La noticia no es nueva,
salió hace meses en el New York Times y fue reproducida por varios medios en todo
el mundo, pero uno se entera de las cosas cuando tiene que enterarse. El
encabezado no da lugar para equívocos: mi iPhone fue fabricado por niños de 13
años trabajando en jornadas de 16 horas. Asusta hasta a aquel que no tiene
iPhone. De hecho yo, que uso un Alcatel sin acceso a internet, miré mi bolsillo
después de leer la nota, no fuera que saliera de la nada un 4S y me invadiera
el sentimiento de culpa.
Antes de leer la noticia miré el titular tres veces y me sorprendió que empezara con un “Su iPhone”.
¿Cómo sabe el que la escribió que tenemos un iPhone? Podría ser un Blackberry,
pero no, es un iPhone; todo el mundo tiene o ha querido tener uno.
Noticia adentro se suceden
una serie de relatos sobre la miseria humana que incluye sueldos de miseria, malas
condiciones laborales, peores sueldos, explotación de menores y suicidios. Todo
para que usted y yo podamos tener un celular multifunciones y alabemos a Steve
Jobs como si el señor hubiera venido a salvarnos.
Escribo esta columna desde
un Apple MacBook (no me alcanzó para el Pro), del que no hablan en el artículo,
pero dudo mucho que sea de mejor familia que su iPhone; seguro está manchado
también.
La nota tampoco lo
menciona, pero quizá muchas más cosas son fabricadas por niños de 13 años en Asia,
Centroamérica, algún lugar de Colombia. Cosas que nos gustan: los tenis con los
que corremos, el televisor desde donde vemos las noticias de la noche.
El otro día fui a Ktronix
a comprar un televisor LCD de 32” y me gané el 50 por ciento de su valor, premio
que le dan a uno de cada 50 compradores. Es la tercera vez que me pasa, lo que
prueba que, además de ser de malas en el amor, soy un bobo con suerte.
Las condiciones inhumanas en
países del tercer mundo hacen posible que la tecnología sea más barata para
todos. De otra forma no se explica que siendo Colombia un país agricultor sus grandes
cadenas cobren las frutas a precio de oro mientras que regalan la mitad de lo
que cuesta un televisor con tres entradas HD y acceso a internet.
El asunto es que puedo
canjear el premio comprando en el almacén por lo que se me dé la gana. Ya tengo vistos una cámara de fotos y unos
accesorios para el iPod. Ojalá que no hayan sido fabricados por menores de
edad, pero si llega a ser así, trataré de no pensar en eso para no pegarme un tiro.
Publicada en la edición de febrero de la revista Enter. www.enter.co