Pura manipulación del niño, si me preguntan, puras tretas para no comerse el almuerzo y saltar directo al postre. Ahora los niños son muy despiertos, expertos en manipular la situación. Ya ven cómo a los padres de ahora les enseñan a no maltratar a sus hijos dizque para no estropear el libre desarrollo de su personalidad. Pequeños demonios son los que están engendrando.
Fuete es lo que les hace falta. Cuando era niño mi madre, que es nutricionista, no me dejaba levantarme de la mesa hasta no acabarme todo el plato. Podían pasar horas para que eso ocurriera, en especial si había tomates. No importaba si lloraba, hacía pataleta, amenazaba con llamar a mi padre a la oficina para que viniera a salvarme, mi deber era comerme todo. Y si me ponía muy problemático, correa, porque mi mamá además de nutricionista era violenta.
El punto es que la gente está enternecida con el pequeño Luiz; en internet hay más de 500 versiones de su video y juntas superan fácil las diez millones de reproducciones. No sé, los adultos deben estar sorprendidos de que un niño les haya despertado su conciencia ecológica, más allá de que ésta se acabe una vez se deja de ver el video. No queremos y no vamos a dejar de comer carne ni de comprar objetos hechos con piel de animal. Cada vez que soltamos el baño mandamos por el caño tres litros de agua limpia que hacen falta en otro lado del mundo, y quién sabe cuántos aparatos que hemos dejado de usar están en ese basurero tecnológico de Ghana que es tan famoso. Nada de eso nos trasnocha y lo peor es que hablamos de lo mal que está el planeta como si otros, y no nosotros mismos con nuestros hábitos de consumo, lo hubieran dañado.
Tampoco creo en el efecto a largo plazo de las enseñanzas del pequeño Luiz Antonio. Es mentira que aprendamos de los niños, al revés, a medida que crecen matamos todo lo limpio y puro que hay en ellos hasta convertirlos en nosotros. El otro día salió en las noticias que 215 millones de niños trabajan en el mundo. ¿Por qué Luiz Antonio sí se gana nuestra simpatía y los niños esclavos no?
La falta de fuete, o el exceso de él, hace adultos imbéciles, imposible saber la dosis exacta. Yo, por ejemplo, soy el resultado del exceso de correazos y hay que ver cómo va; tres años menos de correa y hubiera sido una persona normal. A Luiz Antonio, en cambio, se nota que lo que le hace es falta. A mí me sale un hijo así y lo ahogo con la almohada a la mitad de la noche.
Publicada en la edición de julio de la revista Enter. www.enter.co
Publicada en la edición de julio de la revista Enter. www.enter.co