viernes, 6 de mayo de 2011

La madre

A Natalia París, que nunca supo a qué se dedicaba el padre de su única hija. A Amparo Grisales, que nunca será mamá. A la solterona histérica que odia en secreto a sus sobrinos porque no son sus hijos. A María Eugenia Rojas de Moreno, que parió a Iván y a Samuel para compartirlos con el mundo. A las que siempre quisieron ser madres jóvenes y las agarraron los 40 con cuatro gatos y nada más. A ti, con quien iba a tener dos hijos (José María y Fiona) hasta que lo estropeamos todo. A la Madre Teresa de Calcuta y a las reinas que tanto la invocan. A las que aman tanto a sus hijos que terminan estropeándolos. A las que aun no son mamás pero ensayan como locas con el novio de turno. A las que parieron por cesárea y quedaron marcadas para siempre. A las que trajeron al mundo a un ser humano por su vagina, como Dios manda, pero producto de una violación y quedaron también marcadas, aunque de una forma más compleja. Al compañero de salón que decía que a mí me habían parido por el culo. A las que quedaron embarazadas pese a que media docena de médicos aseguraba que era imposible. A las madres que han visto morir a un hijo. A la mamá de Álvaro Uribe, que a veces actúa como si no tuviera una. A la madre en Alemania que sorprendió a su hijo masturbándose y en castigo le echó picante en las manos y lo mandó así al colegio. A Rocío Hernández, una mexicana que prendió fuego a sus dos hijos para luego inmolarse ella con el mismo galón de gasolina. Hay un cielo especial para esos niños y no sé si un infierno exclusivo para ella.

A las madres, buenas o malas. A mi madre, que tiene un poco de todas, un feliz día sin ánimo de ofender.