lunes, 28 de julio de 2014

¿Ustedes me quieren?

Un amigo de Facebook que ni siquiera es amigo, de esos que ve uno en la calle y no reconoce y con el que nunca se ha interactuado ni para el saludo, me escribe por el chat. Dice hola y luego me manda un link para que le dé like a la foto a ver si se gana un concurso. Yo no entiendo a esa gente que no habla nunca y cuando da la cara es para pedir un like, es peor que la que solo aparece para pedir plata prestada.

Culpa del sistema, que es imperfecto. Las redes sociales están llenas de concursos que los ganan los que obtienen más likes o retuits. Cuando eso pasa, los participantes se ponen a mover la maquinaria para ganar así no sean los mejores, justo como los políticos en época de elecciones. Y lo peor es que toca darles me gusta a unas cosas horrendas que a uno ni le agradan, y luego esos likes quedan en el timeline para que todo el mundo lo vea: “A nosequiencito le gusta la foto de fulanito”.

Es un infierno eso de buscar ser aceptado en el mundo digital. Yo me mato por el like y el retuit cada vez que escribo un artículo. En parte porque necesito subirme el ego como sea, en parte porque así es como miden los medios a los periodistas que contratan para que les produzcan contenidos.

Cada vez que comparto una de mis columnas en redes sociales empiezo el conteo. Sueño con llenarme de likes, favs, retuits y comentarios de manera inmediata, y la verdad es que me ocurre con frecuencia. Cuando no, se me viene el mundo al piso. ¿Usted me quiere joder? No le dé like a un artículo mío. Estoy como esas mujeres que montan una foto a Facebook para que las llenen de me gusta y comentarios morbosos, y ni así se les sube la autoestima.

Me calibro y me calibran por los likes así el artículo sea una porquería, porque en el periodismo de internet la calidad se ha vuelto plato de segunda mano. O más bien, popularidad y calidad no van necesariamente de la mano. Es desmoralizante ver que la red está repleta de reportajes y artículos impopulares y de pendejadas adoradas por millones. Además que es una incógnita, nunca se sabe qué de lo que publique va a ser un hit y qué, una porquería en términos de rating. 

Hay medios en los que me han sugerido la forma en que debo escribir para atraer más lectores y me han revelado incluso la cifra mínima necesaria para que mis publicaciones sean consideradas exitosas. ¿Cómo no vivir sugestionado así? Por eso es que me la paso metido a las redes sociales a ver el estado de mis publicaciones y entro a Klout para ver lo influyente que en teoría me he vuelto. Klout es el banco de los pobres, cuando alguien entra y el índice ha subido, se pone feliz. Así deben sentir los ricos cuando la cuenta corriente engorda un puñado de millones de un día para otro.

Hace unos meses leí un artículo que aseguraba que un like valía 1741 dólares. Supongo que será para las empresas, porque yo de ese dinero no he visto un centavo. Por estos días no escribo para buscarme en mis entrañas, ni para contar el mundo, ni para encontrar la paz mental tan necesaria, sino para que me den likes y así me sigan contratando. Pasé de probarme que soy bueno a demostrarles a otros que soy rentable, qué porquería.

Publicada en la edición de julio de la revista Enter. www.enter.co