Están haciendo fuerza para que no se mueran ni Mandela ni Pacheco ni Chespirito, y no entiende uno por qué.
Lo de Mandela es cuento aparte: tiene 94 años y está lejos. No nos tocó aunque haya cambiado un país. Lo de Pacheco y Roberto Gómez Bolaños sí es cercano porque es cierto eso de que uno no recuerda a la gente por lo que hizo o dijo, sino por como nos hizo sentir.
Ambos llevan meses ocupando las primeras planas porque están que se mueren, pero no se deciden. Cada vez que sale un titular de prensa anunciando la recaída de alguno de los dos, la gente se une para recordarlos y pedir por ellos para que no se vayan.
¿Por qué?, si Pacheco y Chespirito se murieron hace rato. No en la realidad, pero en términos prácticos, sí. Hace mucho que no producen nada nuevo, los recuerdos que tenemos de ellos son de décadas atrás. No los conocemos, no somos sus amigos ni los vemos a diario; no hablamos con ellos, no sabemos ni dónde viven, no pasamos por su casa a ver qué se les ofrece; nuestro contacto es a través de los archivos de televisión e internet. Ahí vivirán para siempre, así que qué importa que se mueran, si es lo natural. Al revés, mejor así, que sus cuerpos ya no dan.
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