lunes, 22 de octubre de 2012

Cuando quieras, donde quieras


La promesa del internet del "Cuando quieras, donde quieras" se vive rompiendo, y eso me parte el corazón. Porque el internet no se hizo para facilitarnos las cosas, como nos viven anunciando, sino para poder ver porno en paz.
 
El otro día trataron de venderme un paquete de películas por internet con el cuento de que era mejor que el de HBO que ya tengo por cable, sólo por el hecho de que podía verlas cuando quisiera y donde quisiera. No lo compre. Primero, porque el paquete de HBO tiene diez canales y nunca hay nada bueno para ver; segundo, porque a mí me dicen que puedo hacer algo cuando quiera y donde quiera y me queda inmóvil, aburrido, porque crecí acostumbrado a que me dijeran qué hacer y cuándo hacerlo.
 
¿Qué es eso de cuando queramos y donde queramos, si no sabemos lo que queremos? ¿De verdad lo que usted quiere es trabajar ocho horas al día, cinco días a la semana para enriquecer a un señor que no conoce? Ignoramos qué nos hace felices, yo vivo de escribir cuando lo que me hubiera gustado es hablar por radio.
 
Adicto a los videojuegos de fútbol como soy, nunca tuve problemas con los Playstation 1 y 2: les metía CD's piratas que costaban cinco mil pesos y funcionaban de maravilla. Ahora que tengo Playstation 3 vivo padeciendo las falencias de la tecnología.
 
Hace poco quise comprar el juego de la Eurocopa y casi no puedo. Primero, se trataba de un juego virtual, es decir, sólo se encontraba en ese lugar incierto al que llaman 'La red' (con lo rico que es ir a la tienda y comprar algo). Duré una semana comprándolo porque me salía error: el usuario estaba incorrecto, la tarjeta de crédito no era válida o el sistema estaba caído (el sistema se hizo para que viva caído).
 
Antes de tener que pedirle el favor a un primo que vive en Estados Unidos, usé tres tarjetas y hasta terminé metiéndome en foros virtuales de internet llenos de geeks que seguro van al Campus Party. Imagine mi desespero.

Prefiero lo análogo a lo virtual porque los foros de internet no tienen respuestas, tampoco los callcenters y la página de internet del banco. Puede que las personas carezcamos de respuestas también, pero al menos vemos la cara de alguien y nos inspira a quejarnos con pasión.
 
Poco después del chasco del juego de la Eurocopa, mi inmobiliaria implementó el pago del arriendo online y me quise morir. Yo prefiero hacer una hora de fila en el banco y al final dar con un cajero que me imprima un sello en el recibo. Las personas inseguras como yo necesitamos de los horarios rígidos de HBO y de algo físico que demuestre que sí estamos cumpliendo con nuestras obligaciones.

Por eso, ni Netflix ni Cinemax. Ahora, para romper las reglas del horario, me dedico a comprar películas en DVD para verlas cuando se me dé la gana. Acabo de volver de Estados Unidos y traje toneladas de ellas, pero cuando fui a verlas descubrí que la zona no coincidía con la del reproductor de DVD. Cuando nos da por creernos valientes, la tecnología nos da un batazo en la nuca.

Publicada en la edición de octubre de la Revista Enter. www.enter.co