martes, 18 de octubre de 2011

Causas con rating

La vida no se trata de estar del lado de los buenos o de los malos, que malos somos todos, sino de los populares o los impopulares.

Lo que quiero decir es que hay causas que tienen más rating que otras. El maltrato a la mujer, la conservación ecológica y el odio a la guerrilla, por ejemplo, son iniciativas taquilleras. De ahí la poca tolerancia a lo que hizo ‘Bolillo’ Gómez, al intento de construcción de un hotel de lujo en el Tayrona o a una toma de las Farc.

Lamente usted la muerte de Steve Jobs o quéjese de la Ley 30 y obtendrá la aprobación del público, que en su mayoría ha usado PC toda la vida y no sabe qué es la Ley 30.

La verdad es tan frágil que sería mejor que no existiera. El otro día leí que el Holocausto judío era una exageración y que el Diario de Ana Frank era falso y no supe qué pensar. Yo, que salí con el corazón arrugado después de visitar el Museo del Holocausto de Washington, la casa de Ana Frank y Auschwitz, me sentí manipulado, primero, y un completo cabrón, después, por poner en duda el sufrimiento de millones (miles apenas, según el texto en cuestión).

Luego di con un señor llamado Norman Finkelstein, hijo de judíos que sufrieron en los campos de concentración, quien no niega el holocausto pero dice estar cansado de que los israelíes usen su tragedia para cometer los mismos crímenes contra los palestinos.

El hecho es que ahora tengo ganas de contratar a un publicista para que minimice mis carencias y le dé bombo a mis logros, que me haga quedar como el héroe o la víctima, según el caso, y que diga de mí verdades a medias, muy a sabiendas de que una verdad a medias es una mentira.

Quiero darme ese lujo para no correr con la suerte de otros. Uno no sabe si a Juan Carlos Martínez se la tienen montada por bruto, por corrupto o por negro, de la misma manera que ignora si Ángel María Borja, aspirante al Concejo de un pueblo del Cesar que tiene por lema de campaña “Con Borja no habrá serrucho, y si hay, no es mucho”, ha sido señalado por sincero, ingenioso, ingenuo o pobre (es vendedor ambulante de comida chatarra en su pueblo).

Quienes lo señalan son en su mayoría gente de grandes ciudades: caleños, medellinenses, bogotanos, la misma gente que armó un escándalo porque Silvestre Dangond le cogió los testículos a un niño. Se creen de mejor moral y no entienden que cada región tiene sus costumbres. Los bogotanos son otros que tienen a la mercadotecnia de su lado; se trata de gente con modales, pero sin talento, que lo único que ha hecho por este país es parir presidentes.

No soy projudío ni antijudío, de la misma manera en que no soy pro o anticosteño; soy antitodo, antiestupidez principalmente. Estupidez es lo adquirimos a medida que nos metemos con otros humanos.

El Holocausto no es peor que el Genocidio armenio o la matanza de indígenas durante la Conquista, solo que los judíos tienen a los publicistas (y a las leyes, y a los políticos, y a los banqueros y a los fabricantes de armas) de su lado. Las tragedias humanas no son más o menos graves si se trata de campesinos o de socios del Nogal.

No faltará quien me tache de antisemita, de resentido o de imbécil. La verdad, hay que decirlo, es que me da envidia que Ana Frank haya vendido más libros que yo.