jueves, 22 de diciembre de 2011

El fin del mundo

El fin del mundo va a llegar como todas las cosas que odiamos. Llegará en chiva rumbera, cantará como Fanny Lu y hará política como J.J. Rendón. El show central del fin de los tiempos será presentado por Jota Mario (con peluca) y Pipe Bueno dará un concierto en el intermedio, tipo Superbowl.

El fin de este mundo de porquería vendrá en forma de fila de Bancolombia en quincena, como tiempo de espera en un centro de atención de servicio al cliente de Movistar. Llegará sin avisar y no va a dar tiempo para otro concierto de David Guetta.

Lo empezaremos a celebrar tres meses antes, como Navidad, pero Navidad es un remedo comparado esto que se nos viene. Ahora sí es cierto que el mundo se va a acabar y será Chernobyl, será Armero, será Fukushima. Será Suso el paspi y toda la saga de Crepúsculo.

El desfile del fin del mundo lo abrirá un ejército de hispters. Todos con bigote y un MacBook Pro bajo el brazo, pero sin talento para hacer algo en esta vida. Ninguno será mayor de 23 años. El fin del mundo será el tercer período de Uribe del que nos salvamos.

El fin del mundo vendrá con aguacero, pero no de lluvia ácida, sino de Pony Malta con trozos de Chocorramo para garantizar que los sobrevivientes mueran de coma diabético. El fin del mundo tendrá 90-60-90, pero le robarán la corona como a Carolina Cruz; será J Balvin y Cali & El Dandee matándose a gas pimienta.

Será magnánimo el remate de este planeta, superará cualquier transmisión de los Oscar. Los contribuyentes tendremos que meternos la mano al bolsillo para financiarlo, pero valdrá la pena. Va a costar más que el metro de Bogotá, pero menos que una botella de aguardiente en Andrés carne de res.  

El fin del mundo ya empezó en el set de Yo me llamo, pero cuando llegue su tiempo se convertirá en un stand up comedy de Andrés López. Y como Andrés López, creerá que es gracioso cuando en realidad es un desastre.

Cuando llegue el fin llegará la hambruna, pero sólo podremos alimentarnos con  la bienestarina adulterada de los Nule. Nadie se va a salvar porque la evacuación será guiada por los mismos que organizaron el último simulacro de terremoto. La ruta de escape será hacia Eldorado, pero nadie llegará: los taxistas no querrán hacer carreras hasta allá “porque la 26 está hecha nada”.

Los que alcancen el aeropuerto por sus medios perderán el vuelo a Marte porque se toparán con la fila de inmigración, que no se moverá porque al de adelante “le falta un sello en el pasaporte y el supervisor está en hora de almuerzo, vuelva más tarde”.

El consuelo es que el fin del mundo será para nosotros lo que la bomba nuclear a las cucarachas, porque el día del fin del mundo es un día cualquiera en Colombia.

Publicada en la edición de diciembre de la revista Shock. 
http://www.shock.com.co/