Ojalá su Blackberry siga sin plan de datos y le rompan el corazón como nunca se lo han roto: que su novia le confiese que le es infiel con su mejor amigo, o que se va a vivir a otro país; cosas así.
Ojalá que le haya tocado su jefe en el juego del amigo secreto y se haya gastado más del 10% de su sueldo para dejarlo impresionado, pero que en contraprestación a usted le hayan dado un regalo miserable. Espero que hoy haya tenido que trabajar desde las seis de la mañana, como yo (ojalá desde las cinco).
Espero que lo traten mal en el restaurante que reservó; que lo hagan esperar, lo discriminen y le den una mesa junto a la puerta de la cocina. Espero también que la comida sea un asco: la carne en el término equivocado, el pescado vencido, la mantequilla rancia, la limonada amarga, el vino aguado. Ojalá el mesero escupa su sopa y que la cuenta sea cara, muy cara, y aún así salga del lugar con hambre.
Hago fuerzas para que las rosas de Don Eloy se hayan salido de su presupuesto y se marchiten rápido. Ojalá el mariachi que contrató toque desafinado y le cante a su mujer tres canciones en lugar de las cinco que pactó verbalmente. Le auguro que al llegar al motel encontrará condones usados por la gente del turno anterior.
Ojalá el polvo sea aburrido y deje embarazada a su pareja, se case por obligación y se divorcien lenta y dolorosamente. Que tras meses de litigio ella se quede con la custodia de su hijo y una generosa cuota mensual de manutención.
Ojalá hoy le vaya mal, muy mal, para que al fin abra los ojos.