domingo, 3 de abril de 2011

Mientras tanto

Mientras usted se levanta, se mira borroso al espejo y decide si debe afeitarse en sentido contrario a como le crece la barba, alguien está acabando con el mundo. Mientras ve una película, compra un paquete de calzoncillos, celebra (o lamenta) un gol de Messi, hay alguien desfalcando al sistema, aprovechándose de su pasividad.

El problema es que no se sabe, ya no cómo empezar a rasurarse, sino por dónde empezar a salvar al planeta. Intenta uno combatir a la bestia devorahombres de mil cabezas y ningún rostro, y es una tarea titánica que sobrepasa a un hombre que, como usted, a duras penas sabe si le conviene más afeitarse a favor o en contra a cómo le sale la barba para enfrentar con algo de dignidad el día que le espera.

En lo que toma una decisión los pelos le han crecido fracciones de milímetros, pero la bestia ha crecido metros, alimentada por humanos que dieron su vida para hacerla más fuerte.

Mientras usted se pega una ducha más, un hombre se hace millonario y otro muere; ambos hechos están relacionados, porque para que alguien sea feliz es necesario que otro sufra.

Sale entonces de su casa limpio, rasurado, decidido y se dirige a donde su operador de teléfono celular con la intención de cerrar la línea. Mientras pasa la carta de desafiliación que se hará efectiva con su próximo corte de minutos, un ejército de asesores de servicio al cliente ha reclutado decenas de clientes más. Ganó la batalla, pero en la guerra ha salido victorioso el enemigo. Al tiempo que reclamaba el alto costo de la factura y pasaba la fotocopia de su cédula para demostrar que usted sí es usted, le creció la barba, también las uñas; llegará a media mañana a su oficina a trabajar sin ganas, odiándose un poco más.

No se puede vencer a la bestia. (Trabaja para una multinacional, lo que quiere decir que usted mismo, con todos sus diplomas, aptitudes y experiencia, hace parte del sistema digestivo de esa bestia).

Cosas pasan todo el tiempo. Mientras usted ve una película de porno suave en viernes por la noche, la mujer que le fascina se lo da por amor a un hombre que solo quiere comérsela. Mientras está concentrado en las escenas de sexo se le cae el pelo, sus células mueren para nunca regenerarse, un cáncer le pasa del hígado al páncreas y en alguna zona rural del país miembros del ejército violan campesinas menores de edad.

Con la crisis del mundo árabe nos hemos enterado de que cada vez que alguien iba a Egipto a conocer las pirámides le estaba dando dinero a Mubarak. Lo que ignoramos, por ejemplo, es que un hostal para jóvenes turistas extranjeros en Cartagena es propiedad de la gente de JP Morgan. Así, mientras que a esas personas bonitas y drogadictas les llega la hora de pasar la hoja de vida en City Bank, le dan sus euros a uno de los grupos financieros más voraces del mundo.

No se puede dominar a la bestia devorahumanos; para boicotear al sistema con éxito es necesario matar a Dios, no dejar de tomar Coca-Cola.