viernes, 1 de abril de 2011

Basura cósmica

Existen mejores maneras de acabar con la especie humana, si es eso lo que queremos.

Hay que darle la oportunidad de morir a los que verdad quieren morirse. No tiene sentido matar civiles en una guerra, ni darle bienestarina adulterada a niños que (por ahora) no tienen la culpa de nada.

Yo creo estar aportando para la causa y aprovecho cada oportunidad que tengo para bajarle la autoestima a la gente. Cuando una amiga me dice que está deprimida porque la dejó el novio, le agrego que está gorda, que su trabajo es aburrido y que llevaban años poniéndole los cachos, por ejemplo. Si fuera médico y pudiera pasar inyecciones letales por debajo de cuerda, lo haría sin titubear.

Hace años trabajé en una editorial y puedo asegurar que lo que mantiene a la industria son los libros de autoayuda. La literatura no da, los libros de culinaria tampoco; los de superación, en cambio, le dan de comer a una cantidad de editores que tienen la habilidad de corregir un arrume de hojas pero no son capaces de escribir ninguna.

A Walter Riso le dicen el autor del millón de dólares, título que saca es éxito en ventas, pero a Riso no se lo soporta ni la señora que lo trajo al mundo. Si yo fuera él, trataría de mejorar mi imagen comprándole un lote de armas a Indumil, y a cada ser afligido que se me acercara le alquilaría una con su respectiva bala, una sola (la bala sí la vendería y la cobraría por adelantado). Lo mejor que se puede hacer con la gente que necesita ayuda espiritual es enseñarle dónde darse el tiro de manera que muera sin dolor y no quede bobo, o en una silla de ruedas.

Por paradójico que suene, para darle respiro al planeta regalaría cigarrillos a los fumadores, 730 paquetes al año (a razón de dos al día) y daría droga gratis a todos los adictos. Empezaría legalizándola para acabar con dos problemas de una vez: la guerra de los carteles que mata a tanto inocente, y los idiotas que creen que hay que drogarse para pasarla bien.

Aspiraría también al cargo de Director del Tránsito y dispondría de zonas en la ciudad exclusivas para conductores borrachos. Solo las deshabilitaría hasta que todos fallecieran en accidentes fatales entre ellos mismos.

A la vuelta de unos años la población se reduciría dramáticamente. Habría menos gente, que es la idea, porque hay que darle espacio a los árboles, a las aves, a los ríos. Estas tierras estaban pobladas por osos de anteojos, venados, armadillos y zarigüeyas que desean volver a su hábitat. No quieren morir porque en su cerebro no existe el concepto de autodestrucción.

Nosotros, en cambio, (Paris Hilton y Andrés López, Shakira y el presidente de Estados Unidos, usted y yo) somos basura cósmica.