Llevo todo el domingo frente al televisor y al vigésimo
comercial de Claro soy capaz de abrir los ojos: todo es publicidad engañosa.
Siempre he sido así, me cuesta descubrir lo que para otros es evidente. El
exceso de televisión me ha ido quemando el cerebro, supongo.
¿Por qué tanta difusión de Claro? ¿Para que sepamos que
llegó y creamos que es bueno? Pero si es evidente, es la unión de Comcel y
Telmex, dos de las empresas que menos quiere la gente. No podrían engañar ni a
una presentadora de farándula
En fin, que una multinacional que se ha hecho rica a punta
de que el cliente nunca tenga la razón no puede venir ahora a dárselas de
buena. Los bancos, la musiquita de Une, la ofensiva publicitaria de Pacific
Rubiales, todo es muy sospechoso.
Lo de los bancos es de miedo. Manejan el mercado a su
antojo, quitan y ponen Presidentes, prestan dinero al 30%, pero en sus
comerciales pone voces cordiales. Hablan de los sueños, de la gente, del
futuro; ponen niños a hablar como tarados, como si los niños no se convirtieran
en cabrones cuando llegan a adultos. ¿Es bueno mi banco? Ni idea, yo escogí
el mío por los colores y porque me regalaron una tostadora cuando abrí la
cuenta. Ahora estoy que me cambio a uno que tiene a Iniesta y a Casillas como imagen corporativa.
Pero también está Pacific Rubiales, que nos la meten por
los ojos en radio y con la selección Colombia de fútbol. Algo tuvo que haber
hecho esa petrolera para haber invertido 30.000 millones de pesos en publicidad. Está como los narcos, tratando de comprar respetabilidad a
cualquier precio. Cuando uno es buena gente no necesita pagar un solo centavo
en gritárselo al mundo. Igual, entiendo a los medios de comunicación y a los
equipos de fútbol, yo me vendería a cualquier ente maligno si me pusiera en la
mesa un puñado de dinero. De hecho, me he vendido tantas veces, casi tantas
como un publicista, que ya me da pena contarlas.
Todo es publicidad engañosa: el reloj no hace tic-tac, sino
tic-tic; las mujeres empiezan a follar a los 16 y se casan de blanco a los 28;
Argentina e Inglaterra no son campeones del mundo en fútbol; el corazón no es
el que se enamora, sino el cerebro; Petro armó el Partido Progresista para
desmarcarse del Polo Democrático y ganar la alcaldía; Juan Manuel Santos afirma
que Colombia está en las grandes ligas del mundo financiero; los noticieros
anuncian una hora antes una noticia sensacionalista para tenernos pegados; en el lanzamiento de un libro, el que lo presenta se deshace en elogios hacia el
autor, pero lo lee uno y es una reverenda porquería.
Este reguero fue para decir que somos injustos y que deberíamos
legalizar la droga. Una gramo de cocaína no es peor que una botella de
aguardiente, un arma, un cheque o un barril de petróleo.