Todo aburre. Las rosas rojas y las manzanas verdes. Ser cajero de McDonald´s y preguntar enemil veces a alguien si quiere el combo agrandado, o de Carulla y hacer lo mismo con el número de la tarjeta puntos.
Aburre el matrimonio y que le digan a uno doctor. Rendirle cuentas al jefe y preocuparse por el bienestar de los empleados. El helado de chocolate, las superproducciones de Hollywood, el retraso mental de Lady Gaga, actualizar un blog.
Pensar en el suicido sin ser capaz de cometerlo, es aburrido. El periódico y Bob Dylan; los goles de Messi y las noticias sobre Falcao, también.
El sexo oral con final feliz, los viajes transoceánicos, las fiestas sorpesa, los asados de domingo, la farándula nacional, las noticias de última hora, los aplausos, los elogios, las críticas constructivas (las destructivas también). Los buenos días al portero, esperar a que el semáforo cambie a verde, las frases ocurrentes. Todo cansa hasta el hartazgo.
Tu culo diminuto, decir te quiero, desayunar solo, alimentar al gato, regar las plantas, almorzar de afán, beber hasta perder el conocimiento, tener sexo a cambio de nada (o de todo) son cosas que pueden matar de tedio.
Todo, hasta los besos de los hijos que te dio la mujer que amas, aburre si ocurre a diario.