jueves, 6 de junio de 2013

Menos yoga y más folle

A veces el asunto con las mujeres es que, a diferencia de los hombres, no tienen un hobby. Alguna vez estuve con una que me decía que su hobby era yo, calcule.

Muchas no tienen una pasión, una razón diferente a estudiar o trabajar para levantarse de la cama cada mañana, por eso las ve uno meterse a yoga, pilates, pole dance, crossfit ahora; pero sin alma, sin ganas, como si les tocara hacer algo en la vida para no quitársela.

Es como si no tuvieran hacia dónde volcar su energía, por eso están las que compran mascotas y luego las visten, o las que van a la peluquería porque cambiarse el pelo es más fácil que encontrarle sentido al milagro de existir. Uno va a un restaurante y en las mesas de mujeres están hablando de hombres: de con quién terminó, con quién está saliendo ahora (algún imbécil del promedio, seguro), con quién anda la ex pareja. Esas son las que terminan mal casadas con cualquier idiota con plata porque creen esa era su misión en la vida. El otro día una amiga dijo que lo más importante en la vida eran las clases de pony de su hija.

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