lunes, 11 de febrero de 2013

Es muy difícil salirse

Suena el teléfono, es una amiga, me pide que la acompañe al lanzamiento del disco de su ex novio. Yo le aconsejo que no vaya, que le va a hacer daño. Ella sabe que tengo razón pero termina asistiendo porque nunca ha tenido el temple suficiente para zafarse de las relaciones de un solo impulso, ¿quién lo tiene?

A mí me cuesta soltar, ya no una relación sentimental, sino mi plan de celular. En la compañía a la que estoy suscrito desde hace once años hacen todo lo posible por retenerme cada vez que he amenazado con irme.

Mi empresa de telefonía móvil me ha cobrado llamadas a larga distancia que no he hecho, megas de internet que no he navegado, me ha colgado cuando llamo a quejarme y ahora no me deja colgar fotos en Twitter, pero yo sigo ahí porque tengo entendido que la competencia es igual de perversa. La última vez traté de pasarme de pospago a prepago y me dijeron que si lo hacía perdería mis beneficios. (¿Qué beneficio diferente a pagar la factura sin falta cada mes tenemos los usuarios?).

Cuando llegamos a comprar un celular nos dicen que sí a lo que pidamos, todo es “como tú quieras”. Luego nos pasan una manotada de papeles y firmamos como si nos estuvieran pidiendo autógrafos; podríamos estar firmando un permiso para que nos extrajeran el hígado e igual aceptaríamos porque un smartphone nuevo es una de esas cosas que dan alegría, aunque no debería.

El hecho es que el trámite para salirse no es tan sencillo. La vuelta no se puede hacer por teléfono, para empezar, sino en persona, y usted sabe lo que es el caos en un centro de atención al cliente. Así lo van desmotivando a uno. Los que nos atrevemos recibimos, después de haber hecho una fila que no resuelve nada, un bombardeo de llamadas donde nos regalan minutos a precio de huevo, que no son otra cosa que promociones que con el tiempo dejarán de serlo. De hecho a mí me ofrecieron una buena tarifa por no cambiarme de pos a pre, aunque no la acepté solo para no darles el gusto. Luego de un par de meses terminé volviendo y aceptando sin chistar todas las políticas y condiciones de uso porque no me quedaba de otra y además venían en una letra muy chiquita.

Salirse de la familia es imposible, no hay cómo negar a la madre; abandonar el crimen es también tarea difícil, vea usted si no cuántas desmovilizaciones de paramilitares falsas se han hecho en este país. Grecia no se ha salido de la Zona Euro porque le valdría $276.000 millones. A nosotros, que andamos en bus y somos medianamente honrados, desprendernos de la EPS, del fondo de pensiones, de la compañía de televisión por cable son tareas que nos sobrepasan. Nos cuesta incluso renunciar al empleo que odiamos. No así las empresas, que un día, no importa lo responsables que hayamos sido, nos mandan a recoger el cheque final a recursos humanos.

La cosa es tan difícil que yo, que alguna vez terminé un noviazgo por Messenger, he tenido el mismo número celular durante once años, lo que constituye mi relación más larga y estable, así como la más tormentosa. Si eso no es amor, no sé de qué estamos hablando.

Publicada en la edición de febrero de la revista Enter. www.enter.co