Lo bueno de tener hijos es que si todo sale bien te llenan de amor más que de disgustos. Lo malo es que al final de la vida te dejan morir en la cama de un hospital, no porque no te quieran, sino porque contra una enfermedad letal no hay mucho que el amor pueda hacer.
El universo es tan amplio que nos contiene a los dos, a ti y a mí, que estamos haciendo cosas tan diferentes. Es sábado por la tarde y mientras yo cuido a alguien en el hospital, tú cantas frente a miles de personas que aunque no se sepan todas tus canciones han cruzado la ciudad solo para verte.
A esta hora tú vives la vida a pleno mientras yo la veo pasar por la ventana sin poder salir, como si el hospital en el que me encuentro fuera una pecera sin agua, llena de pescados que agonizan.
Fue un día soleado, al menos donde yo me encuentro, porque hay que precisar que estamos en ciudades diferentes. Cuando tengas un chance avísame qué tal estuvo el clima por allá.
El universo es tan amplio que nos contiene a ambos, que hacemos distintos planes y sentimos cosas diferentes el uno por el otro.
Lo bueno de vivir es que uno tiene sábados de sol donde es el centro de las miradas; lo malo, es que hay otros en los que se es un intruso que le roba minutos a la vida así no esté a punto de morir.
Hoy cuidé todo el día a mi padre enfermo, pero en realidad no estaba ahí; no hice otra cosa que tratar de visualizarte cantando frente a un mar de caras que se sabían tus canciones, o no. La injusta no es la vida, sino uno.