Los primeros que se van a ir a la mierda cuando llegue el fin del mundo son las organizaciones de beneficencia, fanáticas de salvar ballenas en el Ártico y niños en el África.
Cuando llegue el fin del mundo, que va a llegar, los que ayudan a los demás saldrán corriendo a la misma velocidad que nosotros, los que no movemos un dedo por la humanidad.
La Biblia dice que hay que ayudar al prójimo, pero se trata de un libro de fábulas. La naturaleza, en cambio, nos ha enseñado que el instinto de supervivencia llega hasta las últimas consecuencias y que uno no muere hasta que deja de respirar. Por eso vemos gente sin piernas que quiere correr los 100 metros, y sin brazos que agarra un lienzo a brochazos con la boca.
Hay incluso un señor llamado Nick Vujicic, que vino a esta vida sin piernas y sin brazos y se ha hecho rico a fuerza de motivar a personas que nacimos con todas las partes del cuerpo, pero con el ánimo por el suelo, como usted y como yo. Practica natación, juega fútbol, hace sánduches con los ñocos que tiene por brazos y demás actividades que sacan lo mejor de sí (lo peor, a mi modo de ver). Si yo fuera Vujicic, dejaría de hacerme el mentalmente fuerte y con todo el dinero ganado contraría un ejército de mujeres que, además de esclavas sexuales, harían todo por mí.
No hay que guiarse por las señales de la Biblia, que habla de jinetes y de señores con cola y cuernos. El fin del mundo vendrá en la forma menos esperada. Vendrá como Ghandi, como mi vecino del 302, como Suso el paspi, como Nick Vujicic. Vendrá, muy seguramente, como presentador de RCN (sospecho de Jota Mario y de Sergio Barbosa).
Cuando el mundo se acabe nos arrepentiremos de todas las cosas que hicimos para aplazar su final. Nos odiaremos por haber rezado, desayunado bien cada mañana, pagado las cuentas; por no haber fumado, por haber ido al médico y habernos vacunado. Nos odiaremos por haber respetado a nuestro jefe.
Cuando llegue el fin del mundo, que vendrá, los testigos de Jehová correrán por sus vidas junto a los de Green Peace y los cobradores de American Express, dejando atrás a los discapacitados, los ancianos, los osos de anteojos y los deudores morosos que alguna vez cuidaron. Todos, tan rápido como sus piernas lo permitan, tratarán de seguirle el paso a Nick Vujicic.