lunes, 7 de marzo de 2011

Lo importante

Si partimos del rumor que dice que el mundo no es gobernado por los presidentes sino por siete judíos que sentados en una mesa en Nueva York deciden qué debe y qué no debe hacerse con él, es pertinente decir que han tenido éxito no solo en fijar alto el precio del petróleo y en acumular la riqueza en pocas manos, sino en habernos pegado una despistada de proporciones históricas. Con habernos me refiero al ciudadano común, a usted y a mí.

Porque esos señores sin rostro y que de golpe solo existen en nuestras pesadillas han logrado que pongamos nuestra atención en las cosas menos importantes y no protestemos por lo que vale la pena protestar. En el mundo de hoy es muy fácil vestir bien con poco dinero, pero resulta imposible que el sistema médico acepte sin chistar extraernos un tumor maligno así hayamos pagado la mensualidad a tiempo.

Sabemos con exactitud cuánto cuesta el iPad 2 que acaba de salir al mercado, pero ignoramos la cantidad de dinero que por obligaciones sociales nos descuentan del sueldo. Cuando oímos que los fondos de pensión son un fraude, y que llegada la jubilación nuestra generación nunca verá todo lo que aportó, nos entra un pequeño estrés. Nada comparable, eso sí, con la preocupación que nos genera el hecho que Google haya sacado un nuevo navegador mientras nosotros seguimos usando Explorer, esa porquería.

Yo quisiera que la gente que hace la fila para el Sisbén tuviera el mismo júbilo que muestran los gringos que esperan una semana en la puerta de un almacén para comprar el último Xbox. En ambos casos se madruga, pero aguantar lluvia y frío para ser clasificado según el nivel de pobreza es un asco, nada que hacer.

Sería bueno también que la gente recitara los puntos de la Ley de víctimas igual que la ficha técnica del Audi R8, con entusiasmo y de memoria. El problema es que mientras los alemanes hacen carros que no van a ningún lado de cero a cien en menos de cuatro segundos, en Colombia seguimos sacando leyes que no llegan nunca a donde deberían.

El sistema está diseñado para facilitarnos las cosas sencillas y enredarnos las complejas. Nos inunda de créditos para cambiar de computador cada dos años, pero nos hace pagar una casa durante media vida. Yo preferiría que ir de compras a Miami fuera difícil con tal de no tener que pagar tres veces el valor real de un apartamento.

Es lunes en la mañana. Me miro al espejo antes de salir rumbo al trabajo y noto que nada de lo que llevo puesto fue comprado en Colombia. ¿Vestirme mejor quiere decir vivir mejor? ¿Soy superior a aquel que llena su closet con ropa del Éxito?

Camino por la calle. Me he convertido en ese ser que por fuera luce fabuloso, pero que detrás de la cara con la que mira no tiene nada que ofrecer. Me odio no solo por lo que he hecho de mi vida, sino por haber nacido nieto de palestino, quizá lo único peor que ser judío.