Suele pasar que por hacer lo que la gente quiere termina uno haciendo lo que no quiere.
A alguien se le ocurre que lo que la gente quiere es Shakira y se tapa de dinero. Otros creen que lo que la gente quiere es Los comediantes de la noche, y telenovelas, y el Barcelona, y comedias románticas, y la fe católica, y la sobreinformación de cualquier suceso de la vida, pero lo que hacen es alimentarnos con basura.
Pero eso es porque la gente está sobrevalorada. Este mundo es producto de lo que la gente quiere y por eso tenemos 25.000 personas muertas de hambre al día, una brecha de 22 millones de kilómetros cuadrados en la capa de ozono (aunque ya nadie hable de ella), al único hijo de Dios crucificado, a los peores seres humanos dirigiéndonos, a los osos polares al borde de la extinción, rebeliones en Libia, guerra en Afganistán y siete millones de hectáreas robadas en Colombia.
El negocio de la pobreza va divinamente también: 44 millones de nuevos pobres en los últimos nueve meses. Podrían hacer una red social, competirle a Mark Zuckerberg y salir de la pobreza, pero tienen la cabeza ocupada en no caer en las estadísticas de los que mueren de hambre.
Los supermercados y las aerolíneas saben lo que la gente quiere comer y a dónde quiere viajar. Los canales privados, los programas académicos, iTunes y el edil del barrio creen conocernos a la perfección y por eso juegan a consentirnos.
La gente quiere que el noticiero abra con muertes y cierre con farándula, quiere bailar reggaetón y beberse el sueldo, quiere La cosa política solo si Vicky Dávila la presenta con tirantas y quiere las ollas que prometieron los de Ricostilla; pero quiere, sobre todo, que Ricostilla le cancele el contrato a Carlos Calero.
La gente quiere que uno finja felicidad cuando dice que se va a casar y le diga lo bonitos que son sus hijos. Casarse está tan sobrevalorado y los bebés son tan poco agraciados.
La gente quiere cagar en paz y rodar por calles bien pavimentadas, quiere no tener que empezar a trabajar un 3 de enero por miserias mientras Usain Bolt gana millonadas por correr su primera carrera del año el 26 de mayo.
Yo he creído saber lo que quiero y por eso tengo en mi casa un Playstation 2 guardado, un reproductor de DVD que no uso hace seis meses, un juego de ollas con el que no cocino (es bueno no depender de Ricostilla), un comedor donde no como, una sala donde no socializo, cuatro audífonos en la mesa de noche y tres potes de champú en la última gaveta del baño.
El riesgo de darle a la gente lo que quiere es que ni nosotros mismos sabemos lo que queremos. A esta altura ya deberíamos saber que el problema del mundo es que la gente es una idiota.