Si usted es tarado lo mejor es que se dedique al cine. No haga como yo, que siendo tartamudo, inseguro y subnormal me metí al periodismo, donde nadie me protege.
Lo digo porque no deja de sorprender la vocación de los 6000 miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas a premiar a los tontos del mundo, cuando el mundo mismo se dedica a sacrificarlos.
Lo digo porque no deja de sorprender la vocación de los 6000 miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas a premiar a los tontos del mundo, cuando el mundo mismo se dedica a sacrificarlos.
Coja usted a un retardado como Forrest Gump, por ejemplo. En la vida real se hubiera muerto antes de los 30, pero en una película fue estrella del fútbol americano, se hizo millonario, conoció el mundo, inspiró la canción Imagine y ganó seis Oscar para Paramount Pictures.
Y así ha sido durante años. Mientras los gobiernos les dan la espalda a los débiles de la calle, los de la pantalla grande se llenan de premios. Además de Tom Hanks, un Oscar se llevaron Dustin Hoffmann (autista), Daniel Day Lewis (parálisis cerebral), Geoffrey Rush (crisis nerviosa) y Collin Firth (tartamudo). Yo tartamudeo menos que Firth y viera usted lo que me costó sobrevivir, no a la II Guerra Mundial, sino a los recreos en mi colegio y los correazos de mi madre cuando perdía materias.
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