lunes, 18 de julio de 2011

En mi cara

El viernes llamó mi ex novia a pedirme unas canilleras prestadas.

Tuvimos una relación de casi dos años, en nuestros planes estaba casarnos y tener hijos, pero todo terminó por incompatibilidad de caracteres (incompatibilidad de caracteres es lo que argumenta la gente que se separa cuando no quiere ahondar en el asunto).

El final llegó un día que me arrinconó contra un par de paredes y me restregó en la cara la ropa con la que yo había jugado fútbol esa mañana.

No soportaba muchas de mis cosas, entre ellas que mezclara la ropa sucia del día a día con la sudada por el fútbol (olía a demonios, hay que decirlo). Ese día, luego de que me tratara como a un perro al que se le debe enseñar dónde no orinar, supe que no había nada que hacer. Pese a tener el mejor sexo de mi vida y a no aburrirme cuando estaba con ella, una semana después tomé un avión para nunca más volver.

Pero el viernes, tres años después de aquel día en que supe a qué olían mis calzoncillos, ella, que nunca fue capaz de ver un partido por televisión y que se quejaba porque el fútbol nos separaba, ahora me pedía ayuda para jugar un torneo con los de su oficina.

Esperaba que me dijera cualquier cosa, menos que necesitaba unas canilleras. Lo que más me sorprendió fue que supiera que esas cosas que uno se pone bajo las medias se llaman así.

Todo esto para decir que no entiendo a las mujeres, que me joden la cabeza y que con cada cosa que hacen me vuelven un poco más misógino, uno descafeinado que las odia con cariño.

Ese mismo viernes por la mañana una mujer con la que salgo me dijo que quería que me la follara toda la noche. Me hizo pasar el peor día de mi vida pensando en lo que me esperaba más tarde, porque yo puedo follar toda la noche sin problema, pero no si me lo piden de esa manera y con horas de anticipación. Tengo el temperamento de un jugador de Selección Colombia, me quiebro ante cualquier reto.

Esa noche, en efecto, entre su pedido (su exigencia) de por la mañana y la llamada de mi ex novia, tuve un desempeño de vergüenza. Mientras la penetraba dijo que le sorprendía que escribiendo como escribo no tuviera tanta experiencia (si una mujer puede elaborar una frase así mientras tiene sexo, algo no anda bien).

Hubiera preferido que dijera que soy un polvo de primera pese a ser un escritor mediocre, pero qué le vamos a hacer, uno no escoge sus habilidades. Sus palabras me hicieron recordar las de otra mujer que alguna vez, mientras la tenía encima mío, me dijo que no estaba sintiendo nada. Hubiera podido ser menos cruel y decir que estaba sintiendo, pero poquito (y afirmarlo entre gemidos para no bajarme tanto la autoestima).

Eso me pasa por ser buen tipo (y buen polvo más allá de las dos o tres a las que no satisfice). Leo en las noticias que una mujer se casó con un asesino luego de verlo en un tiroteo televisado y me pregunto si lo que me hace falta a mí es agredir a unos cuantos. Es lo único que podría envidiarle a Dominick Maldonado (así se llama el asesino), porque no dudo que en la cama soy mejor que él.

Mi ex novia pasó por las canilleras el sábado por la mañana. No pude acompañarla porque ya tenía planes, pero le prometí que iría al próximo partido. Espero que gane y después, en honor a los viejos tiempos, me invite a su casa y restriegue en mi cara la ropa interior con la que juegue ese día.