Ahora resulta que uno, que
odia a la gente y no le gusta hacer amigos; que va por el mundo sin hacer el bien,
pero tampoco haciendo el mal, es el malo de la película según la versión de una
de las peores mafias de este planeta: el sistema financiero.
Desde que la gente le hace caso a los bancos las personas me tratan mal. Yo, que ando en silencio mirando como loco, no porque vaya a secuestrar a alguien (ganas no me faltan), sino porque trato de detallar todo, ahora soy un paria incluso en mi barrio.
Y ni tan desconsiderado
soy. El otro día vi en la calle a un hombre al que se le cayeron cien mil pesos
y lo perseguí dos cuadras hasta alcanzarlo. Se asustó tanto que me tocó meterle
los billetes a la fuerza, todo por la mala fama que tenemos los extraños.
Asobancaria, que de por sí nos tiene bien jodidos, bien culeados, nos sigue
jodiendo la vida.
Pero nosotros, los
extraños, nos limitamos a observar y guardar distancia, con algo de respeto,
algo de miedo, algo de curiosidad, igual que usted. Son los conocidos los
peligrosos. Todo el mundo sabe quién es Palacino y Valencia Cossio, y ahí
están, socialmente aceptados, invitados con frecuencia a cocteles en los
clubes.
Todo el mundo conocía a los
hijos de Gadafi, y pese a eso cruzaron el Atlántico y casi logran entrar a
México disfrazados de lo que no eran: unos desconocidos; todos le conocemos la cara a Luis
Carlos Restrepo (pese a la barba que inspira ternura) y aún así lo dejamos ir a
Estados Unidos, donde a veces la gente honesta no puede entrar porque no tiene
visa.
Más de la mitad de los 357 presos que esta semana murieron quemados en una cárcel hondureña no estaban formalmente acusados de ningún delito. Nadie sabe sus nombres. Son los criminales famosos (Hitler, Pablo Escobar, cualquiera que haya sido presidente de Colombia) los que hacen daño.
Más de la mitad de los 357 presos que esta semana murieron quemados en una cárcel hondureña no estaban formalmente acusados de ningún delito. Nadie sabe sus nombres. Son los criminales famosos (Hitler, Pablo Escobar, cualquiera que haya sido presidente de Colombia) los que hacen daño.
Los desconocidos son menos, pero están del lado de los
buenos, no lo dude. Hacen sacrificios por nosotros, son los que limpian las calles
y los baños públicos para que podamos usarlos; los conocidos, en cambio, suelen
rompernos el corazón.
La próxima vez que sienta
que un desconocido la mira en la calle, señorita, no se asuste, que no va a
violarla. Seguramente seré yo tratando de detallarla para luego llegar a casa y masturbarme pensando en usted.