lunes, 20 de mayo de 2013

la inutilidad del iPad

No sé a qué hora me convertí en un influenciador, un tipo de esos que dice bobadas en redes sociales y la otra gente le copia. Yo, que estudié comunicación y quería escribir libros, terminé expresándome en 140 caracteres. Las grandes empresas, que lo saben todo y que más que vendernos cosas son nuestras dueñas, se dieron cuenta y cada tanto me llaman para que pose de espontáneo y las ayude a hacer plata, que es a lo que se dedican.

Y yo digo que sí. Hay que aprovechar que Twitter es una burbuja donde te pueden pagar millones por poner tres pendejadas diarias. No sabemos cuánto dure, así que mejor chupar de la teta mientras dé.

La cosa es que hay ya tanto tuitero vendido (inclúyome) que cada vez ofrecen menos plata y más pagos en especie. A mí pasaron de pagarme cifras con seis ceros a ofrecerme canjes: ropa, bonos de gimnasio, descuentos en almacenes de cadena, cenas en restaurantes finos. A todos dije que no porque uno no tuitea para las corporaciones por amor, que el amor es para la novia, sino por metal. Si quieren hacer plata, que inviertan.

Me dan ganas de mandarlos a la mierda cada vez que proponen pagarme en especie, pero necesito las conexiones, así que declino amablemente las propuestas. La última vez me ofrecieron un iPad a cambio de un mes de tuits. No he conocido cosa más inútil que ese aparato, remedo de computador, iPhone con ínfulas. El otro día alguien dijo que un iPad era como coger un iPhone y aplastarlo para hacer un patacón. Y peor, lo que me ofrecieron fue un iPad mini, doblemente ridículo.

Es más fácil demostrar la existencia de Dios que la utilidad del iPad. Quien tenga uno va a tratar de justificar su compra a toda costa: que es rápido y liviano, que tiene cámara, que la conectividad, que las aplicaciones. No saben ni lo que dicen. Se expresan como si su vida fuera valiosa, como si se la pasaran salvando el mundo y no tuvieran tiempo que perder. ¿Para qué quieren algo más rápido y ligero que un computador? ¿Para alcanzar a pasar más niveles en Angry Birds?

Un amigo tiene uno de segunda generación y se la pasa hablando pestes de su computador: que es muy pesado, que se demora en cargar. Defiende la causa del iPad diciendo que ahora lee en la cama más fácil. Díganme romántico, pero para leer en la cama nada mejor que un libro, porque ni el Kindle ha pegado. Y si no se tiene libro, no le veo problema al portátil, que ha demostrado hasta el hartazgo que sí facilita la vida. Y al final, por mucho iPad que tengamos, necesitamos en computador. Es decir, se trata de un juguete bonito y caro.

Y hablo del iPad mini porque me sonó más que la otra opción que me dieron para ser influenciador: un viaje para dos a Santa Marta. Imposible pegarse el viaje hasta allá, ¿ha visto usted cómo tienen el mar las carboneras?

Sigo entonces tuiteando a placer desde casa, a la espera de una marca que quiera pagarme con billetes, como debe ser. Aprovecho esta tribuna para poner a la venta mis servicios. Mientras, veo cómo los de ‘La red’ fingen que hacen cosas importantes con su iPad en cada una de las emisiones del programa. Y si lo usan los de ‘La red’ (como en su momento lo implementaron para los jurados de ‘Yo me llamo’), quiere decir que es una vaina muy inútil.

Publicada en la edición de mayo de la revista Enter. www.enter.co