miércoles, 8 de junio de 2011

Mujeres

Una mujer se da cuenta de que se está volviendo vieja porque tiene que empezar a usar gafas. Es soltera y no tiene hijos, pero es la idea de no tener más una visión 20/20 lo que la hace notar que ya no es joven.

Otra descubre que su juventud se ha ido porque conoce a un hombre y se enamora de él pese a que no le gusta bailar. El baile es muy importante para ella, ha estado en clases de ballet desde los ocho años, pero igual lo acepta porque a sus 34 años no abundan los buenos partidos. No abundan los hombres, quiero decir.

Una tercera mujer, joven, pedazo de hembra, se aburre un día de la vida que lleva y se bota desde un quinto piso para acabar con ella. Se lanza decidida, con la mala suerte de que una ráfaga de aire la cambia de posición y en lugar de destrozarse el cerebro cae de culo y queda parapléjica. El cráneo le queda intacto pero nunca volverá a caminar. La cabeza le ha quedado perfecta para que pueda odiarse más.

A falta de un rol femenino a seguir y de un hombre que las ame de verdad, las mujeres quieren ser Clementine, la de Eternal Sunshine, sin importar que el personaje de la película sea histérico, inestable, impulsivo y mantenga relaciones enfermizas. No digo nada nuevo si afirmo que a las mujeres les encanta el drama.

Uno pensaría que las mujeres quieren ser Lady Di, y morir por amor luego de haber vivido en una prisión de oro, o la Madre Teresa y darlo todo por los pobres, o al menos Madonna, pero luego uno medio se empapa del asunto y descubre que solo los homosexuales quieren ser Madonna.

No tenemos idea de qué son las mujeres y qué quieren. Un estudio económico nos dice que las colombianas gastaron 388.644 millones de pesos en zapatos durante 2009, pero la cifra no aclara ninguna de nuestras dudas. Las mujeres de edad tienen la respuesta, creo, en especial aquellas que hoy son solo la sombra de la hembra irresistible que fueron alguna vez.

Dicen que a más edad más deseo sexual tienen, el asunto es que ya no son apetecibles (es quizá la manera que tiene la naturaleza de vengar a tanto hombre despreciado). Uno las ve y están desprovistas de misterio, ya no juegan a hacerse la inalcanzable y van a lo que van. Saben que la vida y el amor no es eso que esperaban y por eso han bajado la guardia.

Darían lo que fuera por volverse a sentir deseadas, por una temporada de sexo sin culpa, por sentirse putas sin serlo, como cuando tenían 20 y jugaban con varios mientras juraban amor solo a uno.

Algunos me dicen que sé leer a las mujeres y que debería aprovechar ese don, pero la verdad es que no las entiendo. Yo, al igual que usted, solo vine a masturbarme con ellas.