, pero se vive en paz y no se muere de hambre.

Lea la entrada completa aquí