viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Qué tiene el Mundial?

Qué tiene el Mundial, así, con M mayúscula, que vuelve loco a todo el mundo. Al menos catorce aplastados en una estampida en el partido Nigeria – Corea del Norte y el juego no fue suspendido. (Si la UEFA ordenó a Juventus y a Liverpool jugar la final Europea de Heysel en 1984 con 39 cadáveres aun tibios, y Togo fue sancionada en la última Copa Africana de Naciones por retirarse tras el asesinato a bala de varios miembros de su delegación, ¿cómo esperar que suspendan un partido si no hay siquiera un muerto?)

Yo creo que un Mundial solo deberían hacerlo naciones desarrolladas, con suficiente infraestructura y capaces de garantizar la seguridad de todos los asistentes. Así, quedarían descartados siempre todos los países latinoamericanos, casi todos los asiáticos, media Europa y toda África.

¿Qué tiene el Mundial que todos se están lesionando y que tiene a Maradona prometiendo que si lo gana va a desnudarse en el Obelisco? Si un desnudo fuera capaz de atraer la victoria, Antanas Mockus hubiera barrido en las pasadas elecciones.

Estampidas y empelotadas a un lado, apenas suba este articulo al blog tomaré un avión a Johannesburgo para ver mi segundo Mundial. Tengo miedo. Conseguí un apartamento para hospedarme durante todo el mes y no tengo idea cómo va a ser.

He oído que en los hoteles le están diciendo a sus huéspedes que solo se responsabilizan por su seguridad de puertas para adentro, y que si quieren salir a la calle es mejor que lo hagan de a tres. Eso, entre líneas, quiere decir que la calle es tan peligrosa que dos personas no podrían defenderse de lo que pueda atacarles allí.

Yo vengo de Colombia, lugar donde le roban la cédula a los muertos, y eso es un consuelo, pero tengo el presentimiento de que ni la habilidad de haber esquivado raponeros durante varios años me va a salvar de que me atraquen.

Sin embargo, antes de preocuparme por los hurtos, se que antes tendré que lidiar con la presentación de Shakira y Juanes en la inauguración del Mundial. Eso, la verdad, me tiene asqueado, además de un poco apenado con los sudafricanos. Somos nosotros quienes los estamos robando a ellos.