lunes, 25 de agosto de 2014

El dinero plástico

Yo quiero que alguien me explique por qué es más práctico usar tarjeta que efectivo para pagar las cosas, porque la verdad es que no lo entiendo. Es claro que uno no compra una casa con fajos de billetes, pero es que no hablo de eso, sino de la manía de usar dinero plástico hasta para la transacción más insignificante.

Me parecen desconsideradas las personas que pagan el mercado con la débito porque son unas flojas que no piensan en los demás: en lugar de hacer fila en el cajero para retirar efectivo y luego hacer la fila en el supermercado, hacen solo la segunda y retrasan al resto del mundo. Porque el sistema financiero y los usuarios pueden decir misa, pero pagar con tarjeta complica las cosas en vez de simplificarlas.

Tengo analizada la fila del supermercado al que voy, y las personas que pagan con tarjeta detienen todo. Acá en Colombia la línea suele irse cada tanto, lo que hace que todo se demore. Y así funcione, mientras que pasan la tarjeta, meten la clave, le imprimen el recibo, lo firman, lo devuelven y reciben lo factura pasan millones de años. Por lo general, las que más se toman su tiempo en ese tipo de transacciones son las señoras ricas que cargan más dinero plástico del que pueden gastar y hacen mercado un martes a las 10 de la mañana porque no tienen nada más que hacer en esta vida. Y si no están ellas, nunca falta el que paga una gaseosa y un brownie con la débito, todo un escupitajo a la cara.

En teoría es más seguro y limpio usar dinero plástico, yo digo que son bobadas, como si cargar con unos billetes y un puñado de monedas fuera lo más engorroso del mundo. “El efectivo es sucio porque ha pasado por muchas manos”, suelen decir, como si las transacciones bancarias virtuales estuvieran exentas de porquerías morales, que son peores.

También argumentan que por usar las tarjetas devuelven no se cuántos puntos del IVA y regalan millas para volar gratis. ¿De verdad? ¿No conocen el sistema financiero? ¿Ustedes de verdad creen que los bancos regalan algo porque sí? Y después nos quejamos porque las entidades financieras nos tienen de los testículos.

Es que con la plata de verdad no hay pierde, los billetes son bienvenidos en todos lados, no hay sistema caído ni banda magnética desgastada que lo detenga. Trate usted de sobornar a un policía o de contratar a una prostituta de la calle con tarjeta débito, a ver qué le dicen.

Por eso yo tengo una relación íntima con el efectivo. Escondo en mi casa una caleta con billetes de baja denominación y siempre cargo con efectivo, parezco narco pobre. Y lo hago es de tacaño, para no gastar más de la cuenta. Soy tan amarrado que cuando sé que voy a coger taxi dejo la tarjeta débito en la casa, aunque muchas veces haya oído que si a uno le hacen el paseo millonario y no tiene plata, corre el riesgo de que los delincuentes lo maten. Prefiero que me maten a que me roben, así de tacaño soy.

Aunque peor que yo están los que guardan las nuevas monedas de mil. No se encuentran en la calle aunque el Banco de la República haya sacado a circulación 175 millones de ellas, y no se encuentran es porque la gente las acapara por bonitas y para llenar la alcancía de la casa. Gran contraste: se la dan de cosmopolitas haciendo transacciones con dinero virtual para no ensuciarse las manos, pero llenan un marrano como si aún les dieran mesada para el colegio. Abra los ojos, que si usted tiene más de 30 años y su forma de ahorro es guardar monedas de mil, ya viene siendo hora de preocuparse.

Publicada en la edición de agosto de la revista Enter. www.enter.co