jueves, 23 de mayo de 2013

Escribir, jugar fútbol y follar

No más Rosales, no más Chicó, no más Parque el Virrey. No más viejas del Marymount, ni del Femenino, ni de Los Portales. Me voy a Venecia, a Morato, a Barrios Unidos. Llevo la vida buscando a la misma mujer -un fantasma-, persiguiendo el culo de siempre por El Coq y por La T, La G y El Bandido; últimamente por Gordo y Bruto. No más. No más ese círculo vicioso de arpías deliciosas y sin culo, cachacas de pelo liso y aretes pequeños que son el símbolo de su superioridad moral. Creen que con su belleza y con la bondad que no poseen van a salvar el mundo.

Llega un día en el que se puede prescindir del mundo en el que crecimos, es posible vivir de escribir, jugar fútbol y follar sin que el resto de las cosas nos afecten. Yo elegí dejar todo y dedicarme a teclear, correr detrás de un balón y fornicar sin corazón (pero con ganas). No hago bien ninguna de las tres, pero ahí voy.

Escribir para comer, no por talento, porque escribir es muy difícil. Teclear, sí es sencillo, por eso hay tanto columnista. Es tan fácil que cualquier hijo de puta publica un libro (yo tengo dos y voy para el tercero, ninguno la gran cosa). Darle a unas teclas y ser publicado es tan fácil que por eso a los que lo hacemos nos pagan tan mal. Haga un cohete, eso sí es difícil; constrúyalo y se hará rico. Los que no somos capaces de hacer cosas tangibles (cohetes, edificios, familias) nos ponemos a escribir. 

Luego viene el futbol, que está por encima del sexo. El fútbol en todas sus formas, quiero decir. Yo nunca soy tan feliz como cuando juego a las ocho de la mañana afuera de la ciudad y el aire es liviano y la neblina está aún a ras de pasto. El primer mundial que cubrí me la pasé llorando cada vez que entraba a un estadio. Yo no sé qué es la felicidad, pero tiene que estar muy cerca a eso. Da igual verlo por televisión. El otro día llegó la primavera a Londres y justo pasaron Tottenham-Southampton. Todo se veía tan perfecto. Es probable que no haya nada más bonito (ni la camiseta negra de la Sampdoria, ni un coño bien depilado) que una buena cancha con sol.

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