jueves, 26 de diciembre de 2013

Se van para para la B

Felicitaciones a Millonarios por haber contratado a Juan Manuel Lillo como director técnico, porque con él nos va a cumplir el sueño de ver al equipo en la B. Todo apunta a que lo que no lograron ni con Maturana ni con Pinto ni con Lasarte, lo van a conseguir con el español por la vía rápida.

Y no se trata de tratar mal a los extranjeros, que no soy xenófobo y todos deberíamos ser bienvenidos en todos lados, lo que pasa es que los colombianos somos serviles con los que vienen de un país desarrollado y nos arrodillamos cada vez que oímos un acento extranjero. Ejemplos, varios: el tiempo récord en el que resolvieron el crimen del agente de la DEA y el robo a la delegación del Sevilla, o los comerciales donde a cuenta de acento argentino nos venden detergentes.

Es como si en otros países se hubiera corrido la voz de que en Colombia se puede robar con el acento. Cada tanto se encuentra uno con alguien venido de afuera que apenas empieza a hablar el auditorio queda hipnotizado y le compra la idea que está vendiendo por más absurda que sea. Y Lillo cabe en esa categoría, es como si él se la hubiera inventado.

Tiene una carrera modesta que incluye cuatro descensos, pero aún así se las arregla para tener empleo siempre, ya sea como entrenador, asesor o comentarista. Si uno tuviera su hoja de vida y hubiera quebrado no cuatro empresas, sino una, no lo contrataba ni la mamá para barrer el piso de la cocina.

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jueves, 19 de diciembre de 2013

La superioridad moral

A una amiga soltera le están haciendo el feo sus amigas casadas. Esto quiere decir que organizan reuniones y no la invitan por no tener esposo e hijos. Ya saben cómo son esas citas de mujeres estrato seis: encuentros en el club entre semana a las 10 de la mañana con niñeras que cuidan a sus hijos mientras sus esposos producen. Yo le digo a mi amiga que no se sienta mal, que eso no es vida y que hay que estar loco para querer pasar los fines de semana en familia. Ella lo sabe, pero igual le duele porque es mujer, y así lo nieguen, todas sueñan con casarse de blanco algún día.

Lo cierto es que la gente que ya hizo familia mantiene un juego de poder no declarado con los solteros. No lo dice abiertamente, pero nos mira con cara de pobrecitos, como diciendo “No desesperes, ya llegará tu hora”. Se sienten moralmente superiores porque ya alcanzaron lo que se supone es un logro: tener hijos. De la forma en que lo veo, la familia es la base de todo y este mundo está hecho mierda por culpa de los humanos, así que tener hijos no puede ser algo bueno. Pero los casados voltean la torta y hacen sentir que el que está mal es uno y que ellos son los que van por el buen camino.

Pasa igual con los que votan, que se creen ciudadanos ejemplares y son en realidad unos idiotas. ¿Cómo va a ser posible que la culpa de que tengamos malos dirigentes sea mía, si yo no voto? Los que salen a la calle en día de elecciones suelen argumentar que si no votamos no podemos criticar, y que si los abstencionistas fuéramos a las urnas, no habría tanto dirigente malo. ¿Es en serio? ¿Han visto la clase de hijueputas que somos los colombianos? A ver, ¿dónde están esos colombianos de bien que no han salido elegidos por culpa mía? Votar por un político colombiano es una maniobra sin futuro, como elegir entre el cáncer, el sida y una canción de Juanes.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Lo que deja un sorteo de mundial

Todos lo vimos, lo celebraron el pasado 6 de diciembre ante los ojos del mundo y pese a los rumores de que estuvo amañado, así quedó y es lo veremos en Brasil. Directo al grano.

* Hay que replantear lo de las cabezas de serie

Las fijó el ranking FIFA, que no lo entiende nadie. No tiene sentido que Colombia, Suiza y Bélgica hayan sido cabezas de serie. Suiza no pasó de primera fase en el último mundial y no fue a la última Eurocopa; Bélgica no va a una Euro desde el 2000 (porque era anfitriona) y no asistió a los dos últimos mundiales, mientras que Colombia no clasificaba desde el 98. En cambio Holanda estuvo en el segundo bombo pese a ser subcampeona del mundo, haber ganado su grupo de eliminatorias y estar en el puesto 9 del ranking. Lo mismo Italia, que también ganó su grupo, es subcampeona de Europa y está en el puesto 7 del escalafón FIFA. Ambas tienen más méritos que cualquiera de las tres selecciones que sí fueron cabezas de serie.

* ¿Sirve ser cabeza de serie?

A Colombia le sirvió, pero hay que ver qué dicen España, Alemania y, en especial, Uruguay. Le fue mejor a Ecuador, ahí callado, humilde con su puesto 23 en el ranking FIFA, que se tendrá que eliminar con Honduras y Suiza. Mejor que eso que batirse contra Inglaterra e Italia, sin dudas.  

* Los grupos de la muerte

Por el mismo tema de las cabezas de serie, quedaron armados tres grupos de la muerte. En uno, Uruguay, Inglaterra e Italia se matarán entre ellas y masacrarán a Costa Rica (en el papel), mientras que España debutará contra Holanda, su rival en la última final del mundo, y luego se enfrentará a la Chile de Vidal y Sánchez.  Por su parte, Alemania no tendrá ningún partido fácil cuando enfrente a la Portugal de Cristiano Ronaldo, el Estados Unidos de Klinsmann y a Ghana, único país africano que ha superado la primera ronda en los dos últimos mundiales.

Además, es muy bobo eso de llamarlos ‘Grupo de la muerte’. En todos habrá dos clasificados y dos eliminados, así que todos los grupos son grupos de la muerte.

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jueves, 5 de diciembre de 2013

El Beatle bobo

La semana pasada vi un documental que decía que Paul McCartney había muerto en 1966 y que el de ahora era un impostor. Me la pasé pensando en eso todo el día, investigando a ver qué podía encontrar en internet. No es un documento corto, dura más de hora y media y dice cosas que no sé si sean ciertas; quizá no, o quién sabe. Lo cierto es que lo deja a un pensando y con ganas de saber más.

Muchas pruebas aporta el documental, que se llama ‘El último testamento de George Harrison’, vaya uno a saber si falsas o no. Existe la creencia de que mucho de lo que se encuentra en internet es falso, y sí, pero hasta las bibliotecas más serias contienen libros dudosos, ¿así que por qué no hacerle caso a lo que se encuentra online?

Acá, tres documentos. No los doy por verdaderos, no podría, pero lo ponen a uno a leer.

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lunes, 2 de diciembre de 2013

Un pueblo mal alimentado

Siempre he dicho que Bogotá es una tierra tan estéril que lo único que produce es Presidentes de la República. Tiene la gran virtud de darnos a los de afuera las oportunidades que no hubiéramos tenido en nuestras regiones, y por eso le voy a estar eternamente agradecido. Pero si uno mira bien, la tierra como tal no es que dé mucho, en especial músicos populares, futbolistas y comida.

De la comida es que me voy a ocupar porque en Bogotá sí que se come mal. Usted entra a un restaurante en cualquier otro lugar de Colombia y va a la fija, no necesita ir a un sitio de lujo para comer bien y barato. En Bogotá, en cambio, si no es en esos lugares donde cobran como si estuviéramos en París (y eso), la comida es bien regular; insípida, como los bogotanos. Aquí, algunos ejemplos.

* Hace unos meses fue noticia nacional la historia del tipo que se inventó el Chocoramo. Prefiero comer comida de perro vencida que esa vaina. Postre infecto, brownie de pobre que se deshace en boronas apenas se muerde y que ni siquiera está recubierto de chocolate: tiene una cubierta de grasa con color y sabores artificiales.

* Los bogotanos se enorgullecen de sus empanadas y no ve uno por qué, si están llenas de arroz. Uno pide una empanada de carne y es de arroz con trocitos de carne molida; si es de pollo, viene repleta de arroz con tres hebras de pollo. Y para que sepan a algo se les tiene que echar tres litros de ají.

* En Bogotá se come tan mal que la gente hace fila para almorzar en Crepes & Waffles. Es un producto bien armado, cómo negarlo: buenas instalaciones, carta completa, precios decentes. Tengo entendido que las meseras son madres cabeza de familia, lo que hace de la cadena algo de admirar. Sin embargo, la comida es insípida, bonita y limpia, pero sin alma, como para gente con el alma muerta. Sólo en una ciudad con mala comida un restaurante así podía triunfar.

* El ajiaco es una vaina muy buena, así como la fritanga y el lomo al trapo, pero coja usted una sopa como la changua y se daña todo el repertorio. Plato de jubilado, de anciano moribundo. ¿Cómo le van a meter huevo a una sopa? Huevo tienen también la papa rellena y el cachaco cuando se pone a cocinar.

* Existe otro buen plato: el tamal, que aunque en teoría es tolimense, tienen su versión bogotana. Hasta ahí bien, pero, ¿cómo es posible que el tamal con chocolate sea una tradición? Digo, ¿se come un masacote de esos y toca pasárselo con una bebida dulce y caliente? Qué poco estilo.

* Una pregunta. ¿Por qué no dejan de ser tan hijueputas en esta ciudad y cortan ese inmundo hábito de comer cosas saladas rellenas con guayaba y bocadillo?

* Como si esto fuera un menú, de último vienen los postres. Hay que ser muy muerto de hambre para comer dulce de papayuela,  merengón, fresas con cremas, brevas con arequipe, cuajada con melao y postre de natas, que además viene coronado por uvas pasas, que es de lo asqueroso que creó Dios. Y encima la gente los compra los domingos en la tarde en baúles de carros viejos parqueados junto a la carretera. Digo, ¿es esa la mejor forma de enfrentar la dura jornada laboral que empieza horas después?

Publicada en la edición de noviembre de Cartel urbano. www.cartelurbano.com

jueves, 28 de noviembre de 2013

Los publicistas

Yo quise ser publicista básicamente porque hay viejas buenas, y uno por las viejas buenas hace lo que sea. Tengo entendido que el congreso de publicidad que hacen en Cartagena es una bacanal impresionante y que pocos gremios son tan promiscuos como ese. Aparentemente, después de Twitter el burdel más grande que existe es el del mundo de la publicidad.

Yo quise ser publicista y me quedó grande, apenas aguanté mes y medio hasta que me echaron. Durante ese tiempo descubrí cosas que antes solo sospechaba. Primero, que los publicistas viven en su burbuja y creen que lo que hacen es la verga y cambia el mundo. Hay creativos que hablan de su oficio como si estuvieran mediando en el proceso de paz de Medio Oriente, cuando lo que hacen es aumentar las ventas de quien los contrata. Como me dijo alguna vez mi hermana, la creatividad es la parte divina que tenemos las personas y hay algo de triste en usarla para vender zapatos.

Segundo, que para ser publicista hay que decir verdades a medias, y a mí en la ranga de colegio esa donde me gradué me enseñaron que una verdad a medias es siempre una mentira. Son unos genios malignos los publicistas, como bien dice Bill Hicks. No sé cómo le hacen, pero muestran que comerse un pasabocas es lo más parecido a ver a Dios. Yo me la paso tragando papitas, platanitos, chicharrón de paquete, galletas de chocolate y nunca, nunca he sido tan feliz como la gente de los comerciales. Cuando venden un carro en realidad venden es la idea de libertad, de acostarse con alguien, porque lo que mueve al mundo no es el amor sino el sexo, y eso sí que lo tienen claro los publicistas. Uno ve el anuncio de un auto nuevo y corre al concesionario creyendo que va a encontrar la felicidad cuando en realidad se hace a un objeto de cuatro ruedas que lo va a amarrar a los trancones, los repuestos, el precio de la gasolina y de los parqueaderos.

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jueves, 21 de noviembre de 2013

CR7

La gente que dice que Cristiano Ronaldo es el mejor jugador del mundo es porque nunca ha visto jugar a Lionel Messi.

El portugués es una cosa de locos, imposible negar su calidad. Cuando el tiempo haga lo suyo, ese señor podrá estar entre los cinco mejores jugadores de la historia. Pero le tocó vivir en estos tiempos, tiempos de Messi, y eso es lo que lo tiene jodido. ¿Han visto cómo celebra los goles ahora, como reafirmándose? Es impotencia, rabia por ser el segundo. Y está bien, porque para un tipo de su calidad estar a la sombra de otro debe ser muy duro. Terriblemente competitivo como es, quiere ser el mejor. Siempre lo fue hasta que llegó a España. Yo digo que no hay nada de malo en ser el segundo del mundo en un deporte practicado por millones.

Es como Argentina, que es una máquina de producir cracks, pero le tocó ser vecina de Brasil, con quien en términos de fútbol no se puede discutir. ¿Entonces qué pasa? Que cada vez que pueden, los argentinos les echan vainazos a los brasileños. Por eso (y por lambón y bruto) Maradona no quiere a Pelé. Por eso, en la transmisión del la final de la última Libertadores, Fernando Niembro (una especie de Carlos Antonio Vélez argentino) no hizo sino deslegitimar el triunfo del Atlético Mineiro.

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Políticamente correctos

Lo que va a matar a este mundo son las posiciones políticamente correctas, porque entre más cuidamos el lenguaje más descuidamos las maneras; mientras más preparamos el discurso para que la horda de indignados no se nos venga encima, más hecho mierda está esto.

En nuestra sociedad ya no hay  negros sino afrodescendientes, y los países como Colombia no son pobres sino en vías de desarrollo. Eso de labios para afuera, porque la verdad es que toda la vida el blanco y el rico se han aprovechado del negro y del pobre. Lo que pasa es que el que lo diga en voz alta queda como el malo de la película, así no sea uno ni muy rico ni muy blanco, apenas un clase media ahí que no se muere de hambre pero que no le alcanza para darse muchos lujos. Ser clase media (mediocre, a la larga) le permite a uno sobrevivir con algo de dignidad, pero mata el espíritu.

El mundo se acabó de putear el día en que a los hombres homosexuales se les empezó a decir gays ¿Cómo es posible que para reivindicar y respetar a una porción de la población con otras inclinaciones sexuales haya que usar una palabra en otro idioma? Eso, y el asunto del lenguaje incluyente, que es de las pendejadas más grande que nos hemos inventado. Decir colombianos y colombianas, o los niños y las niñas es para los que viven de la corrección política para ganar votos. Ahí tenemos de ejemplo a Nicolás Maduro, que por querer quedar bien con todos alguna vez dijo millones y millonas.

Somos tan tapados que a las tetas les decimos senos y a la verga, pene, cuando ambas palabras son correctas, no vulgares. Decir verga es como decir codo: ambas definen con exactitud una parte del cuerpo. No son malos términos, la maldad la ponemos nosotros.

Cuando a mi padre le dio cáncer nadie, ni los doctores, mencionaba la palabra; excepto yo, que la repetía cada vez que era necesario usarla en una frase. Y cuando murió, todos decían que había fallecido. Ya no solo le tenemos miedo al acto de la muerte, sino a la palabra. A veces creo que mi papá se murió de tanto decir yo cáncer.

Porque la gente no soporta que le digan las cosas fuerte. El mundo puede ser una porquería, pero mientras no lo sepamos, todo está bien. Ahora los niños que van mal en el colegio  no sacan cero sino insuficiente, que es más compasivo. A los ancianos toca llamarlos adultos mayores porque llega a decir uno viejo y lo juzgan como si estuviera matando focas bebés a bate. El otro día me tocó ver un noticiero donde se referían a unos enanos como personas de talla baja. Pero lo peor es hablar de la gente que no puede caminar; cada vez que me refiero a una sudo frío porque no sé cuál es el término correcto. Tullido no, está claro; pero no sé si decir parapléjico, minusválido, paralítico, persona discapacitada. Quizá son bobadas mías, pero luego me pongo de ejemplo: yo no hablo de corrido y toda la vida me han dicho tartamudo. A veces hasta gago hijueputa y no pasa nada. El hijueputa sobra, tal vez, pero yo soy gago, qué se le va a hacer. Mientras lo digan de forma no despectiva, todo está bien, es la palabra correcta para describirme. Es como si un calvo se ofendiera porque le dicen calvo.

En el Mundial de fútbol de 2010 estaba viendo yo Argentina – Nigeria. Ganaba Argentina 1-0 y los rivales estaban encima, no paraban de comerse goles, y ahí entendí que los africanos han ascendido en el fútbol porque a la potencia física le han agregado técnica, pero se han estancado porque carecen de sutileza para definir en el área rival. Ellos son un tractor en el medio campo, donde es necesario, pero frente al arquero, donde se debe tener la delicadeza de Natalie Portman en ‘Black Swan’, suelen fallar.

En fin, viendo ese partido puse yo un tuit preguntando si había algún estudio científico que determinara que los negros eran menos inteligentes que los blancos, y me cayeron encima a insultos, por racista (esa es otra, cuando la gente se siente ofendida, exige respeto a punta de hijueputazos). Yo digo que los racistas son ellos, porque mi pregunta la hice sin tintes de exclusión. Si hay estudios que dicen que las mujeres son más longevas que los hombres (lo que no lo hace a uno feminista) y otro que afirma que los japoneses tienen la verga (el pene, perdón) más pequeña que los escandinavos, ¿no es posible que exista uno que diga que, para los estándares de vida occidentales, el cerebro de los negros es menos eficiente? Suena cruel, pero cruel es el mundo, no el que escribe de él. Durante siglos África ha sido explotada, saqueada, masacrada; algo debe haber ahí, tienen que existir argumentos que expliquen el asunto.

Pero la gente prefiere indignarse a pensar, supongo en parte porque el mundo es una sucesión de historias de segregación racial con mucho muerto encima. Pero esa no es razón para no tocar el tema. ¿De manera que tratamos de buscarle explicación científica a todo, pero a  los temas raciales no porque es un tema tabú y de eso es mejor no hablar? (Pero por debajo de cuerda seguimos mandándoles a los africanos nuestra basura tecnológica, por ejemplo. Eso sí no nos indigna).

Todo esto para decir que la lora que han dado con lo que dijo Andrés Jaramillo sobre las minifaldas es de no creer, y que de todos los grupos políticamente correctos con los que hay que lidiar, las feministas son las que más miedo dan. Otro día digo lo que pienso de ellas.

lunes, 18 de noviembre de 2013

El Community Manager

Se armó un tierrero porque desde la cuenta de Twitter de adidas llamaron “descerebrados” a los que criticaron la nueva camiseta de la selección Colombia de fútbol. Ya saben cómo es la gente de delicada. No nos gustan los cambios y lloramos cada vez que se presenta uno. Hay que ver la que se armó cuando rediseñaron la página de El Tiempo, o las quejas cuando cambian la interfase de Facebook. 

Siempre es lo mismo: matoneo verbal, lamentaciones, amenazas con cerrar la cuenta o con que nunca se va a volver a comprar el producto. Que yo sepa, el único cambio significativo que se ha tenido que reversar es el de la fórmula de la Coca-Cola; de resto, puras amenazas de consumidor dolido.

Y sí, no se debió usar ese lenguaje desde la cuenta oficial de una multinacional de prestigio, pero tengo entendido que fue un error del community, que quiso mandar el tuit por su cuenta personal y puso mal el dedo. Se trata de una equivocación que hubiera podido cometer cualquiera pero que quién sabe si se lo perdonaron. Ser community manager es de esos oficios que tienen mucho nombre y poco sueldo, como el ejecutivo de cuenta o el editor. De hecho, el community manager suele ser el coime de todos en la empresa, hasta de los periodistas, que ya es mucho decir. 

Si me preguntan, bien que el tuit se haya ido por la cuenta de adidas y no por la personal del que mandó el tuit. Ni la marca de ropa ni la selección Colombia son públicos; son entes privados y uno mira si los consume o no. Si no le gusta la nueva camiseta de Colombia, pues no la compre. Y, repito, fea no es, para nada, lo que pasa es que la gente no sabe qué hacer cuando le cambian la receta.

Además, ¿qué esperaban del tipo que puso el tuit, si es un community manager? Y no se trata de pordebajear al gremio. A ese gente le pagan una miseria y le exigen al máximo. Todos le ponen tareas en las que “no se demora nada” pero que consumen todas las horas libres, y encima esperan que rindan y responda como si fuera el presidente de la empresa. Muchas veces, el medio o compañía  para la que trabaja tiene un producto mediocre, pero si no se mueve bien en redes sociales culpan al community y no al que hizo el producto que se trataba de promocionar.

Ahora resulta que en las universidades existe la carrera de Community Manager y yo desde acá hago un llamado para que nadie la estudie. Con esos sueldos que pagan les va a tocar trabajar hasta los 80 años para pagar lo que debe valer un semestre de esa vaina.

Y raro, porque los community parecen ser necesarios, ve uno a todo hora que viven poniendo anuncios donde se necesita uno. Poco antes de escribir este artículo había uno en Twitter que decía: “Busco CM senior con enfoque creativo y 2 años de experiencia certificada. Enviar HV urgente. #TrabajoSíHay”. Se veía necesitado el que lo escribió, me muero por saber ver las monedas que le deben estar pagando y la leche que le deben estar sacando al elegido. Trabajo sí hay, lo que no hay es plata.

Publicada en la edición de noviembre de la revista Enter. www.enter.co 

jueves, 14 de noviembre de 2013

La guerrilla que queremos

Se dio a conocer una foto de tres miembros de las Farc tomando el sol en un yate en Cuba y saltaron todos a indignarse, que parece ser el nuevo deporte nacional.

Por un lado, la guerrilla ha hecho mucho mal como para que se esté relajando en el mar de Cuba, pero, por otro, todo el mundo tiene derecho a tomar vacaciones porque esto de ganarse la vida es muy difícil. Ahí tienen ustedes a los universitarios, que además de meses libres a comienzo y mitad de año, encima les dan una semana de receso para que se desestresen. Vacaciones han tomado los mejores y los peores de la historia, el Papa y Hitler, así que la foto es irrelevante. Pasar una tarde de domingo encerrado en un cuarto o de cara al sol no va a acabar con la violencia en Colombia, ¿por qué no dejar entonces que un levantado en armas se tome un rato libre?

Yo me haría de una guerrilla que fuera coherente en el discurso, que hiciera de Robin Hood moderna y persiguiera a los delincuentes impunes, a los que se quedaron con la plata de Interbolsa, a los que se roban los terrenos baldíos que en teoría nos pertenecen a todos los colombianos. Le daría aportes y hasta tomaría un arma si esa fuera la salida, que no creo que la sea. Vea usted Holanda, donde están haciendo revoluciones con un artefacto que acá no hemos aprendido a usar: la cabeza. Allá transformaron iglesias en bibliotecas y les ha tocado cerrar cárceles por falta de presos. Y todo sin disparar una bala.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Nunca le pidas a alguien que te lea

Las personas me suelen pedir que lea las cosas que escriben. Personas que no viven de escribir, quiero decir: ingenieros, administradores de empresas, médicos. Me cansa que lo pidan porque lo hacen por vanidad, porque estás convencidas de que lo hacen bien, de que son un talento desperdiciado y esperan oír elogios tipo “Qué bien escribes, no puedo creer que no hayas publicado. Deberías escribir para el New York Times o publicar una novela, las editoriales se pelearían por ella”.

A mí me pasaba cuando estaba estudiando. Terminaba de escribir algo y decía “Soy un putas”, luego buscaba a algún periodista reconocido o un profesor para que lo leyera. Muy benévolos ellos, que ocultaban su cara de asco y decían tres generalidades, nada comprometedor, para que no me sintiera mal. Pero yo me sentía como el culo porque nunca me dijeron que lo mío era genial.

Ahora que no busco y me buscan, les doy con toda, porque sé que como vienen en busca de elogios y no de críticas, les voy a partir el corazón. Hace unos meses una amiga escribió algo luego de que Santa Fe fuera campeón de Colombia y me lo pasó para que le dijera qué pensaba. Era fatal y se lo hice saber; cero anestesia. Meloso, lleno de lugares comunes, de adjetivos y adverbios, sensiblero. Quedó aburrida, pero era mi deber. No tengo alma de editor y además no quiero que nadie que escriba sea bueno, así hay más trabajo para mí.

En su artículo, mi amiga cometía un error que solemos tener los que vivimos de esto y los que no, también: decir en diez palabras lo que podemos decir en tres. Si uno va a comunicar que el delantero hizo gol no tiene porqué escribir “el atacante impactó la bola hasta que ésta traspasó la raya y se encontró con la red”. Por eso el periodismo es un oficio de muertos de hambre, porque escribir no tiene ciencia, cualquiera abre un computador y empieza a teclear. Escribir bien es muy difícil, pero eso a los medios no les importa, por eso contratan de planta a cualquiera que tenga un diploma (a veces ni eso).

jueves, 31 de octubre de 2013

Todo el mundo quiere sacarle algo a alguien‏

Voy a decirlo de una vez porque no me gusta andar con rodeos: estoy cansado de que traten de meterme la verga sin mi permiso. Suena feo, pero tengo tal fama de patán que un vergazo más o un vergazo menos no hace la diferencia.

Para empezar, en este momento tengo cuatro cuentas de cobro embolatadas porque a veces parece que quienes lo contratan a uno con tanta urgencia hicieran después todo lo posible para no pagar. Eso sí, el trabajo que encargan se tiene que entregar puntual o no vuelven a llamar. Vivir del freelance me ha enseñado que uno no se tiene que esforzar en escribir el artículo a satisfacción, sino en lidiar con los procesos de las cuentas de cobro, que bien desgastantes que son. De ahora en adelante voy a trabajar igual a los que me encargan trabajo: entrega de artículos solo lunes de 2 a 5 p.m.

Por otro lado, ando buscando apartamento y no puedo más. Me he concentrado en Rosales, que es lo que me gusta porque soy un arribista, pero todo está carísimo. Dicen lo mismo cada vez que me muestran uno: “un cuarto, sala-comedor, cocina, depósito y garaje. Dos millones, más administración. El apartamento está totalmente remodelado y el edificio tiene un bonito jardín”, como si uno a esta edad estuviera para salir a retozar en un jardín comunal. Y lo dicen con ese acento cachaco todo educado, de gente divinamente de toda la vida, pero cuando le botan a uno el precio lo ofenden porque no hay derecho que en este roto de ciudad se manejen esos precios. Cuando la burbuja explote y nos vayamos todos a la mierda la culpa va a ser de ellos, que se hacen los maricas con la excusa de que “A eso está el mercado”, cuando lo cierto es que el mercado lo hacen ellos mismos.

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jueves, 24 de octubre de 2013

El estómago

Usted y yo tenemos en el estómago ácido clorhídrico, una sustancia muy corrosiva y ácida que suele usarse como reactivo químico. En proporciones específicas podría matar a una persona, lo que quiere decir que usted y yo andamos por ahí cargando un arma mortal.

Aguanta de todo el estómago, no solo la comida basura que le metemos. A veces, para elogiar a alguien le decimos que tiene estómago, y cuando estamos enamorados afirmamos que sentimos mariposas en el estómago, cuando en realidad es el ácido clorhídrico que nos consume. Es un órgano apasionante y no le damos la importancia que le corresponde. Dicen del estómago que es el segundo cerebro porque tiene unas 100 millones de neuronas. En el de una mujer encontraron cuatro kilos de su propio pelo, mientras que en Inglaterra un señor se tragó un anillo de compromiso que no podía pagar, así que trató de robárselo. En China, a un niño de dos años le sacaron del estómago un feto que resultó ser su hermano gemelo, mientras que Novak Djokovic tuvo que descubrir que era intolerante al gluten para cambiar de dieta y convertirse en el tenista número uno del mundo.

El cloruro de hidrógeno, que es una forma del ácido clorhídrico que cargamos en la panza, se usa para tratar metales, curtir cueros e incluso puede ser liberado por volcanes. Y que tales sustancias no nos maten habla muy bien del estómago, pero muy mal de nosotros. Somos unos individuos duros, unos hijos de puta con estómago (literal). Podemos tener sexo con la esposa de nuestro mejor amigo, acabar con selvas y matar a un hombre y después acostarnos a dormir como un bebé.

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jueves, 17 de octubre de 2013

Sexo con las ricas

La semana pasada había quedado en que llevaba años buscando a mi madre en otras mujeres, y que de tanto buscarla me he metido de lleno en el estrato seis bogotano al que no pertenezco.

Las ricas son mal polvo, me da la impresión, aunque haya tenido poco contacto con ellas. No hablo de las que estudian en la Javeriana y viven en estrato seis, que en estrato seis vivo hasta yo. Me refiero a las millonarias de verdad, a las que desde los 14 se van de paseo a Cartagena porque sí y rumbean con los hijos del presidente de turno. A las que son “amiguis” de toda la vida, arman combo para pasear por Europa en verano y entre ellas se llaman Lauris, Natis, Juanis, Cayis y Anama.

Y no es que no sean promiscuas, al revés. He sabido de jóvenes que queman en la chimenea la citación al examen de citología vaginal para que en la casa no se enteren de que tienen sexo con frecuencia. Reprimidas es lo que son; una amiga, por ejemplo, me contó que en su excursión de colegio a Punta Cana una compañera volvió embarazada y no supo de quién porque se había acostado con siete hombres en diez días. Pero con todo y eso, a las niñas lindas, las que huelen a splash de fresa, comérselas es un lío. 

El otro día Andy Murray se convirtió en el primer británico en ganar el Abierto de Wimbledon en 77 años y las cámaras enfocaban a su novia emocionada en la tribuna. Daba la impresión de que por fin se lo iba a dar después de años de noviazgo, porque mujeres como ella, que no sudan por nada del mundo y hacen todo sin alma (hasta aplaudir al novio que en la cancha vence al número uno del mundo) se sienten princesas que si se acuestan con alguien es porque lo están premiando.

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lunes, 14 de octubre de 2013

FIFA 14

Estoy estrenando FIFA 14 y debo confesar que es mejor que el sexo. Pensarán que lo digo porque soy malo en la cama y me refugio en los videojuegos y pues, la verdad, digan lo que se les dé la gana, no me importa. ¿Cómo no me va a gustar más el FIFA que el sexo si a lo primero puedo dedicarme ocho horas sin parar y a lo segundo no?

Para empezar, a mí no me gustan los videojuegos, me gusta el fútbol. De niño tuve Atari porque era lo que se le regalaba a los niños de entonces y no tuve opción; un día mi papá apareció en la casa con uno porque sí, no era Navidad ni mi cumpleaños. Era novedoso, pero me aburrí rápido. Yo soñaba con un Adidas Tango anaranjado que usaban para jugar en la nieve que nunca me regalaron. Olvidado el Atari no tuve Nintendo en ninguna de sus versiones porque yo lo que soy es un futbolista frustrado, por eso vivo pegado a FIFA (antes al Pro Evolution Soccer). Yo no juego videojuegos, yo juego fútbol.

Así soy, las cosas serias las dejo para última hora, pero las nimiedades que me hacen feliz las asumo con la seriedad de un cónclave papal. El día que compré FIFA 14 me fui para la casa temprano, apagué el celular y almorcé a las 9 de la noche porque se me olvidó hacerlo antes. A la mañana siguiente me desperté a jugar a las 6 a.m. Yo, que escogí el periodismo para no madrugar nunca en mi vida.

Cuando me gusta algo me gusta con intensidad, casi con dolor, y no lo suelto hasta que me aburro. El tema con los juegos de fútbol es que nunca me aburren porque por medio de ellos vivo mis sueños frustrados. Cuando me va mal en un torneo ando de mal genio, no duermo bien. Soy un emo del Playstation, un emo viejo, no sé qué sería de mí de haber sido director técnico de verdad, de esos que echan a la cuarta fecha por malos resultados.

Por ejemplo, yo deje de salir con una mujer porque me compró FIFA 12 de sorpresa, yo me enteré y le pedí que me lo diera de inmediato para estrenarlo, pero ella aclaró que era un regalo y que me lo daba cuando nos viéramos el sábado (apenas estábamos a martes). Yo insistí, le dije no podía esperar, ella me puso a escoger entre ella y el juego, y perdió. Me dejó por inmaduro y yo la dejé por cruel, ¿como me iba a hacer esperar cuatro días? Ahora que ando soltero me metí en un torneo en el que voy de 18, a 7 puntos de salvarme del descenso a falta de cinco fechas y sé que me voy a ir a la B. Yo, que superé la crianza de mi madre y a mis dos ultimas ex novias, tengo claro que nunca me voy a recuperar de ésta.

Por cosas así reconozco que FIFA y similares son unos juegos de perdedores, de gente triste y sola. Ahora que todo es virtual la gente me pide mi usuario para jugar por internet, lo que se me hace patético; enfrentarse a un tipo que está en Japón y luego a un suizo es de idiotas. Yo no tengo usuario, y si lo tengo, no sé cuál es, nunca voy a darlo. Yo juego solo o invito a amigos de carne y hueso a la casa, como tiene que ser.

Es que son más idiotas que yo. Les encanta hacer bicicletas y taquitos y jugadas de fantasía, tendencia en la que me resisto a caer. ¿Han visto fútbol profesional? ¿Qué jugador serio se pone a hacer pendejadas en una cancha cuando lo que está en juego son el sueldo y los puntos? También existe el que prefiere el Pro Evolution Soccer por la “jugabilidad” (término que parece acuñado por un  narrador de fútbol) y no le importa que la liga inglesa no tenga los equipos reales y le toque a uno jugar con el Yorkshire Orange, el South Norwood y el West Glamorgan City. Digo, si uno va a cumplir sus fantasías con un juego, que al menos venga con los nombres, los uniformes y los escudos que son.

Y por eso quiero felicitar a la gente de EA Sports, que no me está pagando por escribir esta columna. Gran producto el que sacaron. Ya me eché una liga con el Junior, equipo del que soy hincha, y puedo asegurar que hicieron un excelente trabajo plasmándolo como la porquería que es en la vida real. A ver si los Char se ponen las pilas.

Publicada en la edición de octubre de la revista Enter. www.enter.co

miércoles, 9 de octubre de 2013

Buscando a mi madre

Fui a ver la última película de Woody Allen y terminé encontrando a mi madre. La protagonista de la historia es una millonaria que queda casi en la calle luego de que su esposo se arruina y esa una mezcla caricaturizada de ella con mis dos últimas exnovias. De mi mamá tiene el haber conocido el lado duro de la vida luego de que perdiéramos hasta los calzoncillos, mientras que de una de mis ex tiene el parecer una persona normal y salir de pronto con ataques de pánico y otros desequilibrios que uno no entiende. Mi otra exnovia está reflejada en esa habilidad que tienen ciertas mujeres en fijarse en la posición socioeconómica de los hombres con los que se meten, pero hacer como si no fuera importante para ellas.

Y eso pasa porque uno suele buscar lo que vio en casa, sin quererlo o queriéndolo. Yo tengo amigos que dicen de frente que ellos se quieren casar con una mujer igual a su madre, mientras que otros están casados con ella porque así lo persiguieron toda la vida, pero sin saberlo.

Yo lidio con la impresión de haberme metido siempre con las mujeres que no debería, de estar atrapado en una cárcel que escogí voluntariamente. Vivo enamorado de las cachacas estrato seis porque mi mamá lo fue alguna vez. Luego se mudó a Barranquilla y se casó con un costeño clase media, pero nunca perdió su esencia. Durante años ella fue la única cachaca que conocí y cuando me vine a vivir a Bogotá entendí porque nunca había tenido novia en mi ciudad: a mí no me gustan las costeñas ni las caleñas, ni las paisas. A mí lo que me gusta son las bogotanas, ojalá de estrato 6, para que sean bien ricas y bien arpías.

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jueves, 3 de octubre de 2013

A mí me mataron la ilusión

A mí me mataron la ilusión bien chiquito. Nunca me compraron la batería que quería, ni me llevaron a Disneylandia, ni me prestaron el carro de la casa. Suena a poco, pero es porque los adultos solemos minimizar los problemas de los niños. Y no se despiste, porque para un niño, que lo deje el bus del colegio es tan grave como para un adulto perder la casa. Los dos miedos son legítimos porque en ambos casos se siente como si el mundo se cayera.

No haber obtenido durante mi infancia las cosas que deseaba hizo que ahora de adulto sea un resentido que se alegra con la desgracia ajena. Cada vez que usted sufre por bobadas como que su equipo de fútbol perdió una final, yo gozo. Me da más felicidad su amargura que mi propia alegría porque ya estoy muy viejo para empezar a ser feliz.

A mí me rompieron el corazón de niño, y en mi casa, que es lo que más duele. Desde los diez años me despertaba a ver el Tour de Francia y apenas mis piernas pudieron alcanzar los pedales me obsesioné con una bicicleta de carreras. Me inscribía en competencias del colegio pese a tener una bicicleta de cross y, claro, siempre quedaba de último porque no estaba hecha para ser rápida sino para saltar rampas en destapado. Yo esperaba que mi padre se conmoviera con mi situación, que viera mi empeño en volverme en el Luis Herrera costeño y me diera esa bicicleta de carreras; nunca pasó.

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lunes, 30 de septiembre de 2013

Señales de que somos un país subdesarrollado

Y no me refiero a que tengamos chivas rumberas, ni políticos corruptos, ni las calles rotas, ni que la ONU diga que somos unos de los países más desiguales del mundo, que esas son obviedades. Nuestra vida cotidiana está llena de pequeños detalles que, si los miramos bien, nos indica que somos una nación de cavernícolas y que es mucho el camino que nos falta por recorrer.

* El cliente nunca tiene la razón. ¿Alguna vez se le ha dañado algo (lo que sea: un par de zapatos, una nevera, el carro) a la semana de haberlo comprado? ¿Ha tratado de devolverlo? Si no, el día que le toque esta lotería descubrirá que quien se lo vendió hará hasta lo imposible para no responderle. 

* Se puede pedir descuento. En el mundo desarrollado los precios son fijos y están exhibidos en todos lados para que el consumidor sepa cuánto debe pagar. Acá todavía se cobra según la cara de marrano que tenga el comprador.

* Los bancos siempre están llenos. En países desarrollados, todo se hace por internet, teléfono, o en esas casetas para carros donde uno manda la plata o el recibo por un tubo. Todo se demora minutos. Acá parece que regalaran cosas en los bancos porque siempre están llenos, especialmente en quincena.

* No hay semáforos peatonales, porque en los países atrasados el peatón es poca cosa y no alcanza el nivel del carro. Por eso acá vemos a la gente cruzar la calle a la de Dios: rápido, cogida de la mano y riéndose.

 * El stand up comedy es el viejo y querido cuentachistes, pero maquillado, por eso los humoristas de vieja guardia han podido adaptarse y Alejandra Azcárate e Isabella Santodomingo han podido dedicarse a eso. El stand up comedy es una persona hablando mierda, con un micrófono en una mano y la otra metida en el bolsillo.

* Hace un par de años la licencia de maternidad pasó de doce a catorce semanas y se celebró como si fuera un triunfo. En Suecia, donde en lugar de animales viven personas, la licencia es de hasta 96 semanas. Lo siguen reino Unido con un año entero y Noruega, con 46. 

 * No sabemos usar las escaleras eléctricas ni el roundpoint (rotonda o glorieta, se llama). Del primero ignoramos que los que se quedan quietos se deben parar a la derecha y dejar el carril de la izquierda libre para que el quiera subir los escalones. A lo segundo, en la costa le dicen romboy, o ronvoy, porque ni idea cómo se imaginan los costeños que se escribe eso.

* Los supermercados tienen empacadores, y eso tiene que ver con dos cosas: acá, cualquier forma de subempleo es tomado como empleo para maquillar las cifras, y además el colombiano es flojo, malcriado, le gusta que lo atiendan (como si lo mereciera). De hecho, si no hay empacador, el cliente espera que la misma cajera que registró los productos los empaque. Eso es ser muy poca cosa.

* Acá le ponen sobrenombre a todos los jugadores de fútbol, no puede haber un solo futbolista al que llamen por su nombre de pila. Suelen relacionarlo con un animal, el lugar donde nació, el barrio donde vive, la música que oye, la comida que come, lo que sea. Y a la gente le encanta. Entre más apodos ponga un comentarista, más sintonía tiene y mejor le pagan.

Publicada en la edición de septiembre de Cartel Urbano. www.cartelurbano.com

jueves, 26 de septiembre de 2013

Qué milonga

Se murió Álvaro Mutis y empezó el llanto. Amigos de toda la vida, gente que nunca lo conoció, fanáticos de su obra, lectores ocasionales, personas que solo vieron ‘Ilona llega con la lluvia’, otros que apenas habían oído el nombre.

En los medios de comunicación le dedicaron lunes y martes a su muerte, y ya saben lo que vale un minuto en televisión. En los noticieros entrevistaron a escritores que lo único que dijeron ante la cámara fue que justamente la noche anterior habían estado leyendo un libro del autor, como si eso fuera una señal divina. En redes sociales fue peor porque hablar mierda en internet no cuesta, entonces se llenó de lamentaciones y lugares comunes. “Gracias por todo, Álvaro”, “Las letras colombianas están de luto” y cosas por el estilo.

Nunca he entendido esa costumbre de hablar bellezas de los muertos. Digo, el mundo es una cloaca por culpa de personas que alguna vez estuvieron vivas, así que tan maravillosas no debían ser. Alguien debería montar un cementerio llamado 'Jardines de los que en vida fueron unos completos hijos de puta', no cabrían los cuerpos.

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jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Ya pa qué?

El otro día la amiga de una amiga me dijo que yo era un bien escaso. Quería decir, supongo, que a nuestra edad (segunda mitad de los 30) las cosas se han puesto tan difíciles para las mujeres que cualquier hombre soltero y heterosexual es un buen partido.

Ambas tienen 35 años y un hijo, y a esa edad las mujeres lucen desesperadas. No necesariamente porque quieran casarse; de hecho, ya no creen en el príncipe azul ni en el te amaré toda la vida. Lo que buscan es una salida diplomática: una compañía que no las joda y les dé buen sexo. Es así porque son independientes y ya no cargan con ese sentimiento de culpa de la adolescencia, cuando se sentían como unas zorras cada vez que se acostaban con alguien que no fuera el novio.

Entonces la amiga de mi amiga, hijo en brazos, me dijo que, si estaba soltero, tenía muchas amigas que podría sacarme. Yo me quedé callado y luego de un rato le respondí lo único que a esta edad se le puede responder a una mujer que propone tal cosa: ¿ya pa qué?

Ojalá me hubiera dicho eso a los 20. Yo era buen partido a los 20, cuando las mujeres quieren pasarla bien y explorar con el sexo (así se sientan mal después). Me le hubiera medido de una porque eso sí puedo ofrecerlo. Las de ahora, que esperan seguridad, estabilidad, un hogar, una familia, no son para mí; proporcionar todo eso está fuera de mi alcance.

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lunes, 16 de septiembre de 2013

El circo

Creo que ya había dicho que Twitter es una red de subnormales, así la veo y así me comporto. No tengo lío con el que se la toma en serio, solo que me parece que la vida ya es demasiado solemne como para asumir Twitter de la misma manera. Yo abrí cuenta para decir bobadas, y en vez de ponerme un seudónimo y una foto cualquiera, me inscribí con mi identidad y cara verdaderas. En parte porque creo que hay que poner la cara, en parte porque es bueno para el negocio. Por mis tuits me han insultado y descalificado, pero también me han contratado para que escriba artículos, que es de lo que vivo.

El hecho es que hace poco puse una de mis pesadeces características, algo así como que iba a montarme a Transmilenio a coger culos (un medio que la gente usa también para colarse sin pagar y robar celulares), y una mujer se lo tomó en serio, muy. Empezó entonces una serie de críticas donde me denunció públicamente y me acusaba con el Alcalde de Bogotá, a quien le preguntó si era posible evitar que yo cometiera tal delito.

Poco le importó a esa persona que yo haya publicado casi 40.000 tuits, cada uno más idiota que el anterior, que le explicara que llevo ocho años sin coger un Transmilenio, que nunca haya tenido problemas con la justicia, y que en realidad ese día hubiera trabajado en una oficina hasta la una de la mañana. Ella siguió, y además de acusarme con Petro, me trató de acosador sexual y me denunció también con la cuenta de Twitter de El Tiempo, diario para el que trabajé.

Hay que ser muy idiota para tomarse una barbaridad de esas en serio y muy mala leche para sapear a alguien con un empleador para que lo despidan o dejen de contratarlo para escribir artículos ocasionalmente. Nunca he entendido a los creen que Twitter es la vida real, y se indignan, y convocan marchas, y piden la renuncia de un Senador, la revocatoria de un mandato o la cancelación del TLC. Si lo que quieren es cambiar el mundo, ¿por qué no dejan de joder a personas como yo (imbéciles, pero inofensivas), levantan el jopo de la silla y van detrás de los malos?

Es que se toman todo en serio, literal. Una vez escribí que Roberto Gómez Bolaños había muerto mientras veía un reality show donde concursantes encarnaban a sus personajes más famosos (una forma de decir que el programa era malo y las interpretaciones destrozaban a los personajes) y la gente lo entendió al pie de la letra. Salí en las noticias de por lo menos cinco países, en la edición digital de la revista People, me entrevistaron por radio y el mismo Gómez Bolaños tuvo que salir a desmentir que había fallecido. Y aún así, todavía hay quien me conoce como el hombre que mató a Chespirito. Yo sigo creyendo que lo mataron aquellos que no saben interpretar las cosas.

Si a esta altura usted no se ha dado cuenta de que yo soy una especie de Silvestre Dangond de las redes sociales, un chabacán, un irresponsable, pero que eso no es más que una postura, un personaje, está jodido. Ustedes de mí pueden decir las cosas malas que quieran, menos que uso de a dos y tres hashtags y lleno los tuits de hipervinculitos azules. Soy un idiota del promedio, pero no tanto como para unirme a un TT tipo #iSad, que fue el que usaron cuando murió Steve Jobs.

Soy periodista, vivo de escribir, pero usted nunca verá en mi perfil nada de eso. En Twitter soy Adolfo Zableh, a secas, respondo por mí, no por los medios para los que trabajo. No entiendo por qué despiden a periodistas que han puesto tuits considerados inadecuados si, no importa lo que digan los expertos de redes sociales, una cosa no tiene que ver con la otra. Es como la creencia esa de que una persona adúltera no puede ser buen Presidente de un país.

El otro día vi una valla que promocionaba ‘El Alquimista’, de Paulo Coelho, y anunciaba que el libro ya había vendido 65 millones de copias. Me parece una cifra insignificante, la verdad. En el mundo hay muchos más imbéciles, y casi todos estamos en Twitter.

Publicada en la edición de septiembre de la revista Enter. www.enter.co

jueves, 12 de septiembre de 2013

Billy

Yo estudié con David Manotas Char pero me tomó unos días caer en cuenta, porque en tiempos del colegio se llamaba Billy.

Recuerdo la primera vez que oí su nombre: Billy, Billy Manotas. No podía parar de reírme porque era un nombre chistoso, inusual para la Barranquilla de esa época (y para la de ahora también). Luego me vine para Bogotá y creí perderle el rastro, cuando la verdad era que él también se había mudado para acá con su familia y vivía a dos cuadras de mi casa. Una vez lo vi saliendo de la suya, a lo lejos, y nos alzamos la mano por cortesía, sin acercarnos ni cruzar palabra, porque la verdad es que nunca fuimos amigos. Esa fue la última vez que vi a Billy.

Al que vi la semana pasada en la prensa, David Emanuel, era otra cosa. Imposible saber cómo pasa uno de ser el Billy del colegio, noble en apariencia, incluso huevón, activo académicamente, amigo de los profesores, siempre listo para participar en cualquier actividad cultural del colegio de esas que son tan aburridas, a cambiarse el nombre, parecer un discípulo de Cristo, consumir droga y alcohol, acosar a vecinos y porteros y terminar apuñalando y tirando a alguien por el balcón de su apartamento.

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jueves, 5 de septiembre de 2013

Revoluciones a medias

El martes pasado hubo en Bogotá una marcha pacífica y no muy mediática. Salió de la 15 con 85 y luego recorrió la séptima hacia el sur. Sé de ella porque colgaron fotos en Facebook, Twitter e Instagram. Una mierda de marcha, la verdad, porque todo lo que salga en Instagram es una porquería.

Y muy bien que haya sido pacífica, pero había que verlos. Mucho hispster de bigote y gafa de marco grueso con la ruana puesta para “apoyar a nuestros campesinos”: ¿Dígame usted cómo ponerse una ruana un día al año y salir a caminar es apoyar un asunto que lleva siglos de conflicto?

Tarados, la verdad, gente buena y decente si se toma una a una (la foto de apertura me la prestó una buena amiga que participó en la marcha) pero unos Idiotas cuando decidieron juntarse a trancar la ciudad en ruana y bicicleta. Y no en cualquier bicicleta, muchas de ellas eran esas de panadero, pero plays, reformadas, azules, amarillas o rosadas, porque tener una bicicleta corriente es demasiado ‘mainstream’, y ya saben ustedes lo especiales, diferentes y originales que se sienten los hipsters y los jóvenes de ahora. Y esperen a que los de la llamada ‘Generación Z’ crezcan, para que vean lo que es un verdadero hijueputica.

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jueves, 29 de agosto de 2013

Por Dios y los millones

Nada genera más violencia en el fútbol que lo que se paga por jugador. Ni los asesinatos de hinchas, ni las apedreadas a los buses. Siente uno que los 100 millones de euros que van a pagar por Gareth Bale tienen el mismo efecto que el tráfico masivo de armas hacia países subdesarrollados.

En un mundo hecho mierda, con 3.500 millones de pobres y 16.200 armas nucleares (solo entre Rusia y Estados Unidos), que un tipo que viva de patear una pelota valga lo mismo que cuesta mantener 1.600 comedores comunitarios resulta un insulto. Y ocurre en España, que vive una crisis de puta madre (para usar un término bien ibérico), mismo lugar donde pagaron 57 millones de euros por Neymar y a Messi le pagan 16 millones al año de sueldo base. Uno, que es bien fanático del fútbol, se odia un poquito cuando se entera de que Barcelona y Real Madrid se gastaron 2.000 millones de euros en futbolistas durante poco más de una década. Digo, uno está para ver partidos, no para soportar esa industria del terror.

Y entre torneo y torneo, los millonarios del fútbol hacen campañas en África con unos niños muertos de hambre, que no está mal, pero no alcanza. Se deben sentir la verga siendo condescendientes con los pobres, tirándoles las migajas del dinero que ganan por patrocinadores, partidos de exhibición y derechos de transmisión por televisión. El mundo, el fútbol, está mal cuando en vez de oportunidades da caridad.

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lunes, 26 de agosto de 2013

El gran morboso

El problema del internet es la posibilidad de conocimiento infinito que nos da. Así usted no tenga un espíritu inquisitivo, puede conocerlo todo, desde cómo funciona la bolsa de valores hasta el grado de salinidad del Egeo.

Y claro, pasa que entre más tenemos más queremos y más infelices somos, por eso nos la pasamos en internet, que da un placer que suele convertirse en vacío. Seguimos acá porque tenemos fe en que algo bueno va a pasar, cuando la verdad es que no va a pasar nada, internet es este montón de horas perdidas. Yo vivo conectado a la espera de que alguien interesante me hable y me invite a algo, así de perdedor soy.

Y prefiero el computador, no soporto navegar desde el celular: las teclas son insufribles y la pantalla da la vuelta cuando se le da la gana y no sabe uno cómo controlarla. Entonces he hecho del computador mi verdadera casa. Salvo por las necesidades fisiológicas, allí me la paso y hago de todo. Eso no está bien, me da una sensación de cultura que no es otra cosa que una gran ignorancia. Paso horas en todo tipo de páginas y al final siento que en lugar de cultura adquirí basura.

Pasa que cuando uno quiere saber todo termina como Estados Unidos, metiéndose en la vida de los demás. El otro día leí que Colombia era uno de los países que más espiaba y quedé frío. No creo que vayan a reparar en un ciudadano del montón como yo, pero igual, las cosas que hay en mi computador son impresentables, casi causal de cancelación de visa, diría.

Ocurre que escribo en el navegador una letra, cualquiera, y lo primero que sale en el autocompletado es la dirección de una página porno. Me aterra pensar que un tercero ve en silencio lo mismo que yo, pero por cuestiones legales, no morales; dejé de preocuparme por el qué dirán el día que entendí que uno puede ser depravado sexual y buena persona al mismo tiempo.

De hecho, criticamos a Estados Unidos porque espía por internet al resto del mundo, pero nosotros hacemos lo mismo, con nuestros modestos recursos, y nos metemos al celular, mail y perfil de Facebook de nuestra pareja cada vez que podemos.

Ni los gringos ni nosotros lo hacemos con mala intención, seguro. Ellos afirman que monitorean a la humanidad para entenderla mejor, mientras que nosotros lo hacemos con nuestra pareja de manera preventiva, para evitar infidelidades y otros deslices.

Pasó que por tener la contraseña del correo de una novia vi unas fotos de ella desnuda que no eran para mí. El asunto, después de destrozarme y de acabar con la relación, causó en mí un poco de excitación que a veces uso para tener fantasías.

Me calmé durante un tiempo porque la cosa en realidad me afectó, pero qué va, soy un sapo, un Gran Hermano del morbo. Cada tanto escribo la dirección de correo o el usuario de alguien en Facebook o Twitter y empiezo a escribir contraseñas al azar, a ver si doy. A veces atino, casi siempre porque la gente hace la fácil y escribe el número de su cédula (que es lo más sencillo de averiguar). Me tocó una que se llamaba Camila y la contraseña de todo lo digital que tenía en esta vida ere precisamente ese: Camila. Eso es ser muy flojo o tener muchas ganas de que lo espíen.


Dos preguntas me inquietan antes de cerrar: ¿qué cosas desagradables de sí mismo habrá encontrado Estados Unidos luego de revisar los computadores del mundo, y qué pensará el mío de mí después de todo el porno que le he metido?

Publicada en la edición de agosto de la reviste Enter. enter.co

jueves, 22 de agosto de 2013

Colombia no está lista para un tartamudo

El otro día le ofrecieron trabajo en radio a una amiga. Cuando le pidieron que recomendara a alguien para que fuera su dupla, sugirió mi nombre, a lo que le respondieron: “¿Pero él no es tartamudo?”.

Pues eso, que soy tartamudo y Colombia no está lista para uno en radio o televisión, porque somos un país retrógrado y de derecha, conservador y atrasado, por eso carecemos sentido del humor, no fabricamos carros, ni tenemos ferrocarril, ni estamos en la OTAN. No es que dándome un chance quedaríamos instalados automáticamente en el primer mundo, pero sería uno de esos gestos que llaman “De buena voluntad”.

Ser tartamudo en Colombia es como ser negro en Estados Unidos hace 60 años: tiene uno todas las de perder y nadie lo defiende. O mejor, como ser negro en Colombia hoy, víctima de una especie de segregación soterrada. ¿A cuántos negros habrán descalificado para presentar un noticiero o salir en un comercial solo por ser negros? “¿Pero él no es negro?”, habrán murmurado entre ellos, mientras al aspirante le daban mil razones, menos la real, de por qué no lo habían escogido. Recuerdo que una vez, cuando era el goleador del Bayern Munich, le preguntaron a Adolfo Valencia si había sentido racismo en Alemania, a lo que respondió que se había sentido más discriminado en Colombia.

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lunes, 19 de agosto de 2013

Sus problemas y los míos

Yo quiero que mis problemas sean los del Presidente porque es la única forma de que las cosas funcionen. Cuando lo operaron de la próstata en tiempo récord, se sintió tan mal de que le fuera tan bien en un país donde la salud no funciona que prometió reformas al sistema y hacer de este uno de los mejores países del mundo en la materia.

Una de las pocas cosas que nos une a los colombianos es el odio a Claro por la mala señal de sus celulares, pero el tema pasó de clamor popular a asunto de Estado cuando afectó a Santos, que pidió a su ministro que tomara medidas al respecto. Igual con el paseo millonario: cientos de paseos millonarios se producen cada día, pero tocó que la víctima fuera un agente de la DEA para que la justicia actuara en tiempo récord: ocho capturas en una semana. Muy mal un país que se mueve por los extranjeros y deja morir a los suyos (pasó lo mismo con el robo a los jugadores del Sevilla en Medellín).

Necesitamos entonces que a Santos le roben el celular en la calle a ver si se acaba el raponeo, y que abusen de un menor cercano a él para que solucionen el caso de la niña de doce años a la que torturaron, desmembraron e incineraron en Tunja y que ya va para el año de impunidad.

A mí me serviría que el Presidente tuviera problemas de humedad y obligara a las inmobiliarias del país a cumplir con sus responsabilidades; de golpe la mía haría caso y arreglaría la del techo mi cuarto, que no me deja vivir. Aunque más que eso, apreciaría que Santos se volviera freelancer, a ver si nos da un respiro a los que vivimos de pasar cuentas de cobro.

Parece que la reforma tributaria nos jodió a todos (menos a los ricos). Hay que sacar el nuevo RUT, pero la página de la Dian vive caída, así que toca mamarse una fila tan descomunal que va a salir en la segunda parte de la Biblia; hay que volverse experto en saber si uno es persona natural o jurídica, si pertenece al régimen simplificado o común y si los ingresos del año gravable anterior alcanzaron o no los 4.073 UVT. Certificación bancaria, fotocopia de la cédula (a veces al 150%), formato de proveedores y copia del pago a los aportes sociales que correspondan al ingreso que uno devenga, así un freelance nunca facture lo mismo. 

Y si usted es empleado y ya tiene la salud y la pensión cubiertas porque su empleador las paga, no importa, si le sale un trabajito extra hay que volver a cotizar de acuerdo a lo que le hayan pagado. Lo bueno de eso, supongo, es que si uno se enferma lo atienden dos veces en urgencias.

El problema de la burocracia en países subdesarrollados como éste es que casi siempre prima sobre el sentido común: la gente del chance le debe 39 mil millones al sector salud, pero el Gobierno se ensaña con los freelancers que cotizamos dos mínimos, a veces uno cuando hay poco trabajo. Y es triste, porque uno estudió periodismo para no pertenecer al sistema, pero como están las cosas, el romanticismo que da vivir de las palabras se va al carajo a la tercera cuenta de cobro devuelta.

A Esperanza Gómez, estrella del porno mundial, la colombiana que más lejos ha llegado en Hollywood (así le duela a Sofía Vergara), nunca se la han follado como nos están follado a los que vivimos del freelance. Así que mando este artículo, paso la cuenta de cobro respectiva y ahogo mis penas viendo su última película porque la paja, y no el amor, es la respuesta a todo.

jueves, 15 de agosto de 2013

Paz y amor

A veces la gente cree que la salida a sus problemas es irse a hacer yoga a la India, dizque para encontrarse, como si allá se les hubiera perdido algo. 20 horas de vuelo cuando uno podría encontrarse cada mañana si dejara el esnobismo y tuviera claro que cada nuevo día es un regalo. Dejen de ir a la India, que ustedes nos son los Beatles.

En primer lugar, un país con 800 millones de pobres (más de dos veces la población total de Estados Unidos) no me parece un modelo a seguir. Yo estuve dos semanas por allá y me pareció un lugar miserable donde quienes se mueren de hambre no se rebelan porque la religión los domina. Quizá sea un problema mío, pero no veo cómo ser pobre y resignado es sinónimo de felicidad y nobleza.

Ya no hace falta ir a Nueva York para conocer a occidentales con iPod, iPhone, iPad, dos computadores, carro importado, tres tarjetas de crédito, apartamento duplex, membresía de club, finca en tierra caliente y dos closets con ropa de diseñador (uno no les alcanza) que afirman ser espirituales.

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jueves, 8 de agosto de 2013

La gente es aburrida

A las personas les encanta decir que está loca. Emborracharse y meterse sin ropa a una piscina. Aburridos es lo que son. Idiotas, en realidad.

La gente es insoportable. Suele hablar de lo que le gusta y de lo que no. “Amo los atardeceres, odio la gaseosa al clima”, como si nos importara. Sea lo que sea que uno le esté contando, suele traer a colación una historia personal que está relacionada con el tema. Entre más en primera persona habla la gente, más aburrida es. Que sepa de una vez que nos tiene sin cuidado lo que piensa y lo que siente, sus problemas y sus hijos, sus viajes y sus mascotas. La verdad es que casi todas las personas nos volvemos aburridas después de 15 minutos de charla.

La gente aburrida cuelga en Instagram fotos de lo que se come, fuma desde adolescente porque cree que eso es ser grande y suele decir que empieza dieta el lunes. La gente jarta dice estar aburrida y no se da cuenta de que la aburrida es ella. Los más aburridos son los que creen que alguien, o todos, los odian. ¿Qué se han creído para merecer desprecio, si ganarse el odio de las personas es más difícil que ganarse su amor?

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jueves, 1 de agosto de 2013

Taras

Lo que me sorprende es que no se note lo inseguro que soy. El otro día llegué a la casa y tenía en Facebook el mensaje de una mujer que decía que me había reconocido en la calle y no se había acercado por miedo. Raro, si al que le aterran los desconocidos es a mí, ¿o por qué cree que tartamudeo tanto?

Ignoro qué pasó en mi infancia o qué tipo de educación recibí para ser así, pero el hecho es que mi inseguridad pasa por muchas cosas: no digo cuándo cumplo porque me siento miserable cuando recibo regalos y reconocimientos. Aún peor, soy tan miedoso que guardo en mi casa al menos una decena de regalos que compré y nunca entregué, convencido de que a la persona no le gustaría.

Salvo una vez, nunca he tenido el sueldo que creo merecer. He vivido resentido en silencio porque gano menos de lo que debería y no tengo los pantalones para protestar ni el emprendimiento para esforzarme más, que me lo reconozcan y me den un aumento. A las persona que nos sentimos subvaloradas nos emputan los restaurantes donde te abren la bebida y en vez de vender comida “brindan experiencias gastronómicas”, porque lo que están es robando. El otro día fui a un sitio donde una hamburguesa costaba $46.000. Para que tenga una idea de cómo está el mercado del periodismo, un artículo podrían pagarlo con cinco hamburguesas de esas (sin gaseosa). De ahí la rabia con la vida.

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jueves, 25 de julio de 2013

La bicicleta de la victoria

Nairo Quintana no me representa. A usted tampoco. Yo soy costeño, vivo en Bogotá, soy tronco para la bicicleta, no me gusta andar por carretera destapada y las únicas veces que he ido a Boyacá es para emborracharme en Villa de Leyva. Nos une una nacionalidad aunque ya sepamos que, al igual que Dios, los países no existen. Los colombianos nos burlamos de los boyacenses, de sus cachetes rojos, de su inclinación a tomar trago en exceso y sus malas borracheras, de lo fea y aburrida que es Tunja, ¿y ahora resulta que Nairo es nuestro orgullo nacional?

¿Qué tiene que ver, por ejemplo, el ex Canciller Fernández de Soto, usted, yo, un chocoano, un tipo que protesta en el Catatumbo y Quintana? ¿Qué aportó usted para que Quintana llegara a donde está hoy? Nada, y aún así queremos montarnos en el bus de la victoria; la bicicleta de la victoria.

Poco después de que Quintana quedara de segundo en el Tour leí esto: “El hijo de Combita que llevó a Colombia al segundo lugar del Tour de Francia”. Para empezar, Quintana no llevó a nadie, en esa bicicleta no cabemos todos. Llegó allá gracias a un puñado de gente que lo ayudó., pero estoy seguro de que ni usted ni yo estamos en esa bolsa. Después del subcampeonato, alguien me dijo que Quintana se representaba a él mismo, a su familia y sus patrocinadores, a su esfuerzo. Nosotros vamos colgados atrás, como un lastre. Y encima de todo hay quien le dice ‘Naironman’. Hay que ser muy irrespetuoso en esta vida.

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jueves, 18 de julio de 2013

El encantador de perras

No entiendo cuál es el tema con tener perros. Cuando uno necesita una mascota para darle sentido y orden a su vida, tal vez lo mejor es suicidarse.

Para empezar, mezclar dos formas de vida tan diferentes no tiene mucho sentido. Además, no es una relación igualitaria, es mentira eso de que los perros sean los mejores amigos del hombre, están ahí para servir y divertir, y sus dueños así los tratan.

Y lo peor es que son malos dueños. Los perros se pierden, los atropellan, los dejan encerrados, los entrenan para pelear, cuando hay un gran evento internacional en una ciudad lo primero que hacen es matar a los perros callejeros y esconder a los indigentes. A cada rato ve uno en redes sociales cruzadas para adoptar perros abandonados que van a ser sacrificados y avisos de “Se perdió Pompón, french poodle de tres años, jugosa recompensa”. Los french poodles son instrumentos de Satán, solo que su apariencia despista. Y ahora, como la gente está dispuesta a pagar por el perro que se le perdió, ha nacido una nueva forma de delincuencia, lucrativa e impune: la que secuestra perros para cobrar por el rescate.

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domingo, 14 de julio de 2013

El niño diabólico

Pasó otra vez: un video está derritiendo a la gente en las redes sociales. Se trata de Luiz Antonio, el niño portugués que le pregunta a la mamá por el pulpo que se está comiendo y después da una cátedra de por qué es malo comer animales. Está bien que el hijueputica ese diga que comer animales está mal, en últimas tiene tres años. Ustedes, en cambio, ya están grandes, así que dejen de ser tan imbéciles.

Pura manipulación del niño, si me preguntan, puras tretas para no comerse el almuerzo y saltar directo al postre. Ahora los niños son muy despiertos, expertos en manipular la situación. Ya ven cómo a los padres de ahora les enseñan a no maltratar a sus hijos dizque para no estropear el libre desarrollo de su personalidad. Pequeños demonios son los que están engendrando.

Fuete es lo que les hace falta. Cuando era niño mi madre, que es nutricionista, no me dejaba levantarme de la mesa hasta no acabarme todo el plato. Podían pasar horas para que eso ocurriera, en especial si había tomates. No importaba si lloraba, hacía pataleta, amenazaba con llamar a mi padre a la oficina para que viniera a salvarme, mi deber era comerme todo. Y si me ponía muy problemático, correa, porque mi mamá además de nutricionista era violenta.

El punto es que la gente está enternecida con el pequeño Luiz; en internet hay más de 500 versiones de su video y juntas superan fácil las diez millones de reproducciones. No sé, los adultos deben estar sorprendidos de que un niño les haya despertado su conciencia ecológica, más allá de que ésta se acabe una vez se deja de ver el video. No queremos y no vamos a dejar de comer carne ni de comprar objetos hechos con piel de animal. Cada vez que soltamos el baño mandamos por el caño tres litros de agua limpia que hacen falta en otro lado del mundo, y quién sabe cuántos aparatos que hemos dejado de usar están en ese basurero tecnológico de Ghana que es tan famoso. Nada de eso nos trasnocha y lo peor es que hablamos de lo mal que está el planeta como si otros, y no nosotros mismos con nuestros hábitos de consumo, lo hubieran dañado.

Tampoco creo en el efecto a largo plazo de las enseñanzas del pequeño Luiz Antonio. Es mentira que aprendamos de los niños, al revés, a medida que crecen matamos todo lo limpio y puro que hay en ellos hasta convertirlos en nosotros. El otro día salió en las noticias que 215 millones de niños trabajan en el mundo. ¿Por qué Luiz Antonio sí se gana nuestra simpatía y los niños esclavos no?

La falta de fuete, o el exceso de él, hace adultos imbéciles, imposible saber la dosis exacta. Yo, por ejemplo, soy el resultado del exceso de correazos y hay que ver cómo va; tres años menos de correa y hubiera sido una persona normal. A Luiz Antonio, en cambio, se nota que lo que le hace es falta. A mí me sale un hijo así y lo ahogo con la almohada a la mitad de la noche. 

Publicada en la edición de julio de la revista Enter. www.enter.co

jueves, 11 de julio de 2013

Quiero amor

Una amiga se fue de vacaciones y antes de que cerraran la puerta del avión me escribió por el celular: “Aquí solo van familias con niños de vacaciones y un par de borrachos jartos. En este avión no fue”.

Nunca es el sitio donde se conoce al amor de la vida, si es eso lo que esperamos. Yo era como mi amiga, solía comportarme como una colegiala virgen en vez del hombre de más de 30 que soy, hasta que entendí que el amor de la vida no existe y que, en el mejor de los casos, a mi edad no se conoce al amor de la vida sino al del resto de la vida.

Pero los extremos se tocan, y un hombre de casi 40 se parece mucho a una quinceañera que todavía no se lo da por amor al primer patán que se le aparece. Pensaba que jugar fútbol era lo mío, pero en el último año he tenido tres lesiones graves que me han tenido seis meses parado y otros seis jugando. Eso así no es vida, creo que es hora de buscarme una mujer, pasaría menos tiempo incapacitado. Yo quiero amor; siempre estoy listo para amar de nuevo pese a todo, creo.

Antes no me preocupaba por el tema porque a los 20 uno asume que tiene la vida por delante, luego llegan los 35 y se descubre que la vida no tiene nada que ofrecer. Ahora entiendo que si alguien de mi edad no se ha casado es porque es una jartera de persona o es homosexual, más ahora que el matrimonio igualitario es un asunto tan confuso. 

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jueves, 4 de julio de 2013

Mandela, Pacheco, Chespirito

Están haciendo fuerza para que no se mueran ni Mandela ni Pacheco ni Chespirito, y no entiende uno por qué.

Lo de Mandela es cuento aparte: tiene 94 años y está lejos. No nos tocó aunque haya cambiado un país. Lo de Pacheco y Roberto Gómez Bolaños sí es cercano porque es cierto eso de que uno no recuerda a la gente por lo que hizo o dijo, sino por como nos hizo sentir. 


Ambos llevan meses ocupando las primeras planas porque están que se mueren, pero no se deciden. Cada vez que sale un titular de prensa anunciando la recaída de alguno de los dos, la gente se une para recordarlos y pedir por ellos para que no se vayan.

¿Por qué?, si Pacheco y Chespirito se murieron hace rato. No en la realidad, pero en términos prácticos, sí. Hace mucho que no producen nada nuevo, los recuerdos que tenemos de ellos son de décadas atrás. No los conocemos, no somos sus amigos ni los vemos a diario; no hablamos con ellos, no sabemos ni dónde viven, no pasamos por su casa a ver qué se les ofrece; nuestro contacto es a través de los archivos de televisión e internet. Ahí vivirán para siempre, así que qué importa que se mueran, si es lo natural. Al revés, mejor así, que sus cuerpos ya no dan. 

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jueves, 27 de junio de 2013

Te pido que te calmes

A los colombianos nos importa mucho lo que de nosotros digan afuera, lo que es una señal de baja autoestima. Pero somos selectivos, damos por cierto lo bueno y desestimamos lo negativo. Dijeron en una encuesta que éramos el país más feliz del mundo y fue noticia nacional, hasta las marcas aprovecharon la fiesta y nos empezaron a llenar de cuñas referentes al asunto para aumentar sus ventas. Nadie reparó en que tal vez sea cierto eso de que entre más inteligencia se tenga, más infeliz se es.

La próxima semana sale el nuevo ranking de la FIFA y Colombia será cuarta, tercera si Italia no gana la Copa Confederaciones. Bien que la selección esté a punto de volver a un Mundial; es un buen equipo, pero preferimos celebrar antes de sentarnos a pensar si es cierto que apenas dos equipos nacionales en el mundo son mejores que el nuestro. Seguro porque sabemos que es mentira.


Pasa lo mismo con García Márquez. Si el tipo no se hubiera ido a escribir al exterior ni hubiera publicado ‘Cien años de soledad’ con una editorial argentina, no sería quien es hoy. De haberse quedado en Colombia, hubiera sido un escritor más luchando por salir adelante mientras trabajaba para un periódico y vendía escasos ejemplares de sus libros, los cuales obtendrían reseñas benévolas de sus amigos periodistas influenciados por las editoriales.

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jueves, 20 de junio de 2013

La gente está jodida

No sé cómo no llegué antes a esa conclusión, que es la más obvia y acertada. Siéntese usted a hablar con alguien (a oírlo, no a hablar en primera persona, que es lo que todos hacemos) y entre más conversen más se dará cuenta de que su interlocutor está jodido.

Su madre, su jefe, su hermano, un desconocido, no importa, a todos se les sale la fritez (¿fritura?) por algún lado. El viernes en la noche estuve hablando con una amiga que me confesó que mientras no solucionara sus problemas con su hermano nunca iba a tener una relación estable, y que a su hermano le pasaba lo mismo, solo que no lo sabía. Y no es que ella esté enamorada de su hermano o viceversa, sino que la cabeza hace conexiones que sobrios y de día no somos capaces de entender.

Otra amiga acaba de pisar los 30 y está en crisis porque no sabe qué hacer con su vida. Hace poco tuvo una entrevista en una empresa que no le gusta, pero tiene claro que si la escogen aceptará el trabajo. Mientras, se la pasa fumando porro en la playa. En apariencia vive relajada, pero por dentro se muere, que es lo que nos pasa a todos.

Una tercera se siente frustrada porque está gorda y no hace nada por remediarlo. En vez de salir a correr a las seis de la mañana, que es lo que quiere, ha duplicado sus raciones de comida. Siente que su vida es un desperdicio y que no ha hecho con ella lo que soñaba. Cuando le dije que lo suyo no era flojera sino miedo, no me entendió y me respondió que no tenía sentido sentirle miedo a ser exitosa y bonita.

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