jueves, 9 de febrero de 2012

Feliz día del periodista, otra vez

Yo era periodista, pero ya no, me desvié en el camino. Y no es un lío porque no se trata de un tema tan álgido como negar a la mamá o cambiar de equipo de fútbol.

Dejé la profesión por varias cosas. Primero, me enferma esa frase que dice que el periodismo es el oficio más lindo del mundo. ¿De dónde sale eso? ¿Qué tiene de nobleza el periodismo que no lo tenga la albañilería o la botánica? ¿Qué nos hace especiales? ¿Que lo haya dicho Camus? Albert Camus no tenía ni idea de lo que hablaba, eran otros tiempos; fue el mismo que dijo que todo lo que sabía de moral se lo debía al fútbol, y hay que ver la mafia que es hoy la FIFA.

Es puro complejo de inferioridad eso de decir que el periodismo es el oficio más lindo del mundo, igual que sentirse orgulloso por ser colombiano. El complejo de ser colombiano queda expuesto cuando alguien se ofende porque se meten con su tierra, o cuando le pregunta a un extranjero que nos visita qué piensa de nuestra comida y nuestras mujeres.

También está el asunto del sueldo, que en algunos casos roza la miseria. Me gusta ser periodista (o haberlo sido, aún no lo tengo claro) porque conocí a grandes personas, conocí el mundo; vi dos mundiales de futbol, me consintieron, me compraron con regalos varios como relojes, ropa, consolas de videojuegos, almuerzos, hoteles seis estrellas, celulares de ultima tecnologia. Así funciona esto. Agradezco a todos los que tuvieron esos gestos, pero me cago en la dinámica de la profesion. Yo preferiría ganar mejor sueldo y poder comprar con mi plata esas cosas que alguna vez me regalaron.

Y prefiero no hablar de lo que no sé: el periodismo de denuncia, hecho por gente que vive amenazada, en peligro. Los admiro, yo no sería capaz, tengo claro que no daría la vida por mi oficio. Por eso me especialicé en decir estupideces y hablar de temas que no pusieran en peligro mi vida.  El maximo insulto que me han dicho es “pseudoperiodista”.

Aprovecho para pedirle a los medios de comunicación que publican informes especiales y hacen denuncias cuando se presenta una injusticia, que hagan uno sobre cuál es la edad mental de la gente que cree que “pseudoperiodista” es un insulto. Y otro sobre porqué el periodismo es una profesión tan mal paga.

Aunque en parte lo entiendo. Es un oficio tan fácil que lo puede hacer cualquiera. Por un lado están los cientos de egresados que se regalan por nada (yo pasé por ahí), y por el otro, ex reinas y modelos que con dos horas de inducción empiezan a ejercerlo. Cualquiera puede presentar un programa, cada día nacen tantos blogs como bebés en India, pero no cualquiera puede construir una sonda espacial que nos muestre cómo es Marte.

Por eso dejé el periodismo y hoy hago algo que aunque está relacionado con él, no es periodismo como tal. Es el mejor sueldo que he tenido en mi vida y no me desgasto tanto. Sin embargo, algo del instinto de periodista vive en mí y cada tanto hago una historia o escribo una columna.

Cuando pienso en perspectiva y calculo todo lo que me falta escribir de acá hasta que muera para poder satisfacer mis necesidades básicas, me dan ganas de vomitar y comérme el vómito. Mi único consuelo es que hasta la más mediocre de las entradas de este blog es mejor que la mejor columna de cualquier columnista de este país.

Es una actitud soberbia y me disculpo por ello; yo no soy así, son arranques que a veces me dan. Si no le gusta, mande su comentario al buzón de sugerencias, que yo lo leeré atentamente y después sabré limpiarme el culo con él. Feliz día del periodista.