A mí lo que me aterra es el mal gusto que tiene la gente para la música. Es que da miedo. Y no solo el Gangnam Style, ese que es el video más visto en la historia de internet; el mundo está lleno de pésimos cantantes y peores canciones que vuelven loca a la gente.
Me gusta medir la inteligencia de las personas por lo que oyen, una especie de Hitler de la música. La gente le para muchas bolas a que tal o cual artista haya vendido millones de discos y de inmediato asocian cantidad con calidad. Raro, basta con ver un video de Romeo Santos con Usher que tiene más de 40 millones de reproducciones en Youtube (y es una reverenda porquería) para entender que hay muchos que en la cabeza cargan estiércol en vez de cerebro. Por otro lado, hace poco murió un tipo llamado Jason Molina, que es de lo mejor que he oído en los últimos años. Varios medios de Estados Unidos le dedicaron unas pocas líneas de despedida y Farewell Transmission, una de sus mejores canciones, tiene humildes trescientas mil vistas en Youtube.
Bob Dylan dijo que esta tierra era de todos, pero que el mundo está regido por personas que nunca oyen música. Y claro, si esa gente se la pasa es pensando en números y fusiones e invasiones y globalización, ¿a qué hora van a oír canciones?
Alguna vez le pusieron una canción a Borges y el tipo se puso a llorar; preguntó qué era y le dijeron que los Beatles. No todos podemos ser Borges, cierto, pero los hombres con ambición no oyen a los Beatles y se sueltan a llorar, botan lágrimas si mensualmente ganan una cifra con menos de ocho ceros a la derecha. “El mundo está regido por personas que no oyen música”, la frase tiene sentido cuando le ponemos atención a la que ponen en los bancos.
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