martes, 11 de octubre de 2011

El aborto

Si usted es un feto tiene todo a su favor. Por vivir en el vientre de su madre tiene la comida asegurada durante nueve meses, que no es poca cosa. Afuera, en el mundo que aún no conoce, su padre vela por su bienestar.

Tiene al ginecólogo también, que sigue su evolución cada tanto, y a los amigos de su madre, que no la dejan cargar las bolsas del mercado. Incluso los desconocidos jugarán en su equipo y le cederán a ella el puesto en los articulados de Transmilenio, más allá de que estos se estrellen cada rato.

Si usted es un feto hasta al Senado de la República está de su lado, y el útero de su madre es tratado con la seriedad con la que se tratan los asuntos de Estado.

Pero el día que nazca estará jodido. Lo recibirá un doctor que se lo pasará de inmediato a los mercados, que son más salvajes que los dinosaurios. Lo que quiere el gobierno es que nazca la mayor cantidad de gente y luego meter al 40% de ella por debajo la línea de pobreza. Si ese no es su caso, los políticos se pelearán con los bancos para quedarse con su dinero, y a veces hasta trabajarán de la mano para lograrlo: siempre, en algún lugar, hay un banco que necesita ser salvado con nuestra plata, es una de las muchas cosas que ignora de este mundo por ser un recién nacido.

Luego están los impuestos, y con ellos muchos males más: la corrupción, los trancones de la séptima, el salario mínimo, las enfermedades venéreas, Miss Universo, los delfines políticos. Pero nada como el amor. Cuando usted llegue a este mundo habrá millones de humanos, abortos frustrados como usted, haciendo fila para romperle el corazón, y no habrá casa embargada, ni puñalada en el estomago, ni apretujada en Transmilenio que iguale ese dolor.

Y eso asumiendo que usted será un bebe sano, fuerte, que tendrá padre y madre, que irá a una universidad. Si en cambio es fruto de una violación, o su madre murió dándole a luz, o nació con algún tipo de malformación y retraso, su vida será aún más difícil. Pero no se desanime, que la vida es complicada para todos, mire nada más lo que pasó la semana pasada con Steve Jobs y Julio Santo Domingo, individuos pornográficamente ricos que igual tuvieron que morirse.

El hecho es que el Gobierno hará todo lo posible para que usted nazca, y luego invertirá millones de dólares en la guerra (12 mil en este 2011), y usted será parte de ese plan. Morirá con honor, mutilado por una granada de fabricación austriaca, y no vergonzosamente, víctima de un raspado en una mesa de cirugía.

Su vida no vale nada, en eso todos concuerdan, acá lo que está en discusión es cuando y cómo muere, y quién le saca el máximo provecho mientras está vivo. Lo traerán al mundo para que abusen de usted las EPS y los operadores de celular. Lo traerán para que cuando supere los 65 años y le duela todo el cuerpo madrugue el primero de cada mes y reclame una pensión que se le acabará el 20 del mismo.

La gente no quiere andar por ahí abortando cada fin de semana, sino saber que al menos existe la opción. Los que afirman que abortar es un delito en realidad quieren que no forniquemos, pero no tienen el valor de decírnoslo. Son amantes torpes, incapaces de dar o producir placer, se han pasado la vida maltratando vaginas en la cama y en los debates. Su decisión de penalizar cualquier tipo de aborto nos aleja aún mas de civilizaciones como la alemana y la japonesa, incluso nos distancia de Irán, un país que pese a ser retrogrado contempla el aborto en casos especiales.

Por nuestras calles andan abortos vivientes como si fueran zombis, sólo que no los notamos porque están legislando.