domingo, 8 de mayo de 2011

Manitas destructivas

Un amigo está buscando guardería para su hija, que no llega al año y medio de edad. Mi amigo no es millonario, pero quiere lo mejor para ella y por eso está dispuesto a pagar un millón doscientos mil pesos mensuales.

Millón doscientos mil pesos, más de dos salarios mínimos, para que su adorable hija cague pañales sin saber en qué clase de país le tocó nacer.

Yo tengo serios problemas con la educación de Colombia. Primero que todo por escasa; segundo, por elitista, y tercero porque los dos colegios a los que fui eran de hombres y hoy son mixtos. Las toneladas de sexo con compañeras que yo hubiera tenido de haber estudiado en colegios mixtos.

Mi hermana vive en Estados Unidos y sus tres hijos estudian en el colegio más cercano a la casa. Mal educados no están, porque uno podrá decir lo que sea de ese país, menos que no hay educación para todos. Acá, en cambio, un colegio decente cobra bono, como si los niños fueran mercancía o acciones, que de alguna manera lo son.

Y en un buen colegio el bono puede costar treinta millones de pesos. Treinta millones, no sé cuántos salarios mínimos, y al niño no se le ha pagado la primera mensualidad, el primer libro. No le regalan ni una gaseosa por todo ese dinero.

Y luego está el cuento de la estimulación temprana. A los padres les meten miedo con eso de que un niño que no se encarrila desde la primera infancia va a ser un fracasado para siempre. Ellos muerden el anzuelo y empiezan a pagar mensualidades de escándalo y a reforzarlas con Pequeño Einstein, Pequeño Mozart. Mamá, papá, si su hijo nació sin aptitudes, ni comprando Harvard para él van a lograr que haga algo con su vida. A lo sumo será un pequeño Andrés López.

Volviendo a mi amigo, antes de matricular a su hija en la guardería del millón de pesos (millón doscientos mil), estuvo en una llamada BaBidiBu, que dicen es la más exclusiva del país. Una vez pasé por ahí a la hora de la salida de los niños, y sí, me dieron ganas de acostarme con todas las mamás así como me hubiera acostado con todas las compañeras de salón que nunca tuve.

Me cuenta que en el formulario de ingreso había una casilla donde se preguntaba al aplicante quién lo recomendaba. Mi amigo no la llenó porque no iba recomendado, y como su bebé era hija de un don nadie, no la aceptaron.

No importa que no haya entrado, ese no es el punto. El asunto es que desde los dieciocho meses estamos clasificando a la gente no por lo que es sino por dónde nació; el derecho universal a la educación convertido en un privilegio. "Mi bebé es una tapia, pero yo soy socio del Country y tengo amigos en Presidencia". "Siga, Por favor".

Me gusta creer que por los centros de educación elitistas Colombia está condenado a ser un país pobre, bruto, violento, desigual. Barack Obama dijo tras la muerte de Bin Laden que el mundo era un lugar mejor, pero yo le diría que no se desgaste. En BaBidiBu, que curiosamente tiene por lema “Descubre tu mundo”, están haciendo lo posible para que esta cloaca asquee cada día más.