lunes, 17 de febrero de 2014

Réquiem virtual

A comienzos de enero me llamó mi hermana menor a decirme que creía que la otra, la media, la mayor, la que llevaba décadas viviendo en Estados Unidos, había muerto porque la gente estaba poniendo en su muro de Facebook frases de despedida. 

Yo quise no creerle porque era 9 apenas y no había acabado de recuperarme del 2013 como para enfrentarme al 2014. Así que entré a su perfil de Facebook y, en efecto, la gente posteaba fotos viejas de ella y le decía cuánto la iba a extrañar. Entonces llamé de vuelta a la hermana que aún me quedaba viva a confirmarle que sí. Que no es que lo necesitara, porque la verdad es que me lo estaba confirmando a mí.

Terco como soy, quise asegurarme y le hablé por Whatsapp, por donde siempre nos comunicábamos. Le escribí un mensaje sabiendo que nunca lo iba a contestar, pero ahí se volvió todo más confuso porque quedó con doble chulo, lo que según la leyenda urbana significa que el destinatario lo vio. Luego, para despejar toda duda, le puse un DM por Twitter, los cuales solía contestar al instante, generalmente para reclamarme que nunca le retuiteaba nada de lo que escribía.

¿Qué pasa con las cuentas de internet de alguien que se muere? He leído que cuando Facebook recibe el reporte de que un usuario ha muerto le crea una cuenta tributo que restringe el perfil y la privacidad solo a los amigos, pero lo deja activo para que personas cercanas puedan publicar posts en su memoria.

Es deplorable ver el muro de Facebook de un muerto, lleno de frases de amor para un fallecido. En el de mi hermana aún hoy le están poniendo lo mucho que la quieren y la taguean en fotos viejas que parecen que se las hubieran tomado ayer. Todo es tan doloroso que quisiera sacarla de mis amigos, pero no soy capaz. En parte porque el día que la quiera sumar de nuevo no me va a aceptar, en parte porque quiero saber qué cosas le escriben quienes la extrañan. 

Inquietante lo de mi hermana mayor porque era una persona muy activa que deja tres hijos, y también porque el mismo día de su muerte comentó por la mañana un artículo mío en internet con la siguiente frase: "They sell baby formula and they sell coffins. You literally buy everything you need from birth to death."

La cita pertenece a un programa de televisión, pero no deja de inquietar por el hecho de que tiene las palabras ‘Ataúdes’ y ‘Muerte’. Puede ser coincidencia, puede ser también que a esa hora ya hubiera tomado la decisión de suicidarse más tarde ese día, lo cual es improbable porque parecía estar llena de razones para vivir, aunque uno nunca sabe. Jamás lo sabré y eso es lo bonito que tiene su muerte, porque nada más bello que la incertidumbre.

A veces entro al perfil de Facebook de Tata Cifuentes, el tipo al que asesinó David Manotas Char. Me gusta ver unas fotos donde aparece disfrazado de cavernícola en el último Halloween porque hacen parte de una felicidad que ya no existe. También me meto cada tanto a la cuenta de Twitter de un amigo que murió el pasado diciembre cuando iba por carretera de Bogotá a Medellín. A diferencia de Cifuentes, lo que me gusta de él es que ya no puede darme unfollow.

Igual ocurre con mi hermana, a quien nunca dejaré de seguir porque deseo en secreto que algún día vuelva a tuitear, a ver si esta vez sí le doy RT. 

Publicada en la edición de febrero de la revista Enter. www.enter.co