domingo, 1 de mayo de 2011

Infraestructura

Los posgrados, las especializaciones y los masters; los sicarios, las vacunas, los iPads y todo lo que Steve Jobs fabrica. Las discotecas, los abiertos de tenis, los cables transoceánicos y las antenas repetidoras, el wi-fi, los Ferrari, la ropa de diseñador (y los muebles y las joyas), las clases sociales, las fincas de recreo, el aguardiente, las peluquerías, la televisión por cable, las iniciativas individuales que se vuelven multinacionales, los subsidios del gobierno, el ranking de millonarios de la Forbes, la pestañina, los billetes de cincuenta mil, los clubes sociales, la droga, las revistas de estilo de vida, Mtv, los paseos en yate, los restaurantes de lujo, el vino, los reinados de belleza, el Blackberry, Facebook, las elecciones presidenciales, los tacones, las excursiones de colegio, las semanas de receso, el Vaticano, los libros de sexualidad, Nueva York, tu disfraz de diabla en Hallowen, los premios literarios, la música, las cartas de amor de los poetas, la ONU, las ideologías, el sistema financiero, las fiestas de quince, las exposiciones de arte, la fama, los ascensos laborales, los perfumes, los fines de semana, la industria cinematográfica, el tráfico de diamantes, los intercambios estudiantiles, la depilación con láser, los sueldos con siete ceros a la derecha, la publicidad (en especial la publicidad). Las rosas rojas y los condones, por supuesto.

Toda la infraestructura del mundo es solo una excusa para que follarnos los unos a los otros sea cada vez más fácil.