jueves, 10 de enero de 2013

Faltan dos minutos


La piel es el órgano más grande del cuerpo, lo que le resta protagonismo al corazón. El corazón es como Dios: está sobrevalorado y le atribuimos virtudes de las que carece.

La de la mujer que me gusta ahora es impresionante. Y suena como si cada semana me gustara una diferente, que no es así. Gustar, gustar, quiero decir. Uno se la pasa enamorándose de mujeres que ve en la calle, y es normal, porque los hombres somos fácilmente impresionables. La gente en general. Una vez salí un mes con una mujer que estuvo enamorada de mí unos 45 minutos.

Es excepcional la piel de esta mujer, explicaba. No sé qué tiene porque no soy experto en el tema, pero acaba de pisar los 30  y la tiene perfecta, al menos al ojo. Puede uno recorrerla de punta a punta, anverso y reverso, sin mayores obstáculos, lo que termina siendo un placer para la mano. Y tiene un color extraordinario, parte de cuna, parte por el sol. Los dermatólogos recomiendan huir de él por las manchas y el cáncer de piel, pero esta mujer es de hacer lo que se le da la gana.

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