miércoles, 13 de abril de 2011

El amor de tu vida está en Boston

Una amiga se muda a Boston para encontrar el amor, me lo dijo con esas exactas palabras: “Quiero ir a Boston y encontrar el amor”.

En realidad se va a hacer una especialización en edición y escritura, pero todos necesitamos una excusa para dar con el amor que creemos merecer. Los leones saben que el más fuerte adquiere el derecho a copular con las hembras de la manada; Juan Manuel Santos no se hizo presidente para solucionar el país sino para tener a la mujer que se le diera la gana.

Mi amiga está sin empleo desde hace unos meses, tiene el horario trastocado y se va en agosto porque quiere progresar, pero también porque parece que para ella el amor no está en estas tierras.

Los consejeros sentimentales dicen que el amor no se busca sino que llega solo, y puede ser cierto; los papás de otra amiga se conocieron en una clase llamada mecánica de sólidos y hoy tienen un matrimonio de cuarenta años y tres hijos. Y si uno puede encontrar al amor de su vida mientras aprende los efectos de las cargas externas en el interior de un cuerpo deformable, todo es posible.

Dos amigas más están en España. Una no hizo más que comer mierda (en el amor, se entiende) cuando vivía acá, viajó con el corazón destrozado y ningún tipo de confianza en los hombres (hace bien); hoy está casada con un buen hombre, tiene un hijo y espera otro.

La otra se fue en busca de una vida, ¿pero qué es para una mujer como ella la vida sin amor? Mal no le ha ido, lo que no quiere decir que le haya ido del todo bien. El estudio de arquitectura al que llegó a trabajar cerró y los hechos la pusieron en Valencia con casi treinta años y un sueldo de practicante que apenas le da para vivir.

Dejó en Colombia a un hombre que la amaba y que hoy no quiere saber nada de ella. A cambio se hizo novia de un valenciano que mientras le juraba amor eterno se follaba (para usar un término bien español) a su compañera de apartamento. Son los problemas de tener que dejar tu país porque no da oportunidades para desarrollar tu profesión.

Por esas cosas que solo el sicoanálisis es capaz de explicar, se cortó el pelo apenas terminar la relación, pero como 580 euros al mes no alcanzan para mucho lo hizo con un aprendiz de peluquero que no le cobró nada. Resultado: echó a perder la larga cabellera que venía cultivando desde hacía años y quedó, según ella, como un niño emo. Soltera, pobre, lejos de casa y con un peinado que odia, mi amiga no vive días felices. Las mujeres son capaces de soportar todo, menos un mal corte de pelo. Cuando una mujer se mira al espejo y no le gusta lo que ve, el resto del día, el resto de la vida, rueda cuesta abajo.

Mañana sale rumbo a Noruega con unos amigos para ver auroras boreales, que dicen es uno de los espectáculos más conmovedores. Pero la aurora boreal no es la felicidad, solo las personas pueden hacernos felices o infelices. Lo demás en esta vida (partidos de fútbol, helados por la tarde, orgías, viajes a Disney, auroras boreales también) son simples luces artificiales, mero decorado. Juliana nunca me lo ha dicho, pero creo que sacrificaría todos los fenómenos naturales del universo a cambio de arreglar ciertos asuntos de su vida, el amor entre ellos.

De vuelta a mi amiga de Boston hay que agregar que su viaje no solo tiene que ver con el amor, sino con Colfuturo, que debe prestarle una millonada para que pueda irse a estudiar. Lo siento por ella, lo último que necesitaba su problema existencial es que en él se involucrara también la burocracia estatal.