domingo, 13 de marzo de 2011

Si me lo permites

Lo que yo no entiendo es cómo puedes inspirarle sexo a alguien. Solamente sexo, quiero decir. Porque está bien que seas una hembra irresistible, pero no me parece que es sexo lo primero que proyectas.

Por otro lado, lo que no soporto es ver la lista de hombres con los que has estado y saber que yo no clasifico a ella. Y es raro, porque toda la vida traté de convertirme en quien yo me enamoraría si fuera mujer, pero al parecer tengo un concepto demasiado bueno de mí mismo y el modelo Adolfo Zableh no tiene mucha demanda en el mercado. No estoy cuestionando tus gustos, cada uno mira con quién se mete, pero igual me duele.

Porque a mí no me duelen las tres o cuatro mujeres que me dijeron que sí, sino la tracamanada de ellas que me han dicho que no. Todas repitieron en su momento el mismo discurso, enumerando mis múltiples virtudes para después cerrarme la puerta añadiendo que cualquier mujer se moriría por estar conmigo (cualquiera menos ellas). Por ese te pedí que te callaras cuando te vi venir con los argumentos de siempre; en este momento de la vida prefiero que me digan que soy bruto, aburrido, feo y sin gracia, pero que estén conmigo.

Porque el asunto es que la gente no se enamora de otra gente por sus virtudes. Una mujer no se fija en un hombre porque sea inteligente, y honrado, y decente, y gracioso y hasta la trate bien y sea buen trabajador. Si así fuera, Pablo Escobar no habría tenido esposa y amantes, y todos los políticos serían solteros.

Al igual que en la política, pareciera que en el amor fuera necesario ser mala clase para triunfar. De labios para afuera las mujeres afirman querer alguien bueno que las quiera y las respete, pero luego dan con él y descubren que un hombre así es muy aburrido, y que es mejor salir con el hampón que las llama con tragos a las dos de la madrugada para tener sexo. Y ellas van y se lo comen porque creen que así van a enamorarlo. Hay que ver cómo cierran su corazón las mujeres cuando descubren que no pueden cambiarnos.

Lo que me da rabia contigo no es nada de lo que acabo de decir, sino haberme ilusionado. Qué idiota puede llegar a ser uno, que metido en la historia ignora toda evidencia y no cae en cuenta de que mujeres como tú no se fijan en tipos como yo.

Ayer me escribió una amiga desde el aeropuerto de Albany. Raro. Es diseñadora y me contó que la plaza central de la ciudad fue diseñada por Le Corbusier, pero que todo el mundo la odia porque es monolítica y solitaria.

El hecho es que estaba esperando un vuelo y se puso a leer este blog. Cuando volvió a casa (vive en Chicago) le tradujo a su novio, que no habla español, un post que le había gustado. Luego hicieron la cena y al final de la noche follaron, que es lo que se le pide a la gente: que se ame y que folle.

Qué bonito explicarle a alguien que uno ama algo que no es capaz de entender. Es un guiño tan humilde como apabullante. Vale más una traducción que un collar de diamantes porque lo primero une mientras lo segundo se presta para peleas.

Yo quisiera hacer algo así contigo, pero de nada serviría, porque si bien podría parecerte dulce no lograría que te enamoraras. Además está el detalle de que hablamos el mismo idioma y que encima eres más inteligente que yo. Así que, de ser necesario, a ti te tocaría explicarme las cosas y no al contrario.

A veces me gustaría hacerme el malo para que me pusieras atención, pero la verdad es que no me sale. Te veo y me derrito como una colegiala virgen. Aun así, si me lo permites, la follada sí me encantaría pegártela.