miércoles, 13 de junio de 2012

Cuando muramos

Suponga que se cae en la ducha, se rompe el cuello y muere al instante (le pasó al papá de una amiga). Murió y no tuvo tiempo de dejar sus asuntos en orden ¿Aguantaría su vida una requisa? No me refiero a las investigaciones exhaustivas de nuestras autoridades que no llevan a nada, sino a un cateo hecho con la intención de reconstruir su vida en el caso de que alguien quisiera escribir su biografía póstuma.

¿Qué encontrarían en la ducha, en los anaqueles de su baño? ¿Cuántos envases de champú medio vacíos, cuántos restos de jabón fosilizados?

Mi casa no soportaría una inspección ni de mi madre, que me perdona todo: boronas de brownie en las sábanas de la cama, facturas viejas en la mesa de noche, ropa sucia doblada en el closet como si estuviera limpia, envolturas de chocolatina debajo del sofá del estudio, loza sin lavar en el fregadero, el canal ‘Utilísima’ en el televisor, gigabytes de porno en el computador. Un examen más a fondo hecho con esa luz negra que usan en CSI revelaría manchas de semen en la alfombra producto de todo ese porno, pero también de las veces que tuve sexo sin condón.

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