domingo, 2 de octubre de 2011

La seguridad es una sensación

Es imposible estar seguros, seguros de verdad. Billones de dólares en armas y sistemas de control, en escáneres de aeropuerto y firewalls de computador, y de repente todo se viene al suelo porque el que cuida la puerta amaneció enfermo. Hoy estás, te dicen jefe, te llevan el tinto al escritorio; mañana caes junto a la señora de los tintos en un recorte de personal.

La seguridad es una sensación. En un día cualquiera se estrellan tres articulados de Transmilenio, destituyen al Ministro de Defensa, tumban las Torres Gemelas, matan a Kennedy, un hombre le echa ácido a una mujer en la cara. Otro día (mañana, tal vez) Messi se lesiona y todo el proyecto del Barcelona se va al carajo.

Lo que segundos antes era tranquilidad ahora es caos. El metro de Medellín casi colapsa semanas atrás porque lincharon a un tipo que restregó su pene contra una estudiante de colegio. El tipo murió a causa de los golpes y nunca sabremos si se trataba de un degenerado, o si los que se transportaban a esa hora armaron lío porque estaban aburridos de la vida.

Vivimos en un país inseguro. El otro día abrieron una bodega de la Aerocivil y notaron, como quien nota que le echó dos pizcas de sal de más a la sopa, que hacían falta 30 de las 64 armas que se usaban para cuidar los aeropuertos del país. Nadie sabe dónde están esas escopetas, esos revólveres que fueron comprados para brindarnos seguridad y con las que ahora podrían robarnos el celular.

Vivimos también en un mundo inseguro. El conflicto árabe – israelí es una lucha tan arcaica que se remonta a los tiempos de vikingos y gladiadores, pero aún así Francia propone acabarlo de aquí a un año. El mundo oye la propuesta y queda perdido porque entiende que se pretende solucionar de manera express un lío añejo.

Cada tres días sale una encuesta a la alcaldía de Bogotá que confunde a los votantes. Lo que ayer era un claro triunfo de Petro es hoy una victoria de Peñalosa. Mañana nos dirán que Dionisio Araújo barre, eso también es inseguridad.

Todo es frágil. El “bien cuidadito, mono” que le dicen cuando usted parquea su carro en la calle es la mayor sensación de seguridad a la que se puede aspirar. Es difícil lograr la paz con armas (como demuestra Medio Oriente), pero es más complejo conseguirla con ideas (nos lo acaba de demostrar Francia). En estas vida a veces es mejor matar a tiros a un presidente y suicidarse después.