viernes, 24 de diciembre de 2010

Pasa una mañana

Nadie sabe cuándo llega el día en que todo lo que parecía normal termina siendo un absurdo. No se trata de una revelación gradual, sino de un descubrimiento súbito, casi que violento. Hoy no soportas que el portero llame el ascensor por ti, gesto que ayer adorabas, porque lo lógico es que tú mismo lo pidas.

Carece de sentido que habiendo tanto usuario y tanta antena repetidora regada por los campos de Colombia, las llamadas de celular se vivan cayendo, así como tampoco es racional que en la fila del banco haya alguien que pida que le guarden el puesto para ir a llenar un formato de consignación. Yo he perdido cientos de puestos en mi sucursal más cercana por hacer las cosas como se deben: primero el formato, la fila luego.

Estos dos detalles, que 24 horas atrás no te incomodaban porque creciste con ellos, de repente te convierten en un amargado.

No es anormal que censuren un video de Enrique Iglesias por su contenido sexual, lo realmente irracional es que un tipo como Enrique sea cantante. Y lo bonito del asunto es que la idea aparece clara en tu mente, como si te la hubieran estampado, una mañana cualquiera, siendo que llevas oyendo al Iglesias y a su padre desde que eras un niño y nunca te habían disgustado.

Otro día sales a la calle y el bus que te lleva de la casa al trabajo demora media hora en pasar, cuando lo usual es que no tarde más de cinco minutos. No hay de qué asombrarse, lo descabellado es que alguien haya caído en cuenta de que tú necesitas ir del punto A al B todos los días y que preste ese servicio por monedas. Lo descubres y la siguiente vez que te montas al bus lo haces como si estuvieras entrando al cielo; las sillas raídas son nubes, el chofer es San Pedro y trabaja para un Dios que está en las alturas (en realidad el dueño de la flota, que opera desde en una opulenta oficina decorada con mal gusto al sur de la ciudad).

Inadmisible, porque no le cabe otra palabra, es que un metro cuadrado en Bogotá alcance los quince millones de pesos. Cuando juntas el dinero con mucho esfuerzo caes en cuenta de que no se puede hacer nada con un solo metro cuadrado y decides que es mejor donarlo a caridad, o gastarlo en un burdel. Y cuando verbalizas que la interminable cadena de la vida no tiene ningún sentido, que estudiar, trabajar, casarse y tener hijos para que ellos repitan el ciclo es una carrera que no podemos ganar, tus amigos empiezan a sacarte el cuerpo y no te vuelven a invitar a los asados del sábado por la tarde. Eso por no mencionar la cara que al respecto ponen tu señora y los niños.

Un día abres los ojos y concluyes que el rojo del semáforo para que la gente pare y el verde para que ande es una incoherencia, y te lamentas por todos aquellos que no lo han visto. Decides entonces que te conviene más pasártelos en rojo, con tan mala suerte que te llevas por delante la mini van de una guardería y te meten a la cárcel por haber matado a tres de las personas que estaban llamadas a ser el futuro del país. La celda la compartes con dos ex funcionarios públicos a los que le pareció lo más de absurdo no usar dineros del Estado para pagar la universidad de la hija menor, la consentida, y remodelar la cocina y los tres baños de la casa.

Tengo un amigo así, que va rompiendo reglas deliberadamente, pero son trasgresiones inofensivas, que no dañan a nadie, salvo su relación con su esposa, que cada día está peor. Un día dejó de usar el reloj en la muñeca izquierda para hacerlo en la derecha porque le pareció que así se sentía más cómodo, ya que es zurdo. Ella no lo soporta, creo que se van a separar y que él no lo ha notado aun. Ser soltero de nuevo va a ser una realidad que va a terminar por volverlo loco en estas navidades. Que así sea, porque al fin verá la luz.