El problema del mundo no es que no funcione, sino que lo ilusionan a uno con que sí. Apenas se le da una segunda mirada a las cosas que están hechas para que marchen se descubre no solo que no andan, sino que muchas van en reversa. El sistema está diseñado para que a toda solución se le anteponga un obstáculo, el asunto es que nadie es capaz de decírnoslo.
Por eso, cuando se supone que las empresas tienen un departamento del servicio al cliente pero con lo que se encuentra uno es con una fila que dobla la esquina, dan ganas de sentarse a llorar, o de disparar un arma, de acuerdo al temperamento de cada quien. Si le dijeran de entrada que a la estufa que compró se le van a dañar tres de los cuatro fogones antes del mes, y que la empresa que se la vendió va a hacer todo lo posible para no cambiarla, uno seguiría cocinando en leña para ahorrarse problemas.
Es como cuando se va a un Foto Japón a sacar un juego de cinco fotos de 3x4 en fondo azul y al llegar a la embajada se descubre que eran de 4x6 en fondo blanco. Eso, si el hecho de que Foto Japón saque cada día peores fotos para documento no logra traumatizarlo de por vida.
También está el sistema de DVD. Encuentras por internet la película que habías buscado por años y la esperas ansioso por dos semanas para descubrir que tu reproductor no lee discos Zona 2. La globalización es una de esas cosas que no se han acabado de inventar.
A mí lo que me rompe el corazón es que las cosas que fueron hechas para estar en movimiento deban quedarse estáticas porque la vida es así.
El celular anuló al teléfono fijo, pero en Bogotá es normal que alguien le diga a uno que le devuelve la llamada en cuanto llegue a la casa porque en la calle se lo pueden robar. Con los computadores portátiles ocurre lo mismo. Y qué decir de los carros. ¿Para qué concesionarios de Ferrari? No es que sea indecente que en un país muerto de hambre como Colombia rueden carros de trescientos millones de pesos, sino que no ruedan. ¿Cómo explicarle a Enzo Ferrari que dedicó su vida a perfeccionar un producto que muere de aburrimiento cada vez que se enfrenta a un trancón bogotano?
El sistema no funciona: la mujer de tu vida nació en Rusia y jamás vas a conocerla. Mejor no averiguarlo nunca y morir convencido de que Dios te la puso justo a cinco cuadras de tu casa.