Tenemos los colombianos un gen maligno que sale a flote a la
primera oportunidad, nos fascina sacar el máximo provecho con el menor
esfuerzo. Así, el país no solo está lleno de crímenes, sino de cosas que,
aunque legales, no están bien hechas.
El precio de la vivienda en Bogotá, por ejemplo. Hace poco
acompañé a un amigo que quiere comprar apartamento y dio con lugares donde el
metro cuadrado costaba ocho millones de pesos. Vivir en la capital está
alcanzando niveles parisinos, y no es eufemismo. Yo mismo fui a alquilar un
apartamento, y la dueña justificaba que el arriendo costara dos millones
mensuales porque tenía un “balcón tipo riviera francesa”. La diferencia era que
en vez de asomarse uno y ver el Mediterráneo, se tragaba el humo de los buses
de la séptima.
Hay que salir a la calle en París para ver que todo funciona
y que los ciudadanos franceses tienen subsidio de salud, educación y desempleo,
por ejemplo. Acá sale uno de un apartamento de mil millones de pesos y no
alcanzan las monedas para dar limosna.
A eso de cobrar por algo más de lo que vale se le llama
burbuja. Ignoro cómo funciona, pero sus efectos son devastadores. A los
españoles les explotó la de ellos y hoy están con un desempleo que llega al 24
por ciento.
Burbuja es que yo haya ido una semana a Sicilia y entre
hotel, desplazamientos y comida me haya gastado menos que en cuatro días en
Cartagena (guardo los recibos). Tengo una amiga que irá a ver a Madonna a Nueva
York, porque hizo cuentas y le sale más barato que verla en Medellín.
El otro día estuve en un almacén de artesanías, y una
mochila indígena costaba 650.000 pesos. ¿Por qué? ¿Quién se queda con toda esa
plata?
Si la repartieran mejor, quizá el lío con los indígenas del
Cauca nunca hubiera estallado. El mismo día de la mochila fui a cine y entre
boletas, crispetas, perro y gaseosa para dos se me fueron 72.0000 pesos. Gracias a Dios
no tengo familia, porque solo podría llevarla a cine tres veces al año.
Mezquinos es lo que somos. Todos los días, uno ve análisis
en la prensa sobre por qué la gasolina es tan cara en Colombia. Porque somos
tan mala clase que lo único que buscamos es joder al prójimo, ¿hay alguna otra
explicación?
Todo el mundo quiere su tajada. Hace poco leí que habían
recortado la duración de los capítulos de Escobar, el patrón del mal para poder
pasar más comerciales.
Burbuja textil: los Zara de Colombia deben ser los más caros
del mundo. Cualquiera que haya viajado a Europa sabe que una prenda de la marca
se puede vender aquí por casi el doble que allá. Burbuja la de los
parqueaderos, donde en vez de cobrar por darle un espacio al carro, parece que
lo hicieran porque lo están educando. Burbuja es también que hayamos salido a
gritar que Falcao García costaba 60 millones de euros después de hacer dos
goles en una final de segundo orden.
Somos avaros, torcidos. Creamos nuestra burbuja por la misma
razón por la que tenemos violencia en el campo e inseguridad en las ciudades:
nos gusta el dinero fácil. En términos comerciales, la diferencia entre un
narco y un hotelero en Cartagena es que al segundo lo ampara la ley.
Y suena a que todo nace en Bogotá y se va extendiendo. Hay
que ver los precios de la finca raíz en Anapoima, Girardot, Honda, Santa Marta.
Salió en la prensa que Bogotá era la cuarta ciudad del continente con la
vivienda más cara, y yo agrego que es también la cloaca más grande del mundo:
vías angostas y deshechas, mal transporte público, paseos millonarios, atracos
en los puentes peatonales, asesinatos por robar un celular, restaurantes
abusivos, educación excluyente, corrupción. La verdad, no entiendo quién
querría pagar ocho millones de pesos por metro cuadrado para vivir en un roto
como este.
Publicada en la edición de septiembre de la Revista Soho. www.soho.com.co