Todas las mujeres están enfermas. El hombre que se
fija en una la considera invencible, princesa, la de su vida. La ve
y se derrite, para luego conocerla bien y descubrir que tiene cistitis crónica
porque nació con el ano muy cerca de la vagina.
La mujer que me gusta ahora convive con un período
caprichoso y una toxoplasmosis. Llevo once años cortejándola –sin éxito- y
ahora, después de un sinnúmero de relaciones fallidas, empieza a ponerme
atención. La regla irregular le causa cólicos y variaciones del humor, mientras
que la toxoplasmosis, que se contagia por comer alimentos mal cocinados o tener
contacto con gatos, le tiene un ojo llorando sin control.
Ella, niña deseable, es el símbolo sexual de las
salas de urgencias de la ciudad, usualmente repletas de ancianos. Si supieran
de lo que sufre quizá no la mirarían con tanto deseo. Esa mujer, como todas, no
solo tiene los defectos de cualquier persona, sino otros peores que además de siquiatras requieren exámenes de sangre y medicamentos del POS para ser corregidos.
Yo suelo imaginarme a las mujeres en ropa interior,
tocándose mientras dicen mi nombre, cuando en realidad están en un consultorio
tratándose un sarpullido misterioso. Siempre que una me cuenta que va al
médico me imagino que es por culpa de quistes en los ovarios, que parece ser común entre ellas. El otro día mi ex
novia me dijo que se tenía que operar, yo le pregunté que si de quistes en los
ovarios y me contestó que de las amígdalas. Tarado que es uno.
Yo he visto enfermas a las mujeres mas hermosas de
mi generación. Y no enfermas como me gustan, es decir, mojadas y frotándose las
tetas, sino enfermas de verdad, retorcidas por culpa del colon o de un aborto
espontáneo.
Pienso en dos amigas. La primera sufre porque porta
en su pecho los implantes PIP. Hay que verla por ahí, caminando toda hembra,
sufriendo en silencio por unas prótesis que no necesitaba y que podrían
enfermarla, o no.
Lo de la otra es más grave. La está matando un
cáncer y desde hace meses no sé de ella. La conocí de milagro, vive en el
exterior y no tenemos amigos en común. No tengo otra forma de encontrarla más
allá de los mensajes que le escribo y no contesta. Yo prefiero pensar que es porque se cansó de mí y no porque reposa
en un cenizario. ¿Dónde estará Juliana?