Eligieron a un tipo de 76 años para que fuera Papa. Y parece buen negocio ser cura, porque trabajas poco y llegas a la cúspide a la edad en la que los demás se jubilan. O al revés, qué aburrido ser sacerdote y repartir hostias y bendiciones a la edad en la que otros llenan crucigramas en el parque.
Lo cierto es que en la Iglesia empiezas a ser importante cuando rozas los 80 y te jubilas tarde, no por vocación al trabajo, sino porque no haber hecho gran cosa durante décadas te permite desgastarte al mínimo. No digo que no haya curas que libren su propia lucha, evangelizando en medio de la selva y alimentando a niños hambrientos, pero en el Vaticano se debe pasar mejor que en un spa.
En general, la gente que dirige parece ser la que menos se esfuerza, solo así se entiende que haya tanto viejo mandando. Mientras que Francisco I tiene 76, un solo pulmón y luce de maravilla, hay mucho empleado raso con ambos pulmones que ha llegado acabado a los sesenta. No sé su padre, pero el mío empezó una incesante decaída a los 60.
Nada que ver con la Reina Isabel, que tiene 87 años y se ve entera la vieja. El otro día salió del hospital después de superar una gastroenteritis de quinceañera y se ha sabido también que no suele saludar ni despedirse de las personas, supongo que para ahorrar esfuerzos innecesarios.
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